Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Proverbios"

Primer trimestre (enero-marzo) de 2015

Lección 8: "Palabras de sabiduría"

Para el 21 de febrero de 2015

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 14 de febrero

Lee Para el Estudio de esta Semana: Proverbios 20; 1 Corintios 12:14 -26; Jeremías 9:23, 24; Proverbios 21; Mateo 25:35-40; Proverbios 22.

Para Memorizar: “Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad, pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?” (Prov. 20:6).

Hasta cierto punto (y en un grado grande, realmente), todos somos productos de nuestro ambiente. Aunque la herencia desempeña una función importante, los valores que sostenemos nos vienen de lo que nos rodea: nuestro hogar, nuestra educación, nuestra cultura. Desde la infancia nos impactan lo que vemos y lo que escuchamos.

Desafortunadamente, lo que vemos y oímos no siempre es lo mejor; el mundo a nuestro alrededor está arruinado en todo aspecto, y no deja de impactarnos negativamente. Pero se nos ha dado la promesa del Espíritu Santo, y tenemos la palabra de Dios, que nos señala a algo superior y mejor de lo que el mundo nos muestra.

Esta semana consideraremos varios proverbios y las verdades prácticas que expresan, verdades que si son aceptadas y seguidas, nos ayudarán ciertamente a superar la negatividad de este mundo caído y prepararnos para uno mejor.

 

Ir ArribaDomingo 15 de febrero: Todos somos iguales

Lee Proverbios 20:12. ¿Qué nos enseña esto acerca del valor de todos los seres humanos?

A diferencia del evolucionismo, que nos considera a todos nada más que productos del azar en un cosmos sin inteligencia, la Biblia enseña que todos los seres humanos fuimos creados por Dios (ver también Hech. 17:26). Thomas Jefferson afirmó la igualdad de todos los humanos, precisamente porque fueron “creados” por Dios. Tenemos nuestra igualdad en Dios, y solo en él.

Pero aunque todos tenemos el mismo Hacedor, esto no significa que seamos idénticos. Aun los gemelos idénticos se conducen en forma algo diferente. A los Corintios, Pablo les habla de nuestras diferencias, y enfatiza que no deben darnos un sentido de superioridad sino, ayudarnos a ver nuestra necesidad mutua. “Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros” (1 Cor. 12:21).

Lee Proverbios 20:9. ¿Qué otra cosa nos hace iguales?

El pecado es otro igualador universal. A la pregunta retórica del proverbio, la respuesta apunta a la trágica condición de la humanidad. Los humanos somos todos mortales, y todo el dinero y el poder del mundo no cambiarán eso. Pero en el contexto de las Escrituras, esta pecaminosidad humana no debe conducirnos a la desesperación, porque la muerte de Jesús en la cruz y su resurrección, han pavimentado el camino para todos, no importa cuán pecadores hayan sido, tienen la promesa de vida eterna, que solo viene por la fe en él.

“Si el hombre no puede, por ninguna de sus buenas obras, merecer la salvación, entonces ésta debe ser enteramente por gracia, recibida por el hombre como pecador porque acepta y cree en Jesús. Es un don absolutamente gratuito. La justificación por la fe está más allá de controversias. Y toda esta controversia termina tan pronto como se establece el punto de que los méritos de las buenas obras del hombre caído nunca pueden procurarle la vida eterna” (FO 18).

¿Te sentiste alguna vez superior (o inferior) a otras personas? (De todos modos, no deberías compararte con otros.) Si es así, ¿qué te dice la cruz acerca de la igualdad de todos nosotros?

 

Ir ArribaLunes 16 de febrero: La prueba de la vida

“Sus obras con ellos siguen”, dice Apocalipsis 14:13 acerca de la recompensa de los justos. Solo el futuro testificará del valor real de la persona individual. La gente puede jactarse ahora de su riqueza, su conocimiento, su destreza física, y tal vez todo eso sea cierto. Pero, ¿qué significa eso a la vista de Dios? Muchas veces las características, las realizaciones, y los actos que los humanos presentan como importantes o impresionantes demuestran ser escoria sin sentido, como realmente son. Después de todo, considera algunos personajes despreciables, a menudo en la industria de los entretenimientos, que casi son adorados por sus fanáticos seguidores. Lo que idolatramos y adoramos presenta un poderoso testimonio de cuán caídos estamos.

Lee Proverbios 20:6 (ver también Jer. 9:23, 24; Mar. 9:35). ¿Qué nos dicen estos textos acerca de lo que es de valor verdadero para Dios?

No es un acto único y sensacional de amor o sacrificio lo que demostrará la elevada calidad de nuestras relaciones, sino la larga y constante serie de pequeñas acciones que realizamos cada día, paciente y regularmente. La comida diaria servida a tu cónyuge, la atención constante a un padre enfermo, el esfuerzo persistente en tu trabajo; todos esos humildes actos a lo largo de la vida son evidencia de que tu fe es auténtica. La fidelidad duradera es más valiosa que los actos de amor, intensos pero poco frecuentes.

Este principio es también verdadero en nuestra relación con Dios. Es más difícil y más valioso vivir para Dios que morir por él, si no fuera por otra razón de que vivir lleva más tiempo que morir. El santo que vive para Dios es mayor que el mártir que muere por él. Cualquiera puede pretender creer en Dios y servirle; el asunto es: ¿Cuánto tiempo dura? O, como dijo Jesús: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mat. 24:13).

¿De qué modo, mediante la paciencia, la bondad, y una disposición de atender las necesidades de otros, puedes revelar a alguien algo del carácter de Cristo? ¿Cuán dispuesto estás de hacer esto, no importa cuánto te pueda costar?

 

Ir ArribaMartes 17 de febrero: Esperando en Dios

Lee Proverbios 20:17 y 21:5. ¿Qué lección práctica podemos encontrar en estos textos?

El ladrón que roba pan lo obtiene más rápidamente que el que tiene que trabajar por él. Los vendedores que mienten para vender su mala mercadería pueden llegar a ser ricos más rápidamente que el mercader honesto (compara Proverbios 21:5 con el versículo siguiente). No obstante, dice el proverbio, el futuro transformará la dulzura en “cascajo”, y la riqueza adquirida apresuradamente llegará a ser pobreza. El texto da varios ejemplos para ilustrar la exactitud de esta observación:

  1. La herencia (Prov. 20:21). La mención de una herencia obtenida demasiado rápidamente (implicando que los padres todavía viven) sigue a la condenación de aquel que maldice a sus padres (Prov. 20:20). La asociación de estos dos proverbios es significativa. Es como si el hijo (o la hija) maldijera a los padres y también los deseara ver muertos. El hijo hasta puede haber tramado la muerte de sus padres a fin de obtener la herencia. El resultado de esta conducta es trágico: la lámpara que está gozando actualmente llegará a ser “oscuridad tenebrosa” (vers. 20) y su maldición contra sus padres se volverá contra él, porque “no serán al final bendecidos” (vers. 21).

  2. Venganza (Prov. 20:22). Esta vez el proverbio se ocupa de la víctima que puede estar tentada a buscar venganza por el mal que se ha cometido contra él. El consejo es “espera a Jehová”. Solo entonces serás salvo, lo que implica que si buscas venganza estás corriendo un grave riesgo. Proverbios 25:21, 22 enfatiza la misma instrucción, usando la metáfora de amontonar brasas de fuego sobre la cabeza del enemigo, una expresión ritual egipcia que habla de arrepentimiento y conversión. Si refrenas tu venganza, promete Proverbios 20:22, serás salvado por Dios y, en el proceso (añade Proverbios 25:21, 22) salvarás a tu enemigo, venciendo el mal con el bien (Rom. 12:21).

¿Cómo puedes aprender a imitar al carácter de Cristo más de cerca al tratar de vencer el mal con el bien? ¿Por qué esto es contrario a nuestra naturaleza heredada? ¿Por qué la muerte al yo es la única manera de lograr este fin?

 

Ir ArribaMiércoles 18 de febrero: Compasión por los pobres

El carácter de una persona no se mide tanto por la sabiduría o aun por su compromiso religioso sino más bien por su disposición de ayudar a los pobres y necesitados. No es lo que tienes lo que constituye tu carácter, sino lo que le das a tu prójimo. Quién eres para tu vecino es la medida del carácter. El samaritano que salvó a su prójimo está más cerca del reino de Dios que el sacerdote piadoso (Luc. 10:26-37). El libro de Proverbios enfatiza y explica esta prioridad.

Por causa de Dios: La primera razón para esta prioridad reside en Dios mismo, quien prefiere la compasión humana por los pobres más que por nuestro celo religioso (Prov. 19:17; 21:13). Tu sensibilidad hacia los pobres y tus actos concretos a su favor tendrán más valor para Dios que cualquier otro acto piadoso tuyo. En realidad, Dios está personalmente interesado en esa obra, tan es así, que cuando damos a los pobres es como si se lo diéramos a Dios mismo (Mat. 25:35-40).

Lee Mateo 25:35 al 40. ¿Qué dice esto acerca de cuán estrechamente se identifica con los que tienen necesidad? ¿Cómo debe impactar esto en la forma en que nos relacionamos con estas personas?

Por causa de los pobres: La segunda razón se encuentra en la persona del pobre, a quien Dios creó del mismo modo que fue creado el rico (Prov. 22:2). La igualdad entre los humanos, basada en el hecho de que Dios los creó a todos, hace que el pobre sea tan digno de atención como el rico. Debemos amar a nuestros prójimos por lo que son: seres hechos a la imagen de Dios.

Al mismo tiempo, piensa en cuánto bien te hace ayudar a los necesitados. Nuestras naturalezas básicas son egoístas; por eso tendemos a cuidarnos por sobre los demás. Al dar de nosotros, aprendemos a morir al yo y a reflejar mejor el carácter de Cristo, y ¿qué es de más valor para nosotros que eso?

¿De qué manera obtienes una mayor satisfacción personal al ayudar a otros que están en necesidad, que solo hacer cosas para ti mismo?

 

Ir ArribaJueves 19 de febrero: Educación

La palabra hebrea para “educación” viene de una palabra que significa “construir” y “comenzar”. Todos estos significados están contenidos en la idea hebrea de la educación: cuando “instruimos a un niño” (Prov. 22:6), lo edificamos, comenzamos y ponemos el fundamento para el futuro. Los padres y los educadores, por lo tanto, son responsables por el futuro de sus niños y, por implicación, por el futuro del mundo. Lo que hacemos con nuestros niños hoy impactará a la sociedad durante generaciones.

Lee Proverbios 22:6. ¿Qué dice esto acerca de la importancia de educar a los niños correctamente?

Es importante que la palabra hebrea para “educar” es la misma palabra usada para la “dedicación” del templo (1 Rey. 8:63). Una educación temprana corresponde a la misma perspectiva del templo; tiene un impacto sobre nuestra salvación, aún más allá de nuestra propia vida. “A los padres se les encomienda la gran tarea de educar y enseñar a sus hijos para la vida futura e inmortal” (CN 37). Tal educación tiene un efecto eterno. El apóstol Pablo parece aludir a este texto cuando felicita a Timoteo por su educación temprana en el conocimiento de “las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación” (2 Tim. 3:15).

Lee Proverbios 22:8, 15. ¿Qué principios encontramos aquí?

La educación puede compararse con la actividad de “sembrar”. El futuro de nuestra sociedad y de nuestros hijos depende de lo que hemos sembrado. Si nuestra semilla fue “iniquidad”, entonces nuestra educación (“la vara”) fracasará, y cosecharemos iniquidad (vers. 8). Si nuestra semilla tocó los corazones de los niños (vers. 15), entonces la vara de nuestra educación alejará a muchos de ellos de la necedad.

Muy a menudo enseñamos a otros (especialmente a los niños) con nuestro ejemplo. Piensa acerca de tu ejemplo: ¿qué clase de legado estás dejando? ¿En qué áreas podría ser mejor tu ejemplo?

 

Ir ArribaViernes 20 de febrero

Para Estudiar y Meditar:

“Los padres deberían ser modelos de veracidad, porque ésta es la lección diaria que debe imprimirse en el corazón de los niños. Principios inconmovibles deberían dirigir a los padres en todas las ocupaciones de la vida, especialmente en la educación y enseñanza de sus hijos. [...] Padres, no mintáis nunca; nunca digáis lo que no es verdad en precepto o en ejemplo. Si queréis que vuestros hijos sean veraces, sed veraces vosotros mismos” (CN 139).

“Muchos padres y madres parecen pensar que si alimentan y visten a sus pequeños, y los educan de acuerdo con las normas del mundo, ya han cumplido su deber. Están demasiado ocupados con los negocios o el placer para hacer que la educación de sus hijos sea el objeto de estudio de sus vidas. No procuran educarlos para que empleen sus talentos para honra de su Redentor. Salomón no dijo: ‘Di al niño su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él’. Sino que dijo: ‘Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él’” (CN 37).

Preguntas para Dialogar:

  1. Medita en la idea de Proverbios 22:6. ¿Por qué debemos ser cuidadosos en cómo aplicamos esto? O sea, muchos padres han hecho un buen trabajo en criar a sus hijos, y no obstante, como adultos, esos niños hicieron elecciones equivocadas. ¿Por qué no debemos nunca olvidar la realidad del libre albedrío y la realidad de la gran controversia mientras consideramos el significado de este texto?

  2. Considera otra vez la pregunta final de la sección del miércoles. ¿Qué nos dice acerca de nosotros mismos, el que tengamos mucha satisfacción en ayudar a otros, especialmente cuando no recibimos nada en cambio? ¿Qué debería decirnos esta verdad acerca de por qué hay personas que tienen mucha riqueza, y a pesar de ello se sienten miserables?

  3. Aunque no todos somos iguales en talentos, educación, experiencia, etc., somos iguales en lo más importante: todos necesitamos la cruz para salvarnos. ¿Qué debe enseñarnos esto acerca de la igualdad básica y el valor de todos los seres humanos? Además, ¿cómo debería impactar esta verdad en la forma en que tratamos a todas las personas?

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