Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Rebelión y redención"

Primer trimestre (enero-marzo) de 2016

Lección 7: "Las enseñanzas de Jesús y la gran controversia"

Para el 13 de febrero de 2016

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 6 de febrero

Lee Para el Estudio de esta Semana: Mateo 11:29; Romanos 4:1-6; Mateo 13:3-8, 18-23; 7:21-27; Santiago 2:17; Mateo 7:1-5.

Para Memorizar: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mat. 11:28).

Cuando pensamos en el tema de la gran controversia, tendemos a hacerlo en términos grandiosos y generales. Es decir, tenemos una visión amplia del cuadro completo. Es lo que se llama una “metanarración”: una historia que cubre y explica una porción grande de la realidad, a diferencia de una historia narrativa local que explica algo mucho más limitado. Por ejemplo: un pequeño incidente de un prócer sería una narración local, en contraste con la narración mucho más grande y amplia de la Revolución que liberó a un país.

Sin embargo, el tema de la gran controversia, y sus inmensos problemas, se desarrolla diariamente aquí sobre la tierra, en nuestras propias vidas, y en cómo nos relacionamos con Dios, con la tentación y con otros. Y así como la gran controversia impacta nuestra existencia diaria, cada uno de nosotros también la enfrenta, en un grado mayor, a través de eventos mayores de la política o la economía.

En esta lección, consideraremos algunas de las enseñanzas de Jesús en asuntos bien prácticos, al mismo tiempo que procuramos conocer y hacer la voluntad de Dios en medio de la gran controversia.

 

Ir ArribaDomingo 7 de febrero: Muchas clases de descanso

“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mat. 11:29). ¿De qué forma el tomar su “yugo” nos da descanso al alma?

Esta oferta apunta a una dimensión personal en medio de la misión más amplia de Jesús, de liberar a las personas del enemigo. Sus palabras son una adaptación de Jeremías, quien promete al pueblo descanso para sus almas si regresan a la religión de sus padres, en vez de seguir en el paganismo que los rodea (Jer. 6:16).

La idea de descanso es muy rica en las Escrituras. Comienza con Dios mismo. Él descansó cuando terminó su obra de creación (Gén. 2:2). Su descanso introduce un reposo sabático que es celebrado semanalmente. El reposo también se celebraba durante el año en las fiestas anuales (p. ej., Lev. 16:31); cada siete años en el “sábado de la tierra” (Éxo. 23:11); y cada cincuenta años en el jubileo, cuando se liberaba a los esclavos y se perdonaban las deudas (Lev. 25:10).

El descanso podía apreciarse cuando Dios estaba presente con su pueblo (Éxo. 33:14), donde no había “adversarios, ni mal que temer” (1 Rey. 5:4), ni enemigos (Deut. 25:19). El reposo se gozaba en la tierra que Dios dio a su pueblo (Jos. 1:13), y cuando ellos volvieron de la cautividad y el exilio (Jer. 30:10). El reposo se compartía en hospitalidad para con los extraños (Gén. 18:4) y en el gozo de una familia estable (Rut 1:9; Prov. 29:17).

A su vez, el descanso estuvo ausente en el cautiverio (Éxo. 5:4, 5; Lam. 1:3). El reposo escapa de los impíos que, como el mar agitado, no pueden descansar (Isa. 57:20). El único reposo que tales personas pueden esperar es la muerte y el sepulcro (Job 3:11, 13, 16-18). Apocalipsis 14:11 también advierte seriamente que no habrá descanso para los que están del lado equivocado de la gran controversia en los últimos días.

El reposo que Jesús ofrece es muy generoso. Incluye el don del sábado, dándonos tiempo con el Creador. Cristo reconoce nuestra condición perdida y nos restaura. Y cuando caemos, todavía tenemos la certeza del descanso junto a nuestro Salvador.

¿De qué otras maneras, además del sábado, podemos gozar del descanso que Dios nos ofrece? ¿De qué modo encontramos en Jesús reposo para nuestras almas? Ver también Rom. 4:1-6.

 

Ir ArribaLunes 8 de febrero: Plantar y cosechar

El tema de la gran controversia está implícito en la parábola de Jesús acerca del sembrador. La enumeración de cuatro tipos de respuesta al mensaje del evangelio indica que hay más que solo personas “buenas” y “malas” en el mundo. La vida es más compleja que eso, así que necesitamos ser cuidadosos respecto de la forma en la que nos acercamos a quienes no parecen responder al evangelio como pensamos que deberían hacerlo.

Lee Mateo 13:3 al 8, y luego los versículos 18 al 23. ¿De qué manera podemos ver claramente la realidad de la gran controversia revelada en esta historia?

La batalla por las almas es real, y el enemigo usa cualquier medio que puede para alejarlas de la salvación. Por ejemplo, en el contexto de la semilla que cae junto al camino, Elena de White escribió: “Satanás y sus ángeles se encuentran en las reuniones donde se predica el evangelio. Mientras los ángeles del cielo tratan de impresionar los corazones con la Palabra de Dios, el enemigo está alerta para hacer que no surta efecto. Con un fervor solamente igualable a su malicia, trata de desbaratar la obra del Espíritu de Dios. Mientras Cristo está atrayendo al alma por su amor, Satanás trata de desviar la atención del que es inducido a buscar al Salvador” (PVGM 26).

Uno podrá preguntar: ¿Por qué el labrador no puede ser más cuidadoso y no desperdiciar semillas, al arrojarla al camino? ¿Por qué no es más diligente en eliminar las rocas? ¿Por qué no arranca las malezas?

Cuando se siembra la semilla del evangelio, el esfuerzo humano siempre es limitado. Tenemos que sembrar en todas partes. No somos jueces de lo que es un buen terreno o un terreno malo. La aparición de la maleza sencillamente indica que no somos capaces de impedir que el mal surja en los lugares menos esperados. El Señor de la cosecha trabaja detrás de la escena y asegura que todos los que puedan salvarse sean salvos. Nosotros hacemos nuestra tarea y debemos aprender a confiar en que él hará la suya.

¿En qué situaciones podemos ver la realidad de esta parábola? ¿Por qué, a veces, no encontramos con las siguientes situaciones?: personas recientemente bautizadas se van de la iglesia, otras sencillamente no muestran ningún interés y otras llegan a estar firmemente arraigados en la fe.

 

Ir ArribaMartes 9 de febrero: Construir sobre la roca

El problema de dónde estamos en la lucha cósmica que se desarrolla a nuestro alrededor se hace muy personal en la parábola del hombre que edifica su casa sobre la roca.

Lee Mateo 7:21 al 27. ¿Qué es lo que asusta acerca de esta parábola?

¿Qué nos viene a la mente cuando imaginamos esta historia? ¿Dónde está la roca y dónde está la arena? Para algunas personas, la arena se encuentra solo en la playa; sin embargo, probablemente esta historia no se refiera a residencias a orillas del mar. El lugar más probable está entre las colinas sobre las que se ubican la mayor parte de las aldeas, en un valle por allí.

Jesús describe dos casas; una edificada directamente sobre la superficie, mientras la otra tiene fundamentos que van hasta la roca (Luc. 6:48). No hay manera de indicar la diferencia entre las dos casas completadas, hasta que llueve más arriba en la colina y un torrente baja por el valle, rugiendo. Para uno de los constructores, eso no es una preocupación, pues la casa está firmemente anclada; pero, el otro tiene un problema. Sin un fundamento seguro, la casa construida sobre la superficie es presa fácil de las aguas turbias de la creciente.

Jesús compartió esta parábola porque él sabía cuánto nos engañamos a nosotros mismos. La lucha seria y, sin su ayuda, no tenemos posibilidades de sobrevivir a ella. Jesús venció el mal y, por eso, lo llamamos la Roca.

Esta batalla personal contra el mal puede ganarse solo si edificamos nuestras vidas firmemente sobre él, algo que solo podremos lograr mediante la obediencia. “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca” (Mat. 7:24). Es así de sencillo. Por más que la fe sea un componente vital, la fe sin obras, dice la Biblia, es “muerta” (ver Sant. 2:17, 20, 26) y, en esta parábola, vemos justo cuán muerta realmente es.

Lee Mateo 7:22 y 23. Echar demonios en el nombre de Jesús, o profetizar en su nombre, revela que hay alguna clase de “fe” en esas personas. Y no obstante, ¿cuál es su suerte? Pregúntate, ¿sobre qué fundamento está edificada tu casa? ¿Cuál es tu respuesta?

 

Ir ArribaMiércoles 10 de febrero: No juzgues

Jesús pronunció el Sermón del Monte en los días tempranos de su ministerio. Fue revolucionario. Para comenzar, le dijo a la gente común que ellos eran valiosos y benditos a los ojos de Dios, (Mat. 5:3-12) y que eran la sal (vers. 5:13) y la luz (vers. 5:14-16), dos elementos muy valiosos. Habló de la importancia de la Ley de Dios (vers. 5:17-19), pero advirtió en contra de tratar de impresionar a otros con su propia buena conducta (vers. 5:20). Jesús además señaló que la moralidad se determina por lo que la persona piensa, no solo por sus acciones (vers. 21-28), aunque las acciones también deben ser vigiladas (vers. 5:29, 30). Al leer el sermón entero, se puede ver que él cubrió todos los aspectos de la existencia humana y sus relaciones (Mat. 5-7:27).

Lee Mateo 7:1 al 5. ¿De qué maneras la realidad de la gran controversia se revela en este pasaje? Es decir, ¿cómo se manifiesta aquí la interacción del bien y del mal?

“ ‘No juzguéis, para que no seáis juzgados’. No os estiméis mejores que los demás ni os erijáis en sus jueces. Ya que no podéis discernir los motivos, no podéis juzgar a otro. Si le criticáis, estáis fallando sobre vuestro propio caso; porque demostráis ser partícipes con Satanás, el acusador de los hermanos. El Señor dice: ‘Examinaos a vosotros mismos si estáis en fe; probaos a vosotros mismos’. Tal es nuestra obra” (DTG 280, 281).

Cuando Jesús le dijo a su audiencia que no juzgara, planteó dos puntos importantes. El primero es que juzgamos a otros porque hacemos exactamente las mismas cosas que estamos condenando (Mat. 7:1, 2). Distraemos la atención de nosotros y nos aseguramos de que todos los que nos rodean estén mirando a la persona que condenamos, en vez de mirarnos a nosotros.

El otro punto que Jesús plantea es que, a menudo, el problema que vemos en nuestro hermano es solo una fracción del tamaño de un propio problema que, tal vez, ni nos demos cuenta de que tenemos. Es muy fácil para nosotros ver un pedacito de aserrín en el ojo del otro, pero somos incapaces de ver la gran viga que tenemos en el nuestro.

¿Cuál es la diferencia entre juzgar a una persona y juzgar la bondad o el error de sus acciones? ¿Por qué es importante que hagamos esta distinción?

 

Ir ArribaJueves 11 de febrero: “Estoy con vosotros todos los días”

Mateo concluye su evangelio con algunas de las palabras más tranquilizadoras que Jesús haya dicho: “He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mat. 28:20). Para nosotros, ¿qué debe significar esto en términos prácticos, en nuestras vidas, en nuestras luchas, fracasos y chascos, aun cuando sintamos que Dios nos ha abandonado?

Es interesante que Mateo comienza su evangelio con palabras similares. Después de enumerar todos sus antepasados, y de informar de la visita del ángel, primero a María, y luego a José, Mateo explica que el bebé que iba a nacer sería Emanuel, Dios con nosotros (Mat. 1:23).

Dios prometió: “Estaré con vosotros”, muchas veces en las Escrituras. Prometió estar con Isaac (Gén. 26:24), con Jacob (Gén. 28:15), con Jeremías (Jer. 1:8, 19) y con los hijos de Israel (Isa. 41:10; 43:5). El contexto de muchas de estas referencias son tiempos difíciles, cuando las palabras de Dios eran muy relevantes.

Un versículo paralelo usa palabras similares: “No te desampararé, ni te dejaré” (Heb. 13:5). Solo unos pocos versículos más adelante añade: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (vers. 8). Esta promesa también se repite varias veces. Realmente, viene de la ocasión en que Moisés traspasa el liderazgo a Josué (Deut. 31:6, 8) y Dios dice a Josué, después de la muerte de Moisés: “No te dejaré, ni te desampararé” (Jos. 1:5). David, cuando le entrega el trono a Salomón, también le dice que Dios no lo abandonaría ni lo dejaría (1 Crón. 28:20).

Jesús, quien nunca cambia y está siempre con nosotros, dio una gran seguridad a nuestros antepasados en la fe. Ellos afrontaron dificultades y pruebas, y tuvieron grandes desafíos en sus vidas; no obstante, se les aseguró la presencia continua de Dios.

Para la iglesia de Cristo del fin del tiempo, estas seguridades son importantes. La promesa de Jesús de estar con nosotros hasta el mismo fin está en el contexto de hacer discípulos yendo, bautizando y enseñando. Allí está el foco: en el gozo de rescatar personas que están del lado perdedor en la gran controversia.

 

Ir ArribaViernes 12 de febrero

Para Estudiar y Meditar:

El autor León Wieseltier escribió acerca de lo que él dijo que era “una de las historias más tristes del mundo”. Contó de un señor inglés, identificado como “S. B.”, que había sido ciego de nacimiento. Sin embargo, la buena noticia es que, a los 52 años de edad, S. B. tuvo un trasplante de córnea que le dio la vista. ¡Por primera vez en su vida, S. B. podía ver! Debe de haber sido increíblemente excitante para él, finalmente, ver el mundo que había existido ante él toda su vida, pero que, literalmente, no podía ver. Sin embargo, Wieseltier luego cita el libro en el que él leyó la historia por primera vez. El autor decía que S. B. “encontró que el mundo era sombrío, y que le molestaban la pintura descascarada y las manchas... Notaba más y más las imperfecciones en las cosas y examinaba las pequeñas irregularidades y marcas en las maderas y pinturas, que él encontraba molestas; evidentemente esperaba un mundo más perfecto. Le gustaban los colores brillantes, pero se deprimía cuando la luz disminuía. Su depresión llegó a ser marcada y general. Gradualmente abandonó la vida activa, y tres años después, murió”.–www.newrepublic.com/article/113312. Por un lado parece algo difícil de entender pero, desde otro punto de vista, no. Nuestro mundo es un lugar dañado. La gran controversia ha estado librándose por unos seis mil años. Una guerra de seis mil años deja muchos escombros tras de sí. Y a pesar de todos nuestros intentos por hacer que este mundo sea mejor, la historia no parece avanzar en la dirección correcta. En realidad, solo se pondrá peor. Por eso necesitamos la promesa de la Redención, que nos viene solo de la victoria de Cristo en la gran controversia, una victoria que fue asegurada en la cruz y ofrecida libremente a todos nosotros.

Preguntas para Dialogar:

  1. ¿Qué lecciones puedes sacar para ti mismo de la historia de S. B.?

  2. Como vimos en la sección del martes, los que dijeron: “Señor, Señor, [...] en tu nombre hicimos muchos milagros” eran creyentes en Jesús. Al mismo tiempo, nota el énfasis en su respuesta. ¿En quién se concentraban? ¿En qué se concentraban? ¿De qué modo la respuesta aquí revela por qué estaban tan autoengañados?

  3. Si tienes un amigo o un miembro de tu familia haciendo algo obviamente malo, ¿de qué forma tratas con este problema de tal modo de no ser crítico ni parecer crítico?

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