Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "La adoración"

Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2011

Lección 12: "La adoración en la iglesia primitiva"

Para el 17 de septiembre de 2011

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 10 de septiembre

Lee Para el Estudio de esta Semana: Hechos 1:1-11; 2:14-41; 17:15-34; 18:1-16; 1 Corintios 13.

Para Memorizar: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe” (1 Cor. 13:1).

POCO DESPUÉS DE QUE CRISTO regresó al cielo, la iglesia primitiva comenzó a expandirse y a crecer. Al principio, eran casi exclusivamente judíos los que aceptaban a Jesús como el Mesías y se unían a los creyentes, pensando que el evangelio era solo para los judíos. Esto muestra cuánto tenían que aprender todavía.

En Pentecostés, después de la predicación de Pedro y su llamado ante una multitud de judíos (Hech. 2), “los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas” (Hech. 2:41). Este texto muestra la falacia de la idea de que todos los judíos rechazaron a Jesús.

Pero estaríamos equivocados si miráramos a la iglesia primitiva como un tiempo idílico de adoración y alabanza. Aunque el contexto era diferente, la iglesia primitiva luchó con algunos de los mismos problemas con que luchamos hoy, problemas que se relacionaban con su fe, incluso la adoración.

Esta semana consideraremos algunos casos de esos días tempranos del cristianismo y de los desafíos que la iglesia afrontó al crecer, y aprenderemos las cosas buenas y cómo evitar las malas.

 

Ir ArribaDomingo 11 de septiembre: Muchas “pruebas”

Desde el punto de vista humano, el ministerio terrenal de Jesús no pareció muy exitoso. Aunque atrajo a muchos seguidores, no atrapó a las masas. Muchos líderes lo rechazaron y los romanos lo crucificaron, haciendo que sus discípulos más cercanos se esparcieran y huyeran.

Sus seguidores veían bastante difíciles las cosas hasta su resurrección. Luego, en Pentecostés, de repente los discípulos encontraron nuevo valor para proclamar a su Maestro crucificado como el Mesías de Israel. Solo después de la resurrección de Jesús la iglesia temprana comenzó a surgir.

Lee Hechos 1:1 al 11. ¿Qué verdades importantes encontramos aquí acerca de la segunda venida de Cristo, el bautismo, el Espíritu Santo y la misión?

Considera especialmente los versículos 3 al 6. ¿Qué nos muestra esto acerca de cuánto tenían todavía que aprender?

Muy interesante es el versículo 3, donde Lucas afirma que Jesús les presentó muchas “pruebas” (BJ). Algunas versiones usan la frase “pruebas indubitables” (RVR), dando tal vez demasiado énfasis al tema. Otra traducción dice “pruebas convincentes” (NVI). El punto, aquí, es que los creyentes en Jesús tuvieron evidencias poderosas, “pruebas”, de que Jesús era el Mesías. Al considerar la tarea que les dejó, podían acobardarse por la oposición que encontrarían; por eso necesitaban pruebas. Las buenas nuevas son que el Señor nos dará las razones que necesitemos para tener fe, para creer en cosas que no comprendemos plenamente. Como vemos, los discípulos todavía no comprendían plenamente las intenciones del Señor con respecto a la nación de Israel, aun después de haber estado con Jesús. Necesitamos aprender a adorar, a alabar y a obedecer al Señor, aunque no lo comprendamos.

Piensa acerca de las evidencias que tenemos para nuestras creencias, en todas las buenas razones para la lógica de nuestra fe. También nota el uso de la palabra fe. ¿Qué implica la fe? Es decir, ¿qué buenas razones tienes para tener fe, una creencia que no comprendes del todo?

 

Ir ArribaLunes 12 de septiembre: La predicación de la palabra

Una gran parte de la tradición protestante acerca de la adoración ha sido la predicación de la Palabra. Una sagrada responsabilidad recae sobre quienes tienen la tarea de enseñar, predicar, exhortar y animar. La música, la liturgia, la oración, la Cena del Señor y el lavamiento de los pies, todos tienen su lugar, pero, tal vez, nada es más importante que lo que se predica desde el púlpito durante la hora de adoración.

Lee el sermón de Pedro el día de Pentecostés (Hech. 2:14-41). ¿Cuán importantes son los temas de las Escrituras, las doctrinas, la profecía, Cristo, el evangelio y la salvación expresados por Pedro, y por qué son tan esenciales en la predicación?

¡Qué experiencia habrá sido escuchar al pescador Pedro predicar con tanto poder y autoridad! Sus palabras no mostraron vacilación, ni ninguna duda, sino más bien revelaron que el Espíritu estaba trabajando por medio de él. En toda su homilía, Pedro no vacila sino que usa las Escrituras (entonces, solo el Antiguo Testamento) y predica con poder el evangelio de Jesucristo, el crucificado y resucitado Mesías, quien ahora está “exaltado por la diestra de Dios” (Hech. 2:33). Es sorprendente cómo en un discurso tan breve cubre una gran cantidad de información, desde el derramamiento del Espíritu Santo, hasta el arrepentimiento y la segunda venida de Cristo.

¿Cuál fue el resultado de la predicación en este culto de adoración? Ver Hechos 2:41. ¿Qué podemos obtener de este hecho para nosotros mismos y para nuestros cultos sabáticos?

Sin duda, este habrá sido un culto de adoración muy especial. Pero, al mismo tiempo, tenemos las mismas promesas que ellos tuvieron. Tenemos la misma Biblia que ellos tuvieron (y ahora el Nuevo Testamento también) y el mismo Señor, que nos ofrece el mismo Espíritu. ¿Por qué, entonces, no tener cultos de adoración con esa clase de poder que vemos aquí? ¿Qué nos retiene?

 

Ir ArribaMartes 13 de septiembre: Pablo en el areópago

En los días de la iglesia primitiva, vemos otro ejemplo del problema de la adoración, y lo que la gente adoraba. Esta vez en el ministerio de Pablo, cuando estuvo en Atenas, el lugar donde vivieron tres de los filósofos más influyentes del mundo (Sócrates, Platón y Aristóteles).

¡Qué audiencia diferente tuvo Pablo aquí de la que tuvo Pedro algunos años antes, ante todos aquellos devotos judíos en Jerusalén!

Lee Hechos 17:15 al 34, el informe de la predicación de Pablo en Atenas. ¿Cuán diferente fue el testimonio de Pablo a esta gente de lo que fue el de Pedro ante su audiencia en el día de Pentecostés?

Una de las diferencias obvias es que Pablo aquí no citó la Biblia, sino que citó a un autor pagano. Al mismo tiempo, Pablo apeló a la lógica y a la razón: miren al mundo creado, decía él, y verán poderosas evidencias del Dios creador. Estaba usando una teología natural, señalando al mundo natural como razón para creer en el Dios creador.

Es interesante notar aquí el problema de la adoración. Esas personas adoraban algo que no comprendían. Pablo procuró tomar esa devoción y adoración, alejarla de los ídolos, y acercarlos al Dios viviente. Los seres humanos parecen tener una necesidad innata de adorar algo, alguna cosa, y Pablo aquí procuró señalar lo único realmente digno de adoración.

¿Cuál era el problema real que tenía esa gente, y por qué?

Al fin, la apelación a la lógica, a la razón y a la teología natural puede llevarnos solo hasta cierto punto. Pablo, en su testimonio, procuró enseñarles acerca del arrepentimiento, el Juicio y la resurrección, enseñanzas que necesitan ser tomadas por fe. Por eso, no tuvo mucho éxito con ellos. Aunque hubo algunos conversos, la mayoría pareció regresar a adorar lo que es vano, inútil e incapaz de salvar.

¿De qué maneras pueden nuestros cultos de adoración alcanzar mejor a quienes no tienen una base bíblica, que no tienen las mismas premisas que nosotros? ¿Qué podemos hacer para que nuestros cultos de adoración sean más aceptables para quienes buscan a Dios?

 

Ir ArribaMiércoles 14 de septiembre: Adoración “contra la ley”

La adoración no es solo lo que haces en la iglesia el sábado. La adoración abarca aspectos de toda nuestra fe: lo que creemos, lo que proclamamos, cómo actuamos. En el centro de la adoración debe estar la idea de que el Señor es nuestro Creador y Redentor. Toda la adoración debe fluir de esta verdad fundamental y sagrada. La adoración es principalmente acerca de Dios y las acciones de Dios en la historia. La adoración auténtica debería atraernos a un caminar más cerca del Señor. Debería conducirnos a un sentido de respeto, reverencia, arrepentimiento, y amor por él y por los demás.

Aunque debemos estar pensando en el Señor (Luc. 21:36; Sal. 1:2), el tiempo de adoración debería ser algo especial. Pero no podemos depender solo de la iglesia o de los líderes para proveernos esa clase de experiencia, por mucho que se empeñen. Al fin, se reduce a nosotros mismos y a la actitud que llevamos a la iglesia el sábado.

Como hemos visto, la adoración es un medio para un fin, no un fin en sí mismo. Nuestra adoración no nos salva; más bien, es una respuesta por haber sido salvados.

Lee Hechos 18:1 al 16. ¿Qué acusación le hicieron a Pablo, y qué nos dice esto acerca de la adoración?

Sorprende que Pablo fuera acusado de persuadir a la gente hacia una clase diferente de adoración, una adoración “contra la ley” (vers. 13). (Aun los judíos que creían en Jesús planteaban una acusación similar contra Pablo.) Vemos, en Hechos 18, que estas personas estaban tan atrapadas en la tradición, tan atrapadas en cómo se hacían las cosas en lo pasado y en las formas de la adoración, que cuando Pablo les presentó a aquel a quien adoraban sin saberlo, aquel a quien todos los cultos de adoración apuntaban, ellos rechazaron lo que él les dijo. Tan aferrados estaban a la ley misma que dejaron de ver a aquel a quien la ley señalaba.

Hoy, aunque nuestras circunstancias son radicalmente diferentes de las de Pablo, necesitamos ser cuidadosos de no permitir que nuestras formas y tradiciones se nos crucen en el camino de lo que realmente trata nuestra fe. Cualquier adoración que no nos conduzca directamente a la cruz está desviada.

 

Ir ArribaJueves 15 de septiembre: El amor conquista todo

Es muy fácil, desde nuestra perspectiva hoy, mirar hacia atrás, a la iglesia primitiva, como una especie de modelo de armonía y paz, un ejemplo de lo que trataba la verdadera adoración. Desgraciadamente, la historia del Nuevo Testamento es muy similar a la del Antiguo Testamento: ambas muestran cuán lejos hemos caído.

Toma, por ejemplo, la iglesia de Corinto, que Pablo estableció en su segundo viaje misionero. Era un centro comercial, conocido por su lujo y su riqueza; pero Corinto era también uno de los centros de religiones sensuales y degradantes de la época. La influencia de esta cultura, la inmoralidad y la disensión habían invadido la iglesia. Y, aunque esto era malo, no era el único problema que tenían. Pablo menciona otros problemas que estaban dividiendo a la iglesia (Hech. 8-11): la idolatría (1 Cor. 10:14) y, al parecer, un énfasis exagerado en los dones, especialmente el mal uso del don de lenguas por motivos de satisfacción propia (1 Cor. 14).

En medio de su discurso a los corintios, con todos sus problemas, Pablo les presenta el famoso capítulo de 1 Corintios 13. ¿Cuál es el mensaje esencial allí? Pero, más importante, ¿cómo podemos aplicar esto hoy a nuestras vidas y a la adoración?

Pablo sugirió que ninguna profesión que hagamos, ningún milagro poderoso, ningún don carismático, ninguna piedad o celo, nos beneficiarán a menos que el corazón esté lleno de amor a Dios, confirmado por el amor de los unos a los otros. Esto, dice Pablo, es el don máximo que deberíamos buscar, que no puede ser sustituido por nada menor.

Los dones espirituales son útiles. Los cristianos deberían usar sus dones para honrar a Dios y edificar a la iglesia en unidad. Pero ningún don nunca debe ser usado para exhibición del yo, para la ganancia personal o para realizar actos desordenados en la adoración.

Una iglesia llena de cristianos amantes y consagrados ejercerá una influencia que se extenderá mucho más allá de los cultos de adoración semanales.

¿Cuánto de tu propio tiempo y energía empleas en procurar ministrar a otros? ¿A cuánto de tu yo estás dispuesto a renunciar para el bien de otras personas? No es tan fácil, ¿verdad?

 

Ir ArribaViernes 16 de septiembre

Para Estudiar y Meditar:

Lee “Pentecostés”, “El don del Espíritu”, “Pablo exalta la Cruz”, “Corinto” y “Llamamiento a alcanzar una norma más alta”, Los hechos de los apóstoles, pp. 29-38; 39-47; 166-173; 200-209; 255-265.

“La santidad no es arrobamiento: es una entrega completa de la voluntad a Dios; es vivir de toda palabra que sale de la boca de Dios; [...] es caminar por fe [...] confiar en Dios sin vacilación y descansar en su amor” (HAp 42).

“¿Cuál fue la fortaleza de los que en tiempos pasados padecieron persecución por causa de Cristo? Consistió en su unión con Dios, con el Espíritu Santo y con Cristo. El vituperio y la persecución han separado a muchos de sus amigos terrenales, pero nunca del amor de Cristo” (HAp 71).

“Los consagrados mensajeros [...] no permitían que ningún pensamiento de exaltación propia echara a perder su presentación de Cristo. [...] No codiciaban ninguna autoridad ni preeminencia” (HAp 172).

“Él [Pablo] no entendía que la idolatría fuera solo la adoración de ídolos, sino también el egoísmo, el amor a la comodidad, y la complacencia de apetitos y pasiones” (HAp 261).

Preguntas Para Dialogar:

  1. En la clase, hablen acerca de las razones que tenemos para la fe. ¿Qué “pruebas” tenemos para lo que creemos? ¿Qué evidencia racional y lógica tenemos que nos ayuda a afirmarnos en nuestras creencias? Al mismo tiempo, ¿cuáles son los desafíos a nuestra fe? En definitiva, aun a pesar de estos desafíos, ¿por qué creemos lo que creemos?

  2. Piensa en algunos de los cultos de adoración más poderosos a los que has asistido. ¿Qué los hizo tan especiales, tan poderosos? ¿Qué elementos en particular marcaron la diferencia? ¿Cómo podrían esos elementos ser traídos a la adoración en tu iglesia local, si no están ya en ella?

  3. En nuestros cultos de adoración, ¿qué cosas podrían realmente impedir nuestra visión de Cristo y de la cruz? ¿Cómo podemos asegurarnos de no permitir que esto ocurra?

  4. Medita en 1 Corintios 13. ¿Qué pasos concretos podría dar tu iglesia para manifestar el amor del que habla Pablo aquí?

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