Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Misioneros"

Edición para maestros. Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2015

Lección 1: "La naturaleza misionera de Dios"

Para el 4 de julio de 2015

 

Enseña a tu clase | Bosquejo de la Lección | Resumen
Ciclo de Aprendizaje:
Motiva | Explora | Aplica | Crea

 

El sábado enseñaré...

Texto Clave: Juan 17:18.

 

Ir ArribaEnseña a tu clase a:

Saber que la misión de Dios de restaurar a la humanidad caída surge de su naturaleza; el Dios creador del universo, todo poderoso y amante, es el Dios de la misión.

Sentir mucha gratitud por el seguimiento inflexible que Dios hace a sus seres creados.

Hacer uso de los talentos y dones para servir al Dios de la misión, de modo que las personas en todas partes reconozcan y adoren al Creador.

 

Ir Arriba Bosquejo de la Lección

  1. Saber: Dios es extrovertido

    1. Enseñamos a nuestros niños que “Dios es amor.” ¿De qué manera nuestra comprensión de la naturaleza de Dios aumenta cuando recordamos que “Dios es misional”?

    2. El Padre envió al Hijo al mundo en una misión redentora, y también envió al Espíritu Santo para continuar la obra de Cristo. ¿De qué forma esta idea de la “dinámica del envío” del Dios triuno nos ayuda a apreciar la oración de Cristo: “Como tú me enviaste al mundo así yo los he enviado al mundo” (Juan 17:18)?

  2. Sentir: El ADN de nuestra misión

    1. ¿De que manera tu sentido de responsabilidad aumenta al extenderte a otros cuando consideras cuán central es la misión para comprender a Dios?

    2. ¿Cómo te sientes cuando reflexionas que la misión pertenece a Dios; que aun cuando él nos invita a participar en la misión, el resultado de nuestros esfuerzos depende de él?

  3. Hacer: Hemos sido enviados

    1. ¿En qué sentido, tal vez, hemos definido la misión en forma estrecha y perdimos así oportunidades para participar en ella?

    2. Estar dispuesto a orar: “Heme aquí, envíame a mí”.

 

Ir Arriba Resumen

La naturaleza de Dios lo impulsa a buscarnos, a revelarse a nosotros y a atraernos a una relación con él. A través de las edades, Dios ha invitado a los hombres a ser sus agentes en este gran drama de las misiones. ¿Cómo responderemos hoy a su invitación?

 

Ir Arriba CICLO DE APRENDIZAJE

Pasaje destacado: Juan 20:21.

Concepto clave para el crecimiento espiritual: La narración de la interacción de Dios con la humanidad es misión. A través de los milenios, él ha mantenido siempre su relación con sus seres creados. Del mismo modo en que Dios envió a Jesús al mundo como su “agente misional” máximo, Cristo dio a sus seguidores una tarea misionera crítica: hacer que se conozca la gloria de Dios mediante palabras y acciones. ¿Cómo hemos respondido al llamado de Dios a la misión?

 

Ir ArribaPASO 1: ¡Motiva!

Solo para los maestros: Cuando pensamos en los atributos de Dios –santidad, justicia, compasión−, a veces, olvidamos otra característica esencial: misionero; es decir, Dios quiere ser conocido y está trabajando activamente para revelarse a la humanidad. Es “extrovertido” por naturaleza. Explora este aspecto de la personalidad de Dios con tu clase, animando a cada miembro a preguntar: ¿Cómo puede el impulso misionero que fluye de Dios encontrar expresión práctica dentro de mi iglesia y en mi vida diaria?

Diálogo inicial: Suponemos que la cultura actual de Internet está achicando rápidamente nuestro globo. Al viajar en línea por la enorme carretera de la red, podemos chocar con personas de muchas culturas y trasfondos diferentes, y nuestra visión del mundo se expande.

Pero ¿se ajusta esta teoría a la realidad? Algunos sugieren que el modo en que muchos usamos Internet sirve para mantener una cosmovisión insular. Elegimos lo que es cómodo en vez de lo que aviva el pensamiento. Es decir, construimos una red en línea que refuerza nuestra cosmovisión existente, en lugar de buscar desafiarla.

Dios tiene la intención de que su iglesia sea la ampliadora máxima de la cosmovisión. Por medio de las Escrituras, nos ha dado una extensa visión de la gran controversia entre el bien y el mal, y de su plan redentor para el mundo. No obstante, la cultura dentro de nuestra iglesia puede servir tanto para enfocarnos hacia afuera, hacia la misión de Dios, como para concentrar nuestra atención hacia adentro, a nuestros propios intereses y necesidades.

Cuando reconocemos la naturaleza misionera esencial de Dios, abrazamos una cosmovisión enfocada hacia la misión. No estaremos contentos con una iglesia que sea solo un “club social” para los “santos”. Desearemos que sea una plataforma de lanzamiento para la misión.

¿De qué manera la cosmovisión centrada en la misión da forma a…

...nuestra relación con otros miembros de la familia de nuestra iglesia?

...nuestra percepción de las actividades y programas de la iglesia?

...nuestra relación con los miembros de la comunidad que nos rodea?

 

Ir ArribaPASO 2: ¡Explora!

Solo para los maestros: Explora esta semana el cuadro bíblico de la naturaleza misionera de Dios. A menudo nos concentramos en el Nuevo Testamento, donde la misión de Dios está claramente presentada en la vida de Jesús y en la iglesia primitiva. Sin embargo, las raíces de la misión de Dios están en el Antiguo Testamento: allí hay riquezas acerca del plan de Dios, reveladas ya desde Abraham, Moisés y los profetas posteriores.

Comentario de la Biblia

I. Un Dios misionero
(Repasa, con tu clase, Mat. 5:13, 14.)

Siempre ha sido el deseo de Dios llevar la salvación a todas sus criaturas. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, la Biblia lo describe como un Dios que busca, que explora, que redime. En toda la Biblia –desde la nación israelita hasta la iglesia primitiva− vemos los esfuerzos de Dios para enlistar a sus seguidores en la misión, que sean la sal y la luz para quienes los rodean.

En Deuteronomio 10:19, se instruye a los israelitas a amar a los que son extranjeros. Más tarde, el salmista proclama: “Tuyas son todas las naciones” (Sal. 82:8, NVI). Y Miqueas presenta una visión hermosa de lo que debía ser la influencia de Israel sobre las naciones a su alrededor: “Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová” (Miq. 4:2).

En el libro de Isaías, el llamado del Dios misionero a todas las naciones es claro: “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más” (Isa. 45:22). En el capítulo 56, Isaías describe el templo de Dios que llega a ser una “casa de oración para todos los pueblos” (vers. 7). Y Dios dice: “El extranjero que por su propia voluntad se ha unido al Señor, no debe decir: ‘El Señor me excluirá de su pueblo’ ” (Isa. 56:3, NVI).

La visión que Dios tenía de la misión era más grande que la de su pueblo, que tal vez llegaba a esperar la reconciliación entre Judá e Israel. Pero, eso era solo una pequeña parte del plan de Dios para su pueblo: “No es gran cosa que seas mi siervo, ni que restaures a las tribus de Israel a quienes he preservado” (Isa. 49:6a, NVI). El plan más amplio era: “Yo te pongo ahora como luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra” (vers. 6b, NVI).

Isaías además profetizó que un día habría “un altar para el Señor en el corazón mismo de Egipto”, el Egipto idólatra, inmoral y supersticioso (Isa. 19:19, NVI). Isaías también profetizó que los crueles asirios se unirían a Egipto en abandonar a sus dioses: “En aquel día habrá una carretera desde Egipto hasta Asiria. Los asirios irán a Egipto y los egipcios a Asiria, y unos y otros adorarán juntos. En aquel día Israel será, junto con Egipto y Asiria, una bendición en medio de la tierra” (Isa. 19:23, 24, NVI).

Tristemente, demasiado a menudo Israel aceptó el sincretismo de los vecinos que lo rodeaban, en lugar de ser misioneros para ellos. Una y otra vez, los profetas los llamaron a dejar la inmoralidad, la autocomplacencia, y la falta de consideración por los pobres, las viudas, los huérfanos y los extranjeros en medio de ellos.

El verbo hebreo para “enviar” (sheláj) aparece casi ochocientas veces en las Escrituras. Su uso más frecuente se encuentra en diversas frases no teológicas; no obstante, más de doscientas veces Dios es el sujeto del verbo. En otras palabras, Dios es el que comisiona a su pueblo y quien envía.

Preguntas para dialogar:

  1. ¿Hasta qué punto nos parecemos a Israel, al estar preocupados con nuestras propias necesidades, y pasamos por alto la misión?

  2. Israel no comprendió su misión como Dios quería que lo hiciese. ¿De qué manera nuestra visión de la misión hoy en día puede ser menos ambiciosa o menos amplia de lo que Dios desea?

  3. La Iglesia Adventista del Séptimo Día se ha identificado por mucho tiempo como un “movimiento misionero”. ¿Qué atributos implica esto? ¿Qué características podrían no ser consecuentes con un movimiento misionero?

 

Ir ArribaPASO 3: ¡Aplica!

Solo para los maestros: ¿Tratamos la misión como una actividad más entre muchas otras igualmente importantes en la iglesia? ¿O tenemos en claro que la misión es de “lo que se trata la iglesia”? Desafía a tu clase a mirar de nuevo los valores y las prioridades que impulsan a tu congregación.

Aplicación a la vida: Reflexiona sobre la siguiente afirmación del misiólogo adventista Jon Dybdahl: “Jesús no creó una iglesia y luego le dio la misión como una de sus tareas. El divino plan de enviar a la iglesia fue antes de ella. La misión dio nacimiento a la iglesia y es su madre… Si la iglesia deja de ser misionera, no fracasó en su tarea, sino que realmente dejó de ser la iglesia”.−Adventist Mission in the 21st Century, pp. 17, 18.

Preguntas de aplicación:

  1. ¿Cómo reaccionas ante la siguiente idea: “Es engañoso que hablemos de la ‘misión de la iglesia’. No poseemos la misión; Dios nos invita a participar en su misión”?

  2. ¿Qué diferencia hace el saber que la misión de Dios precedió a la iglesia? ¿Qué implicancias tiene esto en el modo de establecer nuestras prioridades y usar nuestros recursos? ¿Cambia la forma en que pensamos y sentimos acerca del resultado de la misión? ¿Cambia la manera en que entendemos el propósito de Dios para nosotros o para nuestra congregación local?

Actividad: En un pizarrón o papel grande, prepara dos columnas. Pregunta a la clase: “Si un sábado un visitante llegara a los cultos en nuestra iglesia, ¿sabría de inmediato que es una iglesia con mentalidad misional?” En una columna, anota una lista de las prácticas que se realizan y que revelan la orientación misional de tu iglesia. En la otra columna, haz una lista de los cambios que tu iglesia podría hacer para reflejar mejor la naturaleza misional de Dios.

 

Ir ArribaPASO 4: ¡Crea!

Solo para los maestros: Cuando hablamos acerca de la misión, a veces, nos concentramos en aspectos técnicos. Hablamos de “territorios no penetrados” y de “contextualización”, y miramos cuestiones demográficas y estadísticas. Aunque estos asuntos son importantes, ¿en qué sentido nos podrían hacer perder de vista el “por qué” de la misión? Concluye concentrándote en el propósito máximo de nuestra testificación: revelar la majestad y la dignidad de Dios.

Actividad: Pide a tres miembros de la clase leer en voz alta Salmo 67:1 al 5; Judas 24 y 25; y Apocalipsis 15:2 al 4. Después de un momento de reflexión silenciosa sobre la imagen de Dios que presentan estos textos, pregunta: “¿Cómo responden ustedes a estos pasajes? ¿Qué sentimientos evocan en ustedes?”

Pide a la clase que se divida en grupos de dos o tres, y oren pidiendo la ayuda del Espíritu Santo para:

  1. Obtener una visión más clara de la naturaleza inagotable del amor de Dios.

  2. Encontrar maneras de ocuparnos en la misión, personalmente y corporativamente, que glorifiquen a nuestro Creador y conduzcan a otros a adorarlo.

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