Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "El libro de Job"

Cuarto trimestre (octubre-diciembre) de 2016

Lección 8: "Sangre inocente"

Para el 19 de noviembre de 2016

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 12 de noviembre

Lee Para el Estudio de esta Semana: Job 10; Isaías 53:6; Romanos 3:10-20; Job 15:14-16; Job 1:18-20; Mateo 6:34.

Para Memorizar: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Heb. 11:1).

El escritor Albert Camus, nacido en Argelia, luchó con el tema del sufrimiento humano. En su libro La peste, usó una peste como metáfora de los males que traen dolor y sufrimiento sobre la humanidad. Describió una escena en la que un niñito, afligido con la peste, muere horriblemente. Más tarde, un sacerdote, que había presenciado la tragedia, le dijo a un médico que también había estado allí: “Estas cosas son repugnantes porque sobrepasan nuestra comprensión. Pero, tal vez deberíamos amar lo que no podemos entender”. El médico, airado, replicó bruscamente: “No, padre. Tengo una idea muy diferente del amor. Y hasta el día en que muera, rehusaré amar un esquema en el que los niños son torturados”.–Albert Camus, The Plague, p. 218.

Esta escena refleja lo que vemos en Job: respuestas insatisfactorias que no tienen una solución sencilla. Job sabía, como lo sabía ese médico, que muchas respuestas que se dan no son adecuadas a la realidad circunstancial. El desafío es, entonces, encontrar respuestas que tengan sentido en lo que, a menudo, parece no tenerlo. Esta semana continuaremos esa búsqueda.

 

Ir ArribaDomingo 13 de noviembre: La protesta de Job

Elifaz, Bildad y Sofar tenían un punto válido: Dios castiga el mal. Lamentablemente, ese punto no se aplicaba en la situación de Job. El sufrimiento de este no era un caso de castigo retributivo. Dios no lo estaba castigando por sus pecados, como lo haría con Coré, Datán y Abiram. Job tampoco estaba cosechando lo que había sembrado, que es algo que suele suceder. No, Job era un hombre justo –Dios mismo lo dijo (ver Job 1:8)– y, por ello, no solo no merecía lo que le había sucedido, sino que él sabía que no lo merecía. Por eso, su queja fue tan amarga y dura.

Lee Job 10. ¿Qué le está diciendo Job a Dios, y por qué tiene tanta lógica, considerando las circunstancias?

En momentos de grandes tragedias, ¿no han planteado los creyentes en Dios preguntas similares? “¿Por qué, Señor, te molestaste en crearme?” O “¿Por qué me haces esto a mí?” O “¿No habría sido mejor que nunca hubiera nacido, en vez de haberme creado y que ahora tenga que afrontar esto?”

Lo que hace que todo sea más difícil de comprender para Job es que él sabía que había sido fiel a Dios. Él clamó: “¿[...] aunque tú sabes que no soy impío, y que no hay quien de tu mano me libre? (Job 10:7).

Aquí hay una ironía difícil: en contraste con lo que había afirmado sus amigos, Job no estaba sufriendo por causa de su pecado. El libro mismo enseña lo opuesto: Aquí, Job estaba sufriendo, precisamente, porque había sido fiel. Los primeros dos capítulos afirman eso. Job no tenía manera de saber que esta era la causa; y, si lo hubiese sabido, probablemente su amargura y su frustración habrían sido peores.

Por singular que fuera la situación de Job, también es universal pues está tratando con el tema universal del sufrimiento; especialmente, cuando este parece ser desproporcionado con respecto al pecado que alguien pudiera haber cometido. (Una cosa es sobrepasar el límite de velocidad y recibir una multa por ello; otra sería hacerlo para matar a alguien de esa forma.)

¿Qué puedes decirle a alguien que cree que está sufriendo injustamente?

 

Ir ArribaLunes 14 de noviembre: ¿Sangre inocente?

A menudo, escuchamos acerca del sufrimiento “inocente”. La Biblia incluso usa la frase “sangre inocente” (Isa. 59:7; Jer. 22:17; Joel 3:19); generalmente, en el contexto de asaltos, o aun asesinatos, de personas que no merecían lo que les ocurrió. Si usamos esta manera de comprender el concepto de “sangre inocente”, entonces nuestro mundo ofrece muchos ejemplos de ello.

Por otro lado, la Biblia habla acerca de la pecaminosidad y la corrupción humanas, lo que genera una pregunta válida acerca del significado de “inocente”. Si todos han pecado y han violado la ley de Dios, entonces, ¿quién es verdaderamente inocente? Como alguien dijo: “Tu certificado de nacimiento es prueba de tu culpabilidad”.

Aunque los teólogos y los eruditos bíblicos han debatido por siglos la naturaleza precisa de la relación humana con el pecado, la Biblia es clara: el pecado ha impactado a toda la humanidad. La idea de la pecaminosidad humana no se encuentra solo en el Nuevo Testamento. Por el contrario, el Nuevo Testamento expande lo que se escribió en el Antiguo Testamento.

¿Qué enseñan los siguientes textos acerca de la realidad del pecado? 1 Rey. 8:46; Sal. 51:5; Prov. 20:9; Isa. 53:6; Rom. 3:10-20.

Además del testimonio de las Escrituras, cualquiera que haya conocido al Señor personalmente, que haya tenido una vislumbre de la bondad y la santidad de Dios, sabe de la realidad de la pecaminosidad humana. En este sentido, ¿quién de nosotros (por el momento pasaremos por alto el tema de los bebés y los niños pequeños) es realmente “inocente”?

Por otro lado, ese no es realmente el punto. Job era un pecador; en este sentido, ni él no ni sus hijos eran inocentes. No obstante, ¿qué habían hecho para merecer la suerte que cayó sobre ellos? ¿No es esta la pregunta máxima con respecto al sufrimiento? A diferencia de los “baluartes de lodo” (Job 13:12) de sus amigos, Job sabía que lo que le ocurría no era algo que él merecía.

¿De qué modo la experiencia de conocer a Dios y su santidad, que hace que nuestra pecaminosidad sea dolorosa, nos ayuda a ver la necesidad absoluta de la Cruz?

 

Ir ArribaMartes 15 de noviembre: Suertes injustas

Lee Job 15:14 al 16. ¿Qué verdad presenta Elifaz a Job?

Otra vez, Elifaz declara una verdad con respecto a la pecaminosidad de la humanidad. El pecado es un hecho universal sobre la tierra; también lo es el sufrimiento. Y todo sufrimiento humano es resultado del pecado. Dios puede usar el sufrimiento para enseñarnos lecciones importantes. “Dios probó siempre a su pueblo en el crisol de la aflicción. Es en el fuego del crisol donde la escoria se separa del oro puro del carácter cristiano” (PP 122).

No obstante, hay un problema más profundo. ¿Qué pasa cuando vemos que nada bueno resulta del sufrimiento? ¿Qué ocurre con aquellos en los que la escoria no se separa del oro en su carácter porque mueren instantáneamente? ¿Qué pasa con los que sufren sin conocer al verdadero Dios, o sin saber nada de él? ¿Qué sucede con los que se amargan y se enojan, y llegan a odiar a Dios por causea del sufrimiento? No podemos ignorar estos ejemplos, o poner a todos en una fórmula sencilla; al hacerlo, seríamos culpables de los mismos errores que cometieron los acusadores de Job.

Además, ¿qué bien surge de que los animales sean quemados vivos en un incendio de bosques? O ¿qué sucede con las miles de personas muertas en un desastre natural, o con los civiles que perecen en una guerra? ¿Qué lecciones pudieron haber aprendido? Y uno podría preguntarse, no solo acerca de los diez hijos de Job, sino también sobre los siervos que murieron “a filo de espada” (Job 1:15), o los que fueron consumidos (vers. 16), o los otros criados muertos (vers. 17).

Por más lecciones que Job y sus acusadores pudieran aprender, y aunque Satanás sufriera una derrota por la fidelidad de Job, la suerte de esas otras personas no parece justa. El hecho es que estas cosas no fueron justas, ni correctas, ni buenas.

Hoy afrontamos desafíos similares. Un niño de seis años muere de cáncer, ¿es justo? Una señorita universitaria de veinte años es arrancada de su automóvil y abusada, ¿es justo? Una madre de treinta años con tres niños muere en un accidente de automóvil, ¿es justo? ¿Y qué decir de los 19.000 japoneses que murieron en el terremoto de 2011? ¿Eran todos culpables de algo para que su castigo fuera justo? Si no, sus muertes tampoco fueron justas.

Estas son preguntas serias y duras.

 

Ir ArribaMiércoles 16 de noviembre: Basta al día...

Lee los siguientes versículos y piensa acerca de la suerte inmediata de los que son descritos en ellos. Luego, hazte la pregunta: ¿Con cuánta justicia los trató la vida? Job 1:18-20; Gén. 4:8; Éxo. 12:29, 30; 2 Sam. 11:17; Jer. 38:6; Mat. 14:10; Heb. 11:35-38.

La Biblia refleja un hecho duro de la vida en nuestro mundo caído: el mal y el sufrimiento son reales. Solo una lectura superficial de la Palabra, tomando algunos textos fuera de contexto, daría a alguno la idea de que la vida aquí es justa y buena, y de que si somos fieles a Dios, el sufrimiento no nos alcanzará. La fidelidad puede dar recompensas ahora, pero esto no significa que provea una barrera absoluta contra el sufrimiento y el dolor. Si no, pregúntale a Job.

En las Bienaventuranzas, Jesús presentó razones poderosas por las que necesitamos confiar en Dios y no preocuparnos sobre lo que comeremos, beberemos o vestiremos. Y Jesús usó ejemplos de la naturaleza como lecciones objetivas acerca de por qué podemos confiar en la bondad de Dios para nuestras necesidades. Luego, añade: “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mat. 6:34).

Nota, basta a cada día su propio mal. Jesús no estaba negando la presencia del mal en nuestras vidas, aun la presencia diaria (“mal” viene de una palabra griega que puede significar “maldad”, “depravación” y “malignidad”). Jesús hizo lo opuesto. Reconoció la presencia frecuente del mal en nuestras vidas diarias. ¿Cómo podría no hacerlo? Como Señor, él sabe más sobre el mal en el mundo que cualquiera de nosotros, y todos ya conocemos demasiado acerca de él.

¿Quién no ha comprobado cuán injusta y amarga puede ser la vida? ¿De qué modo el saber que Jesús reconoce esta realidad del mal nos consuela y fortalece en medio del dolor?

 

Ir ArribaJueves 17 de noviembre: Cosas no visibles

Lee Proverbios 3:5. Aunque es un texto muy conocido, ¿qué mensaje vital tiene para nosotros, especialmente en el contexto de lo que hemos estado estudiando?

Si bien el caso de Job es extremo, refleja la triste realidad del sufrimiento humano en nuestro mundo caído. No necesitamos la historia de Job, o siquiera otras historias que podemos leer en la Biblia, para darnos cuenta de esta realidad. La vemos en todo nuestro alrededor. De hecho, hasta cierto grado, todos la vivimos.

“El hombre nacido de mujer, corto de días, y hastiado de sinsabores, sale como una flor y es cortado, y huye como la sombra y no permanece” (Job 14:1, 2).

Otra vez, la pregunta que nos aflige es ¿de qué forma explicamos esa clase de sufrimiento que parece no tener sentido para nosotros y que se derrama sangre inocente?

Como los primeros capítulos de Job han mostrado, y según la Biblia lo revela en otras partes, Satanás es un ser real y es la causa, directa o indirecta, de mucho sufrimiento. Como vimos antes en este trimestre (en la lección 2), el esquema de la gran controversia es apropiado para ayudarnos a tratar con la realidad del mal en nuestro mundo.

Sin embargo, es difícil entender por qué las cosas ocurren. Algunas veces –realmente, muchas– las cosas no tienen sentido. En ocasiones como estas, cuando sucede lo que no entendemos, es cuando necesitamos aprender a confiar en la bondad de Dios. Es más, necesitamos aprender a confiar en Dios no solo cuando las respuestas no son prontamente visibles, sino también cuando vemos que nada bueno sale del mal y el sufrimiento que nos rodea.

Hebreos 11:1 dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Partiendo de las cosas que vemos, ¿de qué forma podemos aprender a confiar en Dios sobre aquellas que no vemos? De lo que hemos leído hasta aquí en el libro de Job, ¿en qué sentido aprendió Job a hacer precisamente eso? ¿De qué manera podemos aprender nosotros a hacer lo mismo?

 

Ir ArribaViernes 18 de noviembre

Para Estudiar y Meditar:

Vimos que Albert Camus escribió de su búsqueda de respuestas, no solo sobre el sufrimiento, sino sobre el significado de la vida, que el sufrimiento hace más problemático. Como ocurre con la mayoría de los ateos, Camus no hizo grandes avances en el tema. Su cita más famosa muestra muy poco: “Hay solo un problema filosófico verdaderamente serio, y es el del suicidio. Juzgar si la vida vale la pena vivirla o no equivale a responder la pregunta fundamental de la filosofía”.–The Myth of Sisyphus and Other Essays, p. 3. El tema del sufrimiento no es fácil de responder. El libro de Job nos muestra un cuadro más amplio que de otro modo no veríamos; aun así, no obstante, deja muchas preguntas sin responder.

Hay una diferencia entre los que estudian el tema del sufrimiento sin Dios en la ecuación y los que incluyen a Dios al hacerlo. Es cierto que el problema del dolor y el sufrimiento es más difícil si creemos en la existencia de Dios, por los problemas que su existencia plantea respecto del mal y el dolor. Sin embargo, los ateos como Camus no tienen la expectativa de respuestas y soluciones. (Hay evidencias de que, más tarde, Camus quiso ser bautizado, pero poco después murió en un accidente automovilístico.) Tenemos la esperanza de que “enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apoc. 21:4). Aun el que no crea en las promesas bíblicas podría admitir cuánto mejor sería la vida con esa esperanza, en vez de seguir viviendo con trabajos y luchas, y luego morir para siempre, donde todo eso significa la nada.

Preguntas para Dialogar:

Algunos plantean, con respecto al mal: “Bueno, sí, es cierto que hay mal en el mundo, pero también hay bien, y el bien sobrepasa el mal”. La pregunta sería: “¿De qué modo puede uno saber que el bien sobrepasa el mal?” ¿De qué forma se hace esa comparación? Otra pregunta sería: “Aún si fuera cierto, ¿qué bien le haría esa idea a Job (y a otros) en medio de su sufrimiento?”

El filósofo alemán Arthur Schopenhauer dio un ejemplo para menoscabar la idea de alguna clase de equilibrio entre el bien y el mal. “Se dice que el placer en este mundo”, escribió, “sobrepasa el dolor; o que hay un equilibrio entre los dos. Si el lector desea ver brevemente si esta afirmación es cierta, que compare los sentimientos respectivos de dos animales, uno de los cuales se está comiendo al otro”. ¿De qué manera responderías a la idea de que el bien equilibra el mal?

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