Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "El papel de la iglesia en la comunidad"

Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2016

Lección 2: "Restauración del dominio"

Para el 9 de julio de 2016

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 2 de julio

Lee Para el Estudio de esta Semana: Génesis 1:26-28; Salmos 8:3-8; Génesis 2:15; Romanos 8:20-22; Éxodo 20:1-17; Romanos 1:25; 2 Tesalonicenses 3:10.

Para Memorizar: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra” (Gén. 1:26).

En la Caída, nuestros primeros padres perdieron más que solo su imagen original de Dios.

“No solo el hombre sino la tierra también había caído bajo el control del maligno por causa del pecado, y había de ser restaurada por el plan de redención. En su creación, Adán fue puesto para dominar sobre la tierra. Pero, al ceder a la tentación... el dominio que tenía pasó a su conquistador. De este modo, Satanás llegó a ser el ‘dios de este siglo’. Había usurpado ese dominio... dado originalmente a Adán. Pero Cristo pagó la penalidad del pecado por su sacrificio, y no solo redimiría al hombre, sino que también recuperaría el dominio... Todo lo que perdió el primer Adán será restaurado por el segundo” (ST, 4 de noviembre de 1908).

¿Qué era este dominio perdido? Aunque “dominio” tiene hoy connotaciones negativas, no las tenía en el Edén. ¿Qué significaba que el hombre tuviera dominio sobre la tierra? ¿Y qué puede hacer la iglesia para recuperar algo de lo que se perdió con la Caída?

 

Ir ArribaDomingo 3 de julio: Creados para dominar

Alguien escribió que una amiga, atea confesa, dijo que a veces se despertaba de noche, angustiada por preguntas profundas: “¿Es este mundo el resultado de un accidental big bang cósmico? ¿Cómo puede no haber diseño, ni un propósito grande, para nuestra existencia y el universo como un todo? ¿Puede ser que cada vida –incluyendo la mía, la de mi esposo, la de mis dos hijos− sea totalmente irrelevante y sin sentido? ¿Será que mi vida no tiene significado ni propósito?”

Después de la Caída, la humanidad perdió mucho. Llegamos a estar alienados no solo de Dios, sino el uno del otro. Aun nuestra relación con la tierra cambió. Y, como lo muestran las preguntas planteadas por esta mujer mencionada arriba, también luchamos por saber quiénes somos y qué propósito tiene nuestra vida; para muchos, esta incertidumbre empeora a causa de la creencia de que existimos solo por azar, sin previsión ni propósito otorgados por un Creador.

¿Qué nos enseñan los siguientes pasajes acerca de los propósitos para la creación de la humanidad? Gén. 1:26-28; Sal. 8:3-8; Isa. 43:6, 7. ¿Qué significa “para gloria mía los he creado” (Isa. 43:7)? ¿De qué modo se relaciona “la gloria mía” con el dominio?

Según el libro de Génesis, además de –tal vez– otras razones, Dios creó a Adán y a Eva para que tuviesen dominio sobre la tierra (Gén. 1:26, 27). La primera pareja, reflejando la gloria y el carácter de Dios (Apoc. 1:5, 6), debía ser un canal a través del cual él cuidaría y administraría el resto de la creación terrenal. ¿Quién sabe de qué forma, por medio de ellos, se habrían revelado la gloria de Dios y su dominio sobre el mundo si no hubiera surgido el pecado?

Sin embargo, ahora, al rendir nuestras vidas a él por fe en obediencia y cooperación, podemos decir con David: “Jehová cumplirá su propósito en mí” (Sal. 138:8). El saber que Dios tiene un propósito para cada uno de nosotros es un fundamento para la confianza y el regocijo, especialmente cuando nos entregamos a él a fin de que su voluntad pueda realizarse en nosotros.

Si alguien te preguntara: “¿Cuál dices, como cristiano, que es el propósito de tu vida?”, ¿qué contestarías y por qué?

 

Ir ArribaLunes 4 de julio: El privilegio del dominio

¿Cuál era el “dominio” que los humanos debían tener sobre la tierra, según Génesis 1:26 al 28?

La palabra bíblica “dominio” viene del verbo hebreo radah, que indica un derecho y una responsabilidad de gobernar. Implica que la raza humana fue ubicada, en una jerarquía de poder y autoridad, sobre el resto del mundo natural. El verbo radah en el resto del Antiguo Testamento no define por sí mismo cómo debía ser ejercido este dominio, ya sea con benevolencia o con maldad; el contexto de una creación sin pecado y no caída muestra que la intención debe haber sido de naturaleza benévola.

Conclusiones similares pueden obtenerse de “sojuzgar la tierra”, en Génesis 1:28. El verbo “sojuzgar”, del hebreo kavash, también describe una relación jerárquica en la que los humanos están ubicados por sobre la tierra, y se les otorga poder y control sobre ella. En otras partes del Antiguo Testamento, el verbo kavash es aún más enérgico que radah, cuando indica someter por la fuerza a otro a una posición subordinada (Núm. 32:22, 29; Jer. 34:11, 16; Est. 7:8; Neh. 5:5). En muchos de estos casos, el abuso del poder es obvio y se expresa el desagrado de Dios. Pero, al considerar el contexto de la Creación –una pareja sin pecado creada a la imagen de Dios para administrar la tierra–, esta subyugación de la tierra debía ser solo como un servicio benévolo a la creación. No se refería a explotación.

Hay otra dimensión de este concepto de dominio en Génesis 2:15, donde Dios pone a Adán en el jardín para que lo labrara (abad: trabajar, cultivar) y lo guardase (shamar: poner un cerco alrededor, protegerlo, cuidarlo, observarlo, preservarlo, considerarlo, reservarlo).

Descubrimos así que dominar es realizar una administración o mayordomía cuidadosa y amante. Por su relación con Dios, nuestros primeros padres tendrían todos los recursos y la autoridad necesaria para ejercer su dominio, que habría reflejado el amor divino por su creación.

Aunque la palabra dominio hoy puede tener connotaciones negativas, no era así cuando apareció por primera vez en la Biblia. ¿Cuáles son algunos principios que podemos obtener del uso del término antes de la Caída, acerca del modo de relacionarnos con todo lo que está bajo nuestro “dominio”?

 

Ir ArribaMartes 5 de julio: Límites

El dominio que la humanidad tiene sobre “toda la tierra” (Gén. 1:26), ¿indica que nuestro dominio no tiene límites? La historia bíblica indica que el dominio (que también puede entenderse como “mayordomía”) debe que tener límites.

Por ejemplo, Dios le dijo a Adán que el árbol del conocimiento del bien y del mal estaba prohibido (ver Gén. 2:15-17). El primer pecado fue en el contexto de la mayordomía. Adán y Eva traspasaron los límites que Dios le había puesto al dominio de ellos. La creación todavía está sufriendo por ese traspaso de los límites (ver Rom. 8:20-22).

Lee Éxodo 20:1 al 17. ¿Qué clase de “límites” se establecen aquí en la Ley de Dios? ¿Qué nos dice la Ley acerca de los límites del dominio humano?

En toda la historia humana (p. ej., Faraón, en Éxo. 1-14; Herodes, en Mat. 2), hasta el fin del tiempo (ver Apoc. 13), personas con actitudes dominantes controladas por Satanás intentan dominar aquellas cosas sobre las que no tienen control legítimo. Imitan a Satanás, que tomó el poder y se hizo a sí mismo “el príncipe de este mundo” (Juan 12:31). El dominio desvirtuado llega a ser dominación.

Hay otros que rehúsan aceptar el control sobre aquello que debería estar bajo su dominio (ver Mat. 25:14-30; Luc. 19:12-27).

Aun cuando el pecado hizo que el hombre perdiera el nivel de dominio que le fue dado en la Creación, el dominio original no se perdió totalmente por causa del pecado. Hay muchas cosas que están dentro de nuestros límites actuales de responsabilidad: por ejemplo, el control de nuestras vidas personales (ver 1 Cor. 9:25-27; Gál. 5:22, 23), y el cuidado de la Tierra y de sus criaturas, y de todo lo que Dios nos ha otorgado (ver Sant. 1:17; Mat. 25:14-30). Necesitamos entender cuáles son nuestros límites y, entonces, actuar como fieles mayordomos dentro de esos límites.

¿Cuáles son algunos límites específicos que necesitas respetar con respecto a otras personas, como familiares, amigos, colaboradores? ¿Qué principios podemos usar para saber cuáles son esos límites (ver, p. ej., Mat. 7:1, 12)?

 

Ir ArribaMiércoles 6 de julio: El cuidado de la Tierra

“Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Gén. 2:15). ¿Qué principios, si los hubiere, podemos obtener de este texto, que deberían influir en el modo en que cuidamos nuestro planeta?

Antes del pecado, Adán y Eva tenían la mayordomía delegada sobre todo lo creado, y gobernaban la vida vegetal y animal. Pero, después del pecado, toda la naturaleza pareció rebelarse contra ellos tal como ellos se habían rebelado contra Dios. Los humanos se vieron impotentes frente a los elementos (clima, agricultura, animales).

“Adán había sido rey de los seres inferiores y, mientras permaneció fiel a Dios, toda la naturaleza reconoció su gobierno; pero, cuando pecó, perdió su derecho al dominio. El espíritu de rebelión, al cual él mismo había dado entrada, se extendió a toda la creación animal. De ese modo, no solo la vida del hombre, sino la naturaleza de las bestias, los árboles del bosque, el pasto del campo, hasta el aire que respiraba, hablaban de la triste lección del conocimiento del mal” (Ed 26, 27).

Hoy sufrimos los estragos de los desastres naturales de nuestro ecosistema deteriorado, y hacemos grandes esfuerzos para usar la tecnología y la industria para protegernos. Sin embargo, mucha de esa misma tecnología daña nuestro planeta. La ecología es un tema moral, ético y teológico, ya que la explotación de la Tierra puede conducir a grandes penurias para otros.

“Los adventistas abogan por un estilo de vida sencillo y sano, en el que la gente no entra en la rutina del consumo sin límites, la acumulación de bienes y la producción de basura. Se necesita una reforma en el estilo de vida, basada en el respeto por la naturaleza, la restricción del uso de los recursos humanos, la evaluación renovada de las necesidades personales y la reafirmación de la dignidad de la vida creada”.−“Declaración oficial de los adventistas del séptimo día sobre la mayordomía del medioambiente”, 1996.

¿De qué forma llegamos a un equilibrio correcto, siendo buenos mayordomos de la Tierra y, al mismo tiempo, evitando el peligro de volver la tierra y el medioambiente en dioses, a quienes muchos casi adoran? ¿Qué advertencia podría tener para nosotros Romanos 1:25?

 

Ir ArribaJueves 7 de julio: Restauración del “dominio”

Como humanos, perdimos mucho con la caída, incluyendo el dominio que nuestros primeros padres tenían el privilegio de detentar en el Edén. Cristo vino a fin de restaurar lo que nosotros perdimos.

Y, por lo que Cristo hizo, nosotros somos llamados para alcanzar a otros y ayudarlos a recuperar en Cristo lo que él nos ha dado. Aunque este proceso no será completado hasta la segunda venida de Jesús, hay mucho que podemos hacer ahora por alcanzar a quienes son carenciados, perdidos y abrumados por el mundo. Podemos comenzar esa restauración ahora mismo, al alcanzar y ayudar a los necesitados.

¿De qué modo pueden aplicarse los siguientes textos en la misión de ayudar a otros a recuperar el “dominio” perdido por causa del pecado? Deut. 15:7-12; Luc. 14:12-14; 1 Ped. 3:15; Sant. 1:27; Isa. 58:7; 2 Tes. 3:10.

Como iglesia, podemos hacer mucho para alcanzar a los necesitados. Algunas veces es proveer alimento, ropa o alojamiento a alguien con una necesidad urgente. No obstante, aun cuando aliviar es necesario, es preciso algo más para ayudar a la gente a restaurar el dominio en sus vidas.

Si bien debemos dar razón de la esperanza que hay en nosotros, siempre que podamos también deberíamos atender sus necesidades físicas y señalarles un mejor camino para su vida. Aunque cada situación es diferente, y las necesidades son distintas, somos llamados por Dios para ser una luz, y una fuente de sanación y esperanza en nuestras comunidades. Eso es lo que significa ser un testigo del Dios amante y salvador a quien servimos. Debemos hacer todo lo que podamos, con la fortaleza del Señor, para ser un faro de luz y esperanza para los menesterosos. Como cristianos, no podemos hacer menos. Al cumplir este servicio, les ayudamos a aprender cómo es Dios. Y al ministrarlos en sus necesidades físicas, estamos preparándolos para que sus corazones puedan ser alcanzados por el Espíritu Santo. Esto es lo que hizo Jesús, y esto es lo que hemos sido llamados para hacer.

 

Ir ArribaViernes 8 de julio

Para Estudiar y Meditar:

Lee “Temperancia y el Régimen Alimenticio” y “La disciplina”, La educación, pp. 202-206, 287-290; “Necesidad de dominio propio”, Consejos sobre el régimen alimenticio, pp. 86-87; y “Los principios de la mayordomía” y “Compartiendo los gozos de los redimidos”, Consejos sobre mayordomía cristiana, pp. 117-119, 363-366.

Actualmente nos resulta muy difícil, inmersos en un mundo caído, imaginarnos lo que hemos perdido con la Caída. Esta tierra es todo lo que conocemos y, si no fuera por la Palabra de Dios, que nos revela nuestros orígenes, y el origen del pecado, la muerte y el mal, los daríamos por sentado como parte de la vida. Pero, la historia de la Caída nos muestra que las cosas tenían que ser como son. Génesis dice que Adán y Eva debían tener dominio sobre el mundo pero que, después de haber pecado, cambió su relación con el mundo porque cambiaron tanto ellos como el mundo físico. El dominio de que habían gozado se perdió, y las consecuencias llegaron a ser enormes. “Las espinas y los cardos (Gén. 3:17, 18), la repercusión del diluvio (7:12), el desierto... y el clamor de la Tierra por liberación (Rom. 8:19-22), son algunas de las ilustraciones que la Biblia usa para describir el impacto del pecado en el mundo” (TTA 289). ¡Cuán agradecidos debemos estar por el plan de salvación, que restaurará todo lo que se perdió, y que nos promete un futuro mucho mejor que el pasado o el presente!

Preguntas para Dialogar:

  1. Aunque el contexto inmediato de estos pasajes (Éxo. 23:10-12; Deut. 11:11, 12; 20:19, 20) no tiene que ver con la ecología como se la entiende hoy, ¿qué principios podríamos obtener de ellos que nos ayuden a comprender que deberíamos ser buenos mayordomos del medioambiente? Además, ¿de qué manera podemos darnos cuenta si cruzamos la línea entre ser mayordomos del ambiente y ser adoradores de él?

  2. Piensa en el mundo natural como lo conocemos. ¿Es un amigo o un enemigo? ¿De qué modo puedes justificar tu respuesta?

  3. Analiza la pregunta que aparece al final de la sección del domingo, acerca del significado y el propósito de la vida humana. ¿Qué respuesta darías si alguien te hiciera esa pregunta? Nuestras respuestas, ¿en qué forma se diferenciarían de las de quienes no creen en Dios ni en la salvación?

  4. ¿Cómo podemos recuperar el dominio del mundo de manera que ayude a restaurar su significado original? Es decir, ¿de qué manera era bueno el dominio al principio? ¿Cómo puede ser bueno también hoy?

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