Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "El libro de Job"

Cuarto trimestre (octubre-diciembre) de 2016

Lección 6: "¿La maldición sin causa?"

Para el 5 de noviembre de 2016

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 29 de octubre

Lee Para el Estudio de esta Semana: Salmo 119:65-72; Job 2:11-13; Job 4:1-21; Romanos 3:19, 20; 1 Corintios 3:19; Hebreos 12:5; Mateo 7:1.

Para Memorizar: “¿Será el hombre más justo que Dios? ¿Será el varón más limpio que el que lo hizo?” (Job 4:17).

La semana pasada, enfatizamos la importancia de ponernos en la situación de Job, por lo menos, hasta donde sea posible. En un sentido, no debería ser tan difícil, porque todos nos hemos encontrado inmersos en sufrimientos que, muy a menudo, parecen injustos y sin sentido.

Aunque en el resto de la lección trataremos de mantener esa perspectiva, también necesitamos encontrar la perspectiva de las otras personas de esta historia, los hombres que vinieron para lamentarse y compadecerse de Job.

Y eso tampoco es muy difícil. ¿Quién de nosotros no ha visto el sufrimiento de otros? ¿Quién no ha procurado consolar a otros en su pérdida? ¿Quién no sabe cómo es tratar de encontrar las palabras correctas para decirles a aquellos cuyo dolor nos parte el corazón?

Mucho en el libro de Job es el diálogo entre Job y esos hombres, mientras tratan de entender la lógica de lo que, frecuentemente, parece no tener sentido: el desfile interminable de tragedia y sufrimiento humanos en un mundo creado por un Dios amante, poderoso e interesado en nosotros.

 

Ir ArribaDomingo 30 de octubre: Las grandes preguntas

La mayor parte de la acción en el libro de Job ocurre en los primeros dos capítulos. Aquí se levanta el velo entre el cielo y la tierra, y se nos dan vislumbres de un aspecto entero de la realidad que, de otro modo, quedaría oculto de nosotros. Por más lejos que nuestros telescopios puedan llegar en el cosmos, no se han ni siquiera acercado a la revelación lo que se nos ha mostrado en este libro, escrito hace miles de años en un desierto que, muy probablemente, esté ubicado en la actual Arabia Saudita. Job también muestra cuán estrechamente está conectado el ámbito sobrenatural, y la esfera de Dios y los ángeles, con el mundo natural, la Tierra y los que están sobre ella.

Después de los primeros dos capítulos, una buena parte del libro de Job consiste en lo que, en televisión, se llama “cabezas que hablan”; es decir, sencillamente, diálogo. En este caso, las cabezas que hablan son Job y los hombres que vienen para analizar los grandes temas de la vida: la teología, el dolor, la filosofía, la fe, la vida y la muerte.

Y ¿por qué no, considerando todo lo que le ocurrió a Job? Es muy fácil enredarse en las cosas mundanas de la vida, la tarea de vivir el día a día, y olvidar cuáles son las preguntas grandes e importantes. No hay nada como una calamidad, ya sea nuestra o de otros, para sacudir nuestro letargo espiritual y hacer que comencemos a plantearnos cuestiones sustanciales.

Lee Salmos 119:65 a 72. ¿Qué está diciendo el salmista?

El salmista pudo ver el bien que surgió de las pruebas que lo afligieron. A veces, las pruebas pueden ser verdaderas bendiciones disfrazadas, ya sea porque nos traen de nuevo al Señor o nos llevan a él en primer lugar. ¿Quién no ha escuchado relatos de aquellos cuyas vidas llegaron a un punto de crisis y, solo entonces, la persona volvió a Dios o se entregó a él por primera vez? Algunas veces las pruebas, por terribles y trágicas que sean, pueden ser usadas para algo que, con el tiempo, llegamos a ver que era bueno. Otras veces, parecen arbitrarias y sin significado.

¿En qué circunstancias, al mirar atrás, viste el bien que resultó de pruebas por las que pasaste? ¿De qué modo tratas con aquellas que no producen nada positivo?

 

Ir ArribaLunes 31 de octubre: ¿Qué inocente se ha perdido?

Lee Job 2:11 al 13. ¿Qué nos dice esto acerca del modo en que los amigos de Job veían la situación?

Habiendo oído lo que le había sucedido a Job, estos hombres “convinieron” (Job 2:11) en ir juntos para ver a su amigo. Los versículos trasmiten la idea de que se asombraron por lo que vieron y comenzaron el proceso de duelo con él.

De acuerdo con el texto, se sentaron en silencio, sin decir una palabra. Después de todo, ¿qué le dices a alguien que está en una situación como la de Job? Sin embargo, una vez que Job habló, expresando sus quejas, estos hombres tuvieron mucho que decir.

Lee Job 4:1 al 11. ¿Cuál es la esencia de las palabras de Elifaz a Job?

Tal vez, un buen comienzo para un libro de consejos para personas con dolor sería presentar a Elifaz. El capítulo inicial podría titularse: “Lo que no hay que decir a un alma dolorida”. Aunque, obviamente, estos hombres simpatizaban con Job, esa simpatía no llegaba muy lejos. Parece que, para Elifaz, la pureza teológica era más importante que el consuelo básico. Es difícil imaginar que alguien se acerque a una persona que sufre todo lo que le pasó a Job, y le diga, básicamente: “Bueno, seguro lo mereces, porque Dios es justo, y solo los malvados sufren de este modo”.

Aun si uno pensara que, en el caso de Job, esa era la situación, ¿qué bien podía hacerle que se lo dijera? Supongamos que un conductor que va a exceso de velocidad tiene un accidente y pierde a toda su familia; ¿puedes imaginar que alguien se acerque a él de inmediato y, en medio de su dolor, le dijera: “Dios te está castigando por ir a exceso de velocidad”? El problema con las palabras de Elifaz no son solo su teología cuestionable; el tema mayor es su falta de sensibilidad hacia Job y todo lo que le estaba sucediendo.

Piensa en una ocasión en que te consolaron en medio de una pérdida y un dolor. ¿Qué dijeron y de qué modo? ¿Qué aprendiste de esa experiencia que te puede ayudar cuando tengas que consolar a alguien?

 

Ir ArribaMartes 1 de noviembre: Un hombre y su hacedor

Elifaz no obtendría ningún premio de tacto y simpatía por sus líneas iniciales. Básicamente, está diciendo que era fácil para Job ser una luz y un consolador de otros cuando las cosas andaban bien. Pero ahora, que el mal le cayó encima, se “turba”. No obstante, él no debería turbarse. Dios es justo; por lo tanto, el mal que le acontece es merecido.

Lee Job 4:12-21. ¿Qué otro argumento presenta Elifaz a Job?

Hay muchas cosas fascinantes que pueden observarse aquí, incluyendo que estos hombres comprendían la naturaleza y el carácter del verdadero Dios, aun antes del surgimiento de la nación de Israel. Todo el libro nos muestra que, en realidad, además de los patriarcas primero y posteriormente los israelitas, otros conocían a Dios. Aquí, de hecho, vemos a Elifaz tratando de defender el carácter de Dios.

Lo que Elifaz oyó en “visiones nocturnas” era, en muchas maneras, teología buena (ver Sal. 103:14; Isa. 64:7; Rom. 3:19, 20). Nosotros los humanos somos arcilla, muy temporarios, y podemos ser aplastados tan fácilmente como una polilla. Y por supuesto, ¿qué hombre o mujer puede ser más justo que Dios?

Por otro lado, sus palabras son triviales y no vienen a cuento. El problema con Job no era si Job era mejor que Dios. Esa no era la queja de Job. Él hablaba, mayormente, sobre lo miserable que era cuánto estaba sufriendo; no implicó, de algún modo, que él fuera más justo que Dios.

No obstante, Elifaz parecer haber leído eso en todo lo que había dicho Job. Después de todo, si Dios es justo y el mal viene solo por el mal, entonces, Job debe de haber hecho algo malo para merecer lo que le estaba ocurriendo. Por lo tanto, las quejas de Job son injustas.

Ansioso de defender a Dios, Elifaz comienza a dar un discurso a Job. Aún más que cualquier sabiduría colectiva que creyera que tenía acerca de Dios, Elifaz poseía algo más, una revelación sobrenatural de alguna clase, para apoyar su posición. Sin embargo, el único problema es que la posición que él adoptó reveló una falta de entendimiento del problema.

¿Qué podemos aprender de este informe acerca del modo en que, aun si estamos en una posición correcta, es importante expresarla de la manera más beneficiosa y redentora?

 

Ir ArribaMiércoles 2 de noviembre: El necio echa raíces

En el capítulo 5, Elifaz sigue con su argumento. Mayormente, es lo mismo que dijo en el capítulo anterior: el mal solo le ocurre a personas malas. Imagínate cómo debe de haberse sentido Job, que sabía que eso no podía ser correcto, y que él no merecía su situación presente.

Sin embargo, aquí hay un problema: no todo lo que dijo Elifaz está equivocado. Por el contrario, muchos de estos mismos pensamientos están reflejados en otras partes de la Biblia.

¿De qué modo los siguientes textos reflejan los sentimientos expresados en Job 5? Sal. 37:10; Prov. 26:2; Luc. 1:52; 1 Cor. 3:19; Sal. 34:6; Heb. 12:5; Ose. 6:1; Sal. 33:19.

 

Ir ArribaJueves 3 de noviembre: Apresurarse a juzgar

Mucho de lo que dijo Elifaz era correcto. Presentó muchos puntos válidos, expresados más adelante en la Biblia. Pero, algo estaba mal en su respuesta a Job: el contexto en el cual lo habló esas palabras. Estas, sencillamente, no se aplicaban a esa situación específica. (Ver la próxima lección.) Nuestro mundo es complicado. Es fácil mirar una situación y, luego, decir cosas al respecto o citar textos bíblicos que parezcan aplicables. Aunque puede que lo que digamos sea apropiado, a menudo no es lo es.

Considera esta afirmación de Elena de White: “No hay verdad tan claramente enseñada por la Biblia como la de que lo que hacemos es resultado de lo que somos. En gran parte, los incidentes de la vida son el fruto de nuestros propios pensamientos y acciones” (Ed 146). Esta es una verdad importante. Sin embargo, hay veces en que alguien bien intencionado, frente a una persona que se encuentra en una situación como la de Job, presenta esta declaración de Elena de White. ¿Cuánto mejor sería que hiciese caso del consejo que sigue?: “Muchos piensan que están representando la justicia de Dios, mientras fallan por completo en representar su ternura y gran amor. Muchas veces, aquellos a quienes tratan con aspereza y severidad están pasando por alguna violenta tentación. Satanás se está ensañando con esas almas, y las palabras duras y despiadadas las desalientan y las hacen caer en las garras del poder del tentador” (MC 121).

En ese momento, sucedían más cosas de que las que Elifaz y todos los otros, incluyendo a Job, sabían. Así, el apresuramiento de Elifaz en juzgar, aun siendo toda su teología correcta, difícilmente era lo correcto en esas circunstancias.

¿Por qué debiéramos recordar siempre los siguientes textos cuando tratamos con cualquier persona, o con alguien que creemos que ha pecado? Mat. 7:1, 2; Rom. 2:1-3; 1 Cor. 4:5.

Aun si Elifaz hubiera estado en lo cierto, y Job se hubiese acarreado este sufrimiento, sus palabras habrían sido imprudentes e inoportunas. Job es como un símbolo de toda la humanidad, porque todos estamos atrapados en la gran controversia y sufrimos en ella. Y todos, a veces, necesitamos compasión y simpatía, no que otro nos sermonee. Hay momentos y lugares para dar sermones. Pero, cuando un hombre está sentado sobre ceniza, su vida arruinada, sus hijos muertos y su cuerpo lleno de llagas, ese no es el momento oportuno.

 

Ir ArribaViernes 4 de noviembre

Para Estudiar y Meditar:

Como vimos, Elifaz simpatizaba con Job. Solo que su simpatía ocupó un segundo lugar ante lo que él veía como su necesidad de defender el carácter de Dios. Job estaba sufriendo terriblemente, y Dios es justo; por lo tanto, Job debía de haber hecho algo para merecer lo que le ocurrió. Seguramente, la conclusión de Elifaz fue que de eso se trata la justicia de Dios. Por lo tanto, Job estaba equivocado en quejarse.

Por supuesto, Dios es justo. Pero, eso no significa que automáticamente veremos su justicia manifestada en cada situación en este mundo caído. La justicia y el juicio vendrán, pero no necesariamente ahora (Apoc. 20:12). Parte de lo que significa vivir por fe es confiar en Dios que, un día, la justicia que está faltando aquí se revelará y se manifestará.

Lo que vemos en Elifaz también aparece en la actitud de algunos de los escribas y fariseos hacia Jesús. Estos hombres estaban tan involucrados en su deseo de ser “fieles” y religiosos que su enojo por las curaciones hechas por Jesús en sábado (ver Mat. 12) excedió lo que debería haber sido su alegría de que los enfermos se sanaran y su dolor fuese aliviado. El principio presentado en las siguientes palabras de Cristo es uno que los que amamos a Dios siempre debemos recordar: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” (Mat. 23:23).

Preguntas para Dialogar:

  1. ¿De qué modo podemos saber la diferencia entre el momento en que alguien necesita compasión y simpatía, y cuando necesita un sermón y tal vez hasta una reprensión? ¿Por qué, generalmente, es mejor errar del lado de la compasión y la simpatía cuando tratamos con los que sufren, aun si es por sus propios pecados y malos actos?

  2. Lee otra vez las palabras de Elifaz a Job en los capítulos 4 y 5. ¿En qué otra situación esas palabras podrían haber sido más apropiadas?

  3. Si hubieses sido un amigo de Job y hubieras ido a verlo cuando estaba sentado sobre cenizas. ¿Qué le habrías dicho, y por qué? Si tú hubieras estado en el lugar de Job, ¿qué te habría gustado que la gente te dijera?

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