Elena G. de White y la santificación

El autor(a) Dr. Francisco Hernández, es Director del Seminario Teológico Adventista de Cuba.

Categoría: Simposio Elena G. White


Elena G. de White y la santificación

Introducción

  1. ¿Cuántas personas diariamente están en el proceso de alcanzar ser santos? Al caminar por las calles encontramos a muchas personas vestidas de blanco completamente: símbolo del proceso de santificación que están realizando. Existe un anhelo en cada ser humano por alcanzar la santificación. Dentro de la IASD también tenemos el concepto de “llegar a ser santos”. Cuando preguntamos a las personas lo que significa santificación encontramos un sinnúmero de respuesta. Las ideas difieren tanto que parecen irreconciliables y las posiciones diametralmente opuestas.

  2. Es el propósito de este trabajo mostrar a la luz de los escritos de EGW cuál era es el concepto de la santificación y cómo es posible llegar a alcanzarla.

La santificación

  1. Antecedentes

    1. Elena G. Harmon, desde muy joven, anhelaba sobre todas las cosas obtener la santidad del corazón. Este tema se encontraba constantemente en su mente y su mayor búsqueda era la de “sentir que había sido completamente aceptada por Dios”.1

    2. Es importante recordar el trasfondo de la familia de Elena: fueron metodistas de profesión. Ella había escuchado entre los miembros de esta denominación el concepto de la santificación. Había observado a varias personas perder su fuerza física bajo la influencia de poderosa agitación mental, y entre ellos se afirmaba que “eso era evidencia de santificación”.2

    3. En su mente había una pregunta: ¿Qué es necesario hacer para estar plenamente consagrada a Dios? Otras personas le decían que con sólo creer en Jesús y en su aceptación era suficiente para recibir la santificación. Ella cuenta que trató de hacer lo que le decían pero le era imposible aceptar que una bendición tal la había recibido sin experimentar una conmoción de su ser.3

    4. Sus ideas sobre la justificación y la santificación eran confusos. Pensaba que eran conceptos separados y distintos unos del otro. No podía entender cuál era la diferencia y lo que cada uno de ellos significaba. Nadie lograba explicarle y los predicadores lo  que hacían era aumentar sus dudas.4

    5. En algunos momentos llegó a pensar que esta bendición era sólo para los metodistas y cómo estaba asistiendo a las reuniones adventistas se estaba excluyendo de “la santificación del Espíritu de Dios”.5

    6. Otro aspecto que le causó preocupación fue que observaba como algunos metodistas que afirmaban estar santificados eran ásperos y mordaces cuando se introducía el tema de la segunda venida de Cristo. Obviamente, esto no parecía ser “una manifestación de la santidad que ellos profesaban”.6

    7. En su mente sólo podía aceptar lo que los mileristas “llamaban justificación”. Pero al leer su Biblia había descubierto el pasaje de que “sin santidad nadie podría ver a Dios”. Por lo tanto debía algo más que hacer, “una realización superior que yo debía alcanzar antes de tener la seguridad de la vida eterna”.7

    8. Vez tras vez los pastores, desde el púlpito, enseñaban que “Dios no se proponía salvar a nadie más fuera de los que habían alcanzado la santificación”.8 El concepto de un Dios tirano y que se deleita en la agonía de los perdidos estaba en su mente. La angustia se posesionó de su corazón: “gemía y temblaba con angustia inexpresable”.9

    9. Una persona, el pastor Stockman, le ayudó a ver a Dios como Padre amoroso y misericordioso. El pasaje de Salmos 23:1 comenzó a presentarse con insistencia en su mente, su corazón se llenó de paz y felicidad. Luego de esta experiencia pudo sentir “la seguridad que provenía del Salvador que había establecido su morada en su interior”.10

    10. Ahora todo su esfuerzo se centraba en “hacer la voluntad de Dios y en mantener a Jesús de continuo en mi mente”. Lo que más anhelaba era contar a otros “la historia del amor de Jesús”.11

    11. Ella cuenta como fue el último testimonio que presentó en una clase con sus hermanos metodistas. Les refirió que “la creencia en la segunda venida de Cristo era lo que había conmovido su espíritu y la había inducido a buscar con más fervor la santificación del Espíritu de Dios”. El dirigente de la clase metodista le interrumpió para recordarle que la santificación la había recibido mediante el metodismo y no mediante una doctrina errónea.12

  2. Falsas teorías en cuanto a la santificación

    1. Elena de White13 cuenta la experiencia de cómo el pastor K presentó un concepto errado al hermano J y a la hermana G referente a la santificación. Su teoría aturdió y confundió a muchos.

    2. El hermano J tenía como tema clave la consagración pero su corazón no era recto. Su mente estaba dividida. No poseía el ancla de la verdad. Se dedicaba a difundir informes e historias de otras personas con el propósito de “distraer y hacer vacilar las mentes”.

    3. La hermana G fue conducida al fanatismo por la teoría de la santificación que recibió del pastor K. Su teoría se basa en blanquear lo externo del vaso. Sólo le da a las personas apariencia de buenos cristianos cuando sus corazones están corrompidos. Es una cura superficial. Su ropaje es el de la santificación cuando sus corazones son corruptos. La santificación es solamente “un manto blanqueado para ocultar la deformidad del alma”.

    4. El pastor K se espacia mucho en la santificación pero le da poca importancia al canal por el cual se recibe: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Jn. 17:17). Los frutos de la labor de este pastor muestran su verdadera condición.

    5. El señor L es otro caso que muestra un falso concepto de la santificación. Siente preocupación especial por la santificación mientras desecha la Palabra de Dios. Elena de White afirmó que “no hay santificación bíblica para los que desechan una parte de la verdad”.14

    6. Luego de 1844 Elena de White tuvo que hacerle frente a varias teorías especulativas. Una de ellas era con respecto a la santificación. Algunos enseñaban que “los que habían sido santificados no podían pecar jamás”.15 El error estaba en que creían que “los afectos de los santificados no podían extraviarlos. El resultado de esta tendencia era la satisfacción de los malos deseos de los corazones que aseveraban ser santificados, pero que en sus pensamientos y hechos distaban mucho de ser puros”.16

    7. En otra ocasión ella escribió una carta en 1903 a los dirigentes de la obra médica en la cuál afirmó: “Un sentimiento agradable y de satisfacción propia no constituye evidencia de la santificación”.17

  3. La verdadera santificación

    1. Es una santificación en la verdad (Jn. 17:17,19).

    2. Es una obediencia a la verdad a través del Espíritu (1 Ped. 1:22).

    3. Es una limpieza de toda contaminación de carne y de espíritu (2 Cor. 7:1).

    4. Es un ocuparse diario de la salvación con temor y temblor” (Fil 2:12-15).

    5. Es mostrar el amor desinteresado que Cristo mostró (Efe. 5:25-27).

    6. Es un cristiano que crece continuamente en el conocimiento y en el amor de Dios (2 Ped. 3:14,18).

    7. No es una meta sino un caminar diario (Fil. 3:12).

    8. Elena de White la define cuando afirma: “La santificación no es obra de un momento, una hora o un día. Es un crecimiento continuo en la gracia. No sabemos un día cuan intenso será nuestro conflicto al día siguiente. Satanás vive, es activo y cada día necesitamos clamar fervorosamente a Dios por ayuda y fortaleza para resistirle. Mientras reine Satanás tendremos que subyugar el yo, tendremos asedios que vencer, y no habrá un punto en que detenerse, donde podamos decir que hemos alcanzado la plena victoria”.18 Y añade: “Hay trabajo constante para el cristiano. Todo sarmiento de la cepa debe obtener de ella vida y fuerza a fin de dar fruto”.19

    9. Elena White siempre mantuvo la idea de que la santificación genuina es “una muerte diaria al yo y la conformidad diaria a la voluntad de Dios”.20 En una ocasión que estuvo en Oregón se le mostró que a lo que llamaban santificación realmente no lo era. Luego cita a Pablo y revela que la santificación de él era un “conflicto constante con el yo” (1 Cor. 15:31). Explica que “su voluntad y sus deseos entraban en conflicto diario con la voluntad de Dios. En lugar de seguir su propia inclinación, hacía la voluntad de Dios aunque no fuera agradable y crucificara su naturaleza”.21

    10. Al definir lo que es la santificación genuina ella la introduce con el pasaje bíblico “Separados de mí nada podéis hacer” (Jn. 15:5) y luego comenta: “Su paciencia y mansedumbre compenetrarán el carácter, difundiendo un resplandor que alumbra y esclarece el camino hacia el cielo. Contemplando e imitando su vida, somos renovados a su imagen. La gloria del cielo brillará en nuestras vidas y se reflejará sobre otros. En el trono de la gracia podemos encontrar la ayuda que nos capacitará para vivir así”.22

Conclusión

  1. Elena de White nos muestra un ejemplo práctico de santificación. Señala la vida de Juan, el discípulo, como un modelo de la verdadera santificación.23

  2. Podemos señalar algunos elementos que extraemos del capítulo “Transformados por gracia”24 que pueden ayudarnos a recibir la verdadera santificación:

    1. Relacionarse con Cristo.

    2. Someter el temperamento al poder modelador de Cristo.

    3. Renunciar a nuestros conceptos e ideas.

    4. Desarrollar el principio del amor.

    5. Aprender el significado de la abnegación.

    6. Paciencia en el servicio.

    7. Trabajar humilde, diligente y fielmente.

    8. Morir constantemente al pecado.

    9. Obediencia prestada durante toda la vida.

    10. Confiar plenamente en la justicia de Cristo.

    11. Proseguir la buena carrera de la fe.

    12. Obedecer sus mandamientos.

    13. Orar.

  3. Recordemos:

    1. “La verdadera santificación significa amor perfecto, obediencia perfecta y conformidad perfecta a la voluntad de Dios. Somos santificados por Dios mediante la obediencia a la verdad. Nuestra conciencia debe ser purificada de la obras de muerte sirviendo al Dios viviente. Todavía no somos perfectos; pero es nuestro privilegio separarnos de los lazos del yo y del pecado y avanzar hacia la perfección. Grandes posibilidades, altos y santos fines están al alcance de todos”.25

    2. “Porque la voluntad de Dios –acerca de vosotros- es vuestra santificación” (1. Tes.4:3).

 

Referencias Bibliográficas

  1. Elena G. de White, Testimonios para la iglesia, 9 vols. (Florida, EUA: Asociación Publicadora Interamericana, 2003), 1:27.

  2. Ibíd.

  3. Ibíd.

  4. Ibíd., 1:28.

  5. Ibíd.

  6. Ibíd.

  7. Ibíd.

  8. Ibíd., 1:29.

  9. Ibíd., 1:31.

  10. Ibíd., 1:35-36.

  11. Ibíd., 1:36.

  12. Ibíd., 1:41.

  13. Ibíd., 1:299-305.

  14. Ibíd., 1:303.

  15. Elena G. de White, Testimonios para la iglesia, 9 vols. (Florida, EUA: Asociación Publicadora Interamericana, 2003), 8:308.

  16. Ibíd., 8:308.

  17. Ibíd., 8:245.

  18. Ibíd., 1:304.

  19. Ibíd., 1:305.

  20. Elena G. de White, Testimonios para la iglesia, 9 vols. (Florida, EUA: Asociación Publicadora Interamericana, 2003), 2:294. 

  21. Ibíd., 294-295.

  22. Elena G. de White, Testimonios para la iglesia, 9 vols. (Florida, EUA: Asociación Publicadora Interamericana, 2003), 5:286.

  23. Elena G. de White, Hechos de los apóstoles  (Florida, EUA: Asociación Publicadora Interamericana, 1957), 445-453.

  24. Ibíd.

  25. Ibíd., 451.

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