La forma de vestir y la sencillez

El autor(a) Mtro. Luis Amador Morales, en el momento de escribir este trabajo es pastor de la Iglesia de Fomento, Sancti Spíritus.

Categoría: Simposio Elena G. White


La forma de vestir y la sencillez

La vestimenta es determinante en nuestra credibilidad y aceptación. En cierta corporación se realizó una investigación acerca del impacto del código de vestuario. El grupo en estudio se dividió en dos muestras, a la primera se le estableció un estilo en el vestir y la segunda quedó libre de tal patrón. Un año después el primer grupo había mejorado en todas las áreas, estuvo más tiempo en su puesto de trabajo y redujo las tardanzas en un quince por ciento. Indiscutiblemente, nuestra apariencia personal impacta a quienes nos rodean y a nosotros mismos.1

“Qué tristeza me da que estés gastando tu tiempo en escribir sobre eso” -me dijo alguien que no simpatiza mucho con tratar el asunto de la vestimenta en la iglesia-. Es cierto que el vestuario no es el punto de partida para una reforma espiritual, pero sí es la evidencia externa de que algo ha cambiado en el interior. No es la causa, pero inevitablemente es el resultado. En el Nuevo Testamento, Pablo y Pedro son los estilistas por excelencia; guiados por el Espíritu Santo enuncian los grandes principios de la ética del atavío cristiano. Muchas son las referencias de la Mensajera del Señor relativas a “vestimenta”, “ropa”, “joyas” y “ornamentos”. El Manual de Iglesia, con mente amplia y flexibilidad cultural, registra nuestra compresión bíblica del tema. A esto se une la producción literaria de los pensadores adventistas en artículos y libros que reconocen, desde una perspectiva equilibrada y sin hacer de ello una nueva y única verdad presente,  el valor de la apariencia de un seguidor de Jesús.

En la década de los 1990 la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Cuba se nutrió de muchas personas que hoy, alrededor de diez años después, son las que tienen el liderazgo, pero que no han sido plenamente educadas e instruidas en áreas prácticas como la que nos ocupa. Todo cuanto han aprendido lo han hecho por observación, el empirismo ha sido la brújula guía que ha movido a las masas adventistas neófitas hacia uno u otro estilo de vestuario. Detrás de esta realidad subyace un pensamiento global  erróneo: “El atavío no es un indicador del carácter cristiano”, pero la verdad es exactamente todo lo contrario: “Somos lo que usamos”. La literatura disponible acerca del atavío cristiano no es todo lo abundante que la necesidad demanda, y la enseñanza y predicación enfocadas a esta área a veces no están en el proyecto anual del pastor o el anciano.2  Por tales razones, este artículo busca orientar a la iglesia y sus líderes hacia la expectativa de Dios en cuanto al vestuario y la sencillez del cristiano.

Panorama histórico de la vestimenta

La función más evidente del vestuario es proteger y proporcionar calor, aunque también identifica a quien lo usa -sexo, edad, ocupación u otra característica-. También es cierto que hay vestimentas que no protegen o que pueden causar daños.

Conocemos a una inquieta dama muy ligada a la historia y sus eventos: La moda. Es como un espejo que refleja el estado social y económico de sus seguidores, es una especie de carrera incesante donde el más pudiente cambia paradigmas, aunque sean retrógrados e ilógicos, para deleitarse en el “Nadie como Yo”. En el fragor de esta batalla, cuando las clases más bajas pueden llegar a copiar a las más altas, estas últimas introducen un nuevo y más costoso cambio para demostrar su supremacía.3

En un vistazo a la antigüedad, notamos que el origen del vestido tradicional de griegos y romanos no está claro, aunque era muy sencillo y similar al traje persa. Los primeros romanos usaban la túnica, semejante a una camisa, y la toga, que podía medir aproximadamente tres veces la altura de la persona y se doblaba a lo largo. En el Imperio de Occidente la toga llegó a quedar finalmente reducida a una tira de tela, la estola. La túnica y la estola fueron adoptadas luego por la iglesia cristiana.4  Eran simples en sí mismas pero fueron altamente adornadas con oro y piedras preciosas, con lo que su sencillez se diluyó en la lujuria. Pasaron de lo funcional y práctico a lo ornamental, con la distorsionada intención de mostrar poder y superioridad.5

En los párrafos siguientes resulta un tanto más didáctico continuar el análisis desde la óptica de la psicología masculina y femenina. El cuadro de la Edad Media revela que los caballeros gastaron fortunas adornando sus chalecos, armas, sombreros y el verbo de sus discursos. Dentro de la Edad Moderna el cambio más radical de la ropa masculina aconteció en el siglo XVII. Con la centuria siguiente la Revolución Francesa hizo renacer el uso de los pantalones, después de unos 600 años de ausencia. Durante el siglo XIX, con el establecimiento del imperio de Napoleón, hubo un retorno a la formalidad y la elaboración, pero sin cambios sustanciosos en la moda. El siglo XX, a finales de 1940 y principios de los 1950, tratando de contrarrestar el efecto de la II Guerra Mundial, trajo el estilo “Nuevo Look”.6  Hacia la conclusión de los 1960 la moda masculina copió mucho de la femenina; surge la llamada Moda Unisex.7  Los hombres vestían camisetas con mensajes, vaqueros, pantalones pata de elefante, cazadoras de piel, y se renovó el traje clásico. En los últimos años de la década de 1970, el deporte y la música marcaron la indumentaria; la música disco y el punk rock influyeron en la estética.8

En la plenitud de ese cercano siglo resulta impresionante la costumbre en Papúa-Nueva Guinea, al noreste de Australia. En algunas regiones de este territorio los hombres utilizan sobre sus penes cubiertas de bambú que llegan a medir hasta quince pulgadas. El objetivo es impresionar a las mujeres y a los enemigos, mostrando que los guerreros son más viriles que sus contrarios. Porque precisamente ese es el móvil del hombre bajo el dominio de su naturaleza de pecado: Causar la impresión de superioridad y fortaleza física o económica.

Desde la perspectiva femenina vemos que antiguamente era lícito el nudismo total en la gimnasia, los funerales y los templos. Pero el auge del cristianismo y el Islam condujeron a un vestuario modesto. Pablo y Pedro rechazaron el exhibicionismo femenino, y Agustín de Hipona llegó a censurar incluso el maquillaje, aunque consideraba que una mujer debía ataviarse ligeramente para agradar a su esposo en privado. Cuando Teodocio I estableció la obligatoriedad del cristianismo en el Imperio Romano (381 d.C) la visión cristiana de lo modesto dominó la apariencia de las mujeres, excepto las de las corte. Al dividirse el Imperio se establecieron dos centros: Roma y Constantinopla; cada ciudad estableció su propia identidad y estilo en el vestuario. Hacia los siglos XV al XVIII la mayoría de los cambios en la moda fueron avivados por las competencias cortesanas. Luego, con el  Romanticismo, se desarrolló un estilo más encubridor. En esta etapa, la incursión de la mujer en el deporte fue algo característico, lo que, sin dudas, impactó el atuendo.9  Durante el siglo XIX la Revolución Industrial produjo cambios altamente acelerados en las costumbres del vestir femenino.10 El próximo reavivamiento clásico aconteció entre 1907 y 1908, en su contexto el vestido vespertino se tornó más simple.11  Posterior a la I Guerra Mundial y por las condiciones de trabajo, la forma del cuerpo femenino y sus piernas reaparecieron, después de casi cinco siglos. A mediados de la década de los 1920 la saya estaba por la rodilla, y hacia los 1930 las mujeres ya estaban usando pantalones.12  La ropa de playa fue cubriendo menos y la anatomía femenina se hizo más evidente. Así, hacia los años 1950, surgió el bikini; a partir de ese punto el nudismo total fue aceptable en algunas playas.13  En 1964 surgió en Londres lo que marcaría la gran revolución juvenil de la década: La minifalda. Por estos años brotan otras prácticas como la maxifalda, la moda espacial, los vestidos metálicos de Paco Rabanne y el pelo de colores.14  En la mujer prima por naturaleza un sentir milenario: “La bella, Yo”.

Los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI son una especie de amalgama de tendencias en el vestuario. Encontramos la moda hippie, que muestra rechazo a los valores tradicionales de la sociedad y que prima entre los aficionados al rock. La moda sexy, que expresa el deseo de seducir como recurso gancho para el comercio. El vestuario ejecutivo, con sus peinados, trajes de negocios y zapatos lustrados, que refleja autoridad y dignidad.15  En esta etapa la moda se convierte en un espectáculo y se impone el estilo juvenil, deportivo e informal.16  En medio de tal delta, donde tantas tendencias confluyen ¿hacia dónde remará el cristiano? Y, vale la especificidad ¿Hacia dónde navegará el cristiano adventista del séptimo día? La expectativa de Dios es el rumbo correcto.

Una foto del Remanente

La observación puede llevarnos a describir en palabras lo que está sucediendo dentro de nuestro pueblo. MacDowell destaca que los hechos se discuten, pero los sentimientos no. Algo más o menos así podríamos decir en materia de vestimenta, cuando de describir nuestra realidad congregacional se trata. Las causas se discuten, pero la práctica viviente que nos rodea no, es un hecho. Que hay que encausarlo, es cierto, pero es un hecho.

Cuando Saulo de Tarso se confrontó con el deseo de Dios para su vida no pudo contenerse de decir: “Señor, ¿que quieres que haga?” (Hechos 9: 6). Compararnos con el paradigma divino, aunque en ocasiones es doloroso, será de mucha ayuda. Las declaraciones que llevan el sello de “Porque la boca de Jehová lo ha hablado” (Isaías 58:14) nos dejan sin un “yo creo”, sin excusas ni racionalizaciones. Por medio de su mensajera el Señor declara: “Dios llama a su iglesia a separarse del mundo en cuanto a la vestimenta más de lo que Ud. piensa. Está constantemente instruyendo a su pueblo para que huya del orgullo, del amor al yo…”.17  Y reiterando este asunto del cristiano y su vestuario añade: “La línea de demarcación entre una clase tal y el mundo será demasiado clara para ser confundida”.18

Se requiere un arduo trabajo para contextualizar la metodología de los líderes juveniles de nuestro movimiento en las iglesias locales. En el siglo XXI continuamos con la teatralización de los ´70 u ´80, y sucede que muchas veces en nuestros programas se hace más énfasis en lo negativo que en lo positivo. En una Sociedad J.A. convencional, en la apertura de algún congreso o en algún programa especial vemos chicas de pronunciada figura con pantalones de una talla inferior a la suya. ¿El resultado? La imagen se siembra en la mente de todo aquel que tenga “cromosomas xy” por un escaneo visual, a menos que ese caballero encaje su vista en el suelo o en el techo.

Cuando se compara el estilo de vestuario del sábado en la mañana con el del resto de la semana, o incluso con el del mismo sábado en la tarde, el cambio brusco no se deja esperar. Es cierto que la mejor ropa que tengamos ha de ser para la adoración sabática, es nuestro encuentro especial con Jesús. También es cierto que toda la semana no estaremos vestidos de mangas largas, traje y sayas extensas en todo momento; cada ocasión lleva su etiqueta, pero dentro de un estilo. De lo que venimos hablando es del estilo, el formato, el patrón de vestuario. En la mañana del sábado es conservador, pero horas después no se puede distinguir; “la línea de demarcación” llega a ser oscura y confusa.

¿Cuántas veces ha visto Ud. a una dama que sube a la plataforma con una saya tan corta, que en el momento de sentarse vemos en su rostro el ardiente anhelo de que sea elástica? La estira y la vuelve a estirar, pero no da más. La culpable debe ser la costurera, que no anotó bien las medidas. A ello se une el afán por la ropa ajustada, tan ajustada que involuntariamente nos lleva a evaluar el principio filosófico de “forma y contenido”. Las aulas cristianas no están excluidas de este párrafo.

Resulta asombroso ver cómo existen evidencias internas en la Biblia para confirmar sus eternas verdades, y decimos “¡Así es, lo sabía!” cuando la arqueología y la ciencia demuestran lo ya revelado por Dios -eso es evidencia externa-. Cierta visitante asistió a una de nuestras congregaciones, pero esta no es cualquier visitante, es una persona observadora que extrae inferencias con notable agilidad. Al terminar el culto comentó: “¿Por qué las mujeres de aquí no se arreglan como las de allá?” -refiriéndose a su provincia natal-. Tensión, hay tensión; incluso las filisteas se percatan de las inconsistencias de Israel -evidencia externa- ¿Qué respondería Ud. ante una interrogante así? ¿Cómo explicarles a las damas que están en la clase bautismal o tomando estudios bíblicos personales? Bacchiocchi identifica la realidad que se esconde en el fondo de este asunto, y lo dice así con excelencia:

La relajación del código cristiano de vestimenta y adorno debe ser vista como parte del cambio gradual que ha acontecido este pasado siglo alejado de una perspectiva teísta del mundo en la cual Dios es la realidad esencial de quien nos derivamos y ante quien somos moralmente responsables, hacia una perspectiva materialista del mundo en la cual la materia es la realidad esencial de quien derivamos y ante la cual no somos moralmente responsables.19

Lo que Dios espera

Ellos alcanzaron un doctorado en trabajo con los gentiles, quizás por eso Pablo y Pedro fueron quienes mejores pautas trazaron frente al conflicto del atavío. 1 Timoteo 2: 9,10 y 1 Pedro 3: 3,4 son pasajes claves de donde se pueden beber los principios orientadores para cualquier contexto cultural. Implícita o explícitamente nos hablan del atavío externo e interno. A través de ellos somos elevados a una norma superior, más allá de lo terreno, a una nueva identidad y ciudadanía: Cristianos Embajadores.

Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad  (1 Tim 2:9,10).20

La ropa

En este pasaje el primer término griego que Pablo utiliza para definir el estilo de la vestimenta es kosmios. Inicialmente tenía connotaciones filosóficas y se aplicaba a una persona bien ordenada y equilibrada; luego adoptó un sentido social más débil, para referirse a alguien “de buenos modales” u “honorable”.21  Puede entenderse como algo modesto, en el sentido de moderado y bien ordenado o algo atractivamente adecuado.22 Algunas posibles traducciones son “bien ordenado”, “modesto”23, “moderado”.24

Barnes considera que kosmios es algo modesto, pero no contrario a lo inmodesto o a lo que tiende a excitar deseos y pasiones impropios.25  En cambio, Walvoord y Zuck profundizan un poco más en la intención implícita de la palabra, al decir que, junto a las otras dos que el apóstol utiliza aidos y sophrosune, incluye la ausencia de sugerencia sexual, aunque el término no lo enfatiza mucho. Al parecer el problema que la iglesia cristiana estaba enfrentando en Éfeso era la influencia del vestuario de las prostitutas de los templos paganos.26

Una ropa tipo kosmios es aquella que evita el despertar de las fantasías sexuales, al no llamar la atención hacia zona erógena alguna del cuerpo. El cristiano debe vestir sin que Dios, otros o él mismo se avergüencen. La ropa debe proporcionar suficiente cubierta como para que los demás no se sientan tentados. Vestir kosmios tiene la gran ventaja de preservar la intimidad, donde todo queda reservado para nuestro cónyuge; así se fortalece y perpetúa el lazo matrimonial. Resulta saludable destacar aquí que el código de la modestia es violado también cuando, en nombre de ella, desatendemos nuestra apariencia personal o le damos demasiada atención a la misma.27

El siguiente calificativo que el apóstol emplea es aidos, y sólo aparece en este texto del Nuevo Testamento griego. Bultmann atribuye esta baja frecuencia a que el ser del cristiano no se define por su relación consigo mismo, sino por su relación con Dios y el prójimo. El griego aidos se puede traducir como “modestia”28, “consideración por otros”, “respeto”29, “vergüenza, “respeto propio”.30  Es la cualidad de modestia con la implicación del respeto resultante.31  Se puede apreciar cierta conexión o solapamiento entre aidos y kosmios, son como mirar a una misma realidad desde dos perspectivas diferentes ¿Qué no dice kosmios acerca del atavío que Pablo necesita utilizar aidos? ¿Qué añade aidos que le faltó a kosmios?

La ropa aidos nos recuerda el segundo gran mandamiento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev 18:19; Mt 22:39). Implica un estilo que, primeramente, revela una autoestima equilibrada, porque la forma en que una persona se viste tiene una inevitable conexión con su autoestima. La tendencia a exhibir puede relacionarse con la idea femenina de que se tiene una pobre dotación física, y que por lo tanto, no se es tan atractiva para los hombres de la iglesia. Aunque, la otra cara de la moneda no está excluida, que la muchacha tenga tantas aptitudes físicas que quiera compartirlas con aquellos a quienes no le corresponde. Por otra parte, la onda aidos destrona al “yo”, para facilitar que la relación con nuestro prójimo descanse sobre su derecho32 y nuestro deber, no al revés.

La tercera palabra es sophrosune. Hay dos posibles acepciones para ella, sano juicio o moderación; la segunda es la más adecuada para el pasaje en cuestión.33  La sophrosune se refiere a una actitud básica que conduce a ciertas modalidades de conducta. En las listas populares de virtudes, es una virtud de los gobernantes, los profesionales y las mujeres; es semejante a castidad.34  Implica la habilidad de contener las pasiones y los impulsos. Puede verse como un comportamiento sensible, con la implicación de una conciencia de lo que es mejor. Se vierte al español en términos como “moderación”, “sensibilidad”, “autocontrol”35, “castidad”, “sobriedad”, “temperancia”.36

El vestuario sophrosune es parte de la reforma pro-salud, que incluye esa temperancia por la cual Cristo, al iniciar su ministerio, venció el apetito frente al que Adán cayó. Este estilo habla de la autenticidad del remanente, que ejerce moderación en su atavío y no es presa del impulso, que busca la excelencia y el profesionalismo aun en su aspecto personal. Desde una posición de alerta vale decir que no es la moda quien debe tener el control del presupuesto familiar; es la familia cristiana quien debe tomar lo más ético, sensible y sobrio de ella, si lo tiene, para planificar sus finanzas en el ejercicio de una mayordomía que glorifique a Dios. Una cosa es lo que nos gusta y otra lo que necesitamos y podemos adquirir.

La actitud sophrosune implica autocontrol; éste determina muchas virtudes. Pablo reconoce que ese autocontrol es indispensable para que el cristiano se vista modesta y decentemente. Él se refiere a la mujer convertida como una que viste sobriamente, dominando su deseo de exhibirse. Su apariencia no dice: “¡Mírenme, admírenme!”, sino “¡Miren cómo Cristo me ha cambiado de adentro hacia fuera!”. La cristiana que ha sido librada de la actitud de hacerse un objeto de admiración por su atavío, no tendrá temor de usar la misma ropa con relativa frecuencia si está bien elaborada, es conservadora y la usa de la manera apropiada.37

El peinado

Al concluir lo relativo a la ropa el escritor inspirado menciona otro elemento externo, el peinado. El griego plégma, con el que el siervo de Dios se refiere al arreglo del cabello, describe algo entrelazado a modo de trenza. Es una referencia a adornos elaborados. Una traducción literal sería “peinado elaborado”.38  Los hombres hebreos daban mucha atención al asunto del cabello, pero las mujeres mucho más, dada la indicación divina de Levítico 21:5. En la época neotestamentaria los judíos adoptaron con mucha frecuencia la moda de los romanos al arreglar su pelo, fundamentalmente en la diáspora.39  El sentido de 1 Timoteo 2:9,10 estriba en que la mujer cristiana no debe imitar a la del mundo prestando afanada atención a los adornos del pelo.40  Al parecer, Pablo aquí está combatiendo cierto elemento seductor del peinado de entonces.41  Hoy, la longitud del pelo varía indistintamente, así como los estilos de peinado. El cristiano debe evitar la idolatría del cabello, palpable en peinados que buscan el elogio como nutriente del ego personal. El pelo no es el centro de la vida, sólo protege el cuerpo para que ésta sea de más calidad. Lo dicho no excluye el cuidado elemental que necesita el cabello, ni su buen olor. Las palabras del Comentario Bíblico Adventista son certeras al decir:

Cualquier peinado demasiado llamativo es una violación del principio aquí expresado; sin embargo, el cabello descuidado también llamaría la atención y violaría los principios cristianos.  El buen gusto y el equilibrio son parte de una sana religión.42

Joyas y adornos

La ropa, el peinado y, finalmente, los adornos y joyas son los tres puntos fundamentales en los que Timoteo recibe la instrucción paulina; es la misma indicación dada por Pedro (1 Pedro 3:3). Aunque en nuestros días muchos cristianos no ven nada objetable en el uso de joyas, la Biblia se aleja de esa práctica. Existen dos realidades básicas en las páginas sagradas en cuanto al asunto que ahora nos ocupa: Por una parte, hay ejemplos en los que el uso de joyas no parece ser condenable, pero por otra, las joyas se asocian con la rebeldía hacia Dios y la entronización del “Yo”.

Para entender el adorno en la Biblia hay que tener en mente el tipo de adorno, su objetivo y la intención con que se usa. La vestimenta del sumo sacerdote era espléndidamente hermosa, pero el objetivo simbólico y litúrgico estaba por encima del estético (Éxodo 28). Cuando la novia se ataviaba era para ser hermosa al novio, no para un despliegue de riqueza o hacerse atractiva a otros hombres; vemos que la Nueva Jerusalén está adornada así (Apocalipsis 21:2). En Ezequiel 16:11-13 Dios mismo adorna a una joven. Pero notemos que esta escena es una metáfora, si la joven aquí representa a Israel las joyas que porta también deben ser simbólicas. Con este acto divino se representa el milagro de la redención. En el caso de Rebeca (Génesis 24:30) y el de José (Génesis 41:24) no parece ser condenable el uso de las joyas.

Otros ejemplos nos muestran una posición diferente. Tenemos a Jezabel (2 Reyes 9:30), a la ramera de Apocalipsis (Apocalipsis 17:4) y a las hijas rebeldes de Israel (Ezequiel 23). A ello se une que en dos ocasiones las joyas fueron retiradas frente a reavivamientos espirituales, tal como aconteció en Siquem y el Monte Horeb.43  Isaías desaprueba el orgullo de las mujeres, que se revelaba en sus cuerpos adornados con joyas y ropas costosas. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento el uso de joyas se puede ver asociado a una intención seductora.44

Al consultar los escritos inspirados se pueden identificar ideas orientadoras con relación a los adornos y joyas, son algo así como las indicaciones de un manual práctico:

  • “Las joyas y los vestidos costosos no nos darán influencia” ante Dios.45

  • Abstenernos de toda joya y adorno es parte de nuestra fe.46

  • La Palabra de Dios enseña que debemos abandonar toda extravagancia y adorno superfluo.47

  • Lo que se gasta en joyas y adornos debe ser utilizado para ayudar a los hambrientos, pobres, desnudos y enfermos.48

  • Nuestro dinero significa la salvación de las almas, no debe ser gastado en joyas y adornos costosos.49

  • El “ansia de cosas difíciles de obtener para hermosear nuestras casas” nos hace perder de vista lo que en realidad Dios desea.

  • Para Dios un espíritu manso y sereno tiene más valor que las joyas.50

  • La fe que se fortalece en medio de las pruebas tiene más valor para Dios que la joya más costosa.51

El propósito de un adorno costoso, cualquiera que sea, es llamar la atención; es siempre una expresión de egocentrismo y a veces de un deseo de llamar indebidamente la atención al sexo opuesto.52

Una joya no sólo es un objeto costoso, algo sencillo y cotidiano puede convertirse en una joya en nuestra mente. Como seguidores de Jesús debemos combinar lo funcional y lo de buen gusto a la hora de ataviarnos. Un cristiano que usa un reloj que lo mantenga puntual como buen mayordomo es aceptable. Pero si ese mismo cristiano, con ese mismo reloj, pero sin pila, lo sigue usando conscientemente, ya el reloj perdió su cualidad funcional; ahora lo estético prima sobre lo funcional y, es duro decirlo, pero necesario, entonces el reloj se ha transformado en una joya. Es más o menos lo mismo que usar gafas solares donde no hay sol o abrir una sombrilla a la sombra y sin lluvia, porque sean nuevos o nos lo hayan prestado y no podamos evitar el factor presunción.

El carácter

El atavío es una indicación del carácter. Cuestiones como “las buenas obras”, “la piedad” y “el espíritu afable y apacible” inconfundiblemente nos llevan a pensar en materia de carácter. Más que cualquier otra cosa, el carácter.

Piedad se traduce del griego theosebeia, que se relaciona con las creencias o prácticas relativas a la adoración de una deidad53,  y significa reverencia hacia la bondad de Dios54, religiosidad.55  Como lo describe Wiersbe: “… la piedad es simplemente una expresión abreviada de la «semejanza a Dios»”.56  El espíritu afable -prauses-  es “gentileza de espíritu”, “mansedumbre”57; es un fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:23). El “espíritu apacible” -hesuchios- habla de poseer calma interior, “quietud”, “tranquilidad”, “paz”.58  Se trata de un corazón a prueba de provocaciones que revela el carácter de Dios.

Cuando alguien dedica mucho tiempo, recursos y atención a decorar su persona eso habla de escasez de excelencia interior59; algo externo y material debe cubrir su vacío interno. La apariencia externa es un importante índice de carácter cristiano, es un testimonio visible y silencioso de nuestros valores morales. Algunos visten para agradarse a sí mismos o, con cierta moda, para agradar a otros; el cristiano viste para glorificar a Dios. De tal manera estamos comprometidos con revelar el carácter de Cristo en nuestra vida, que debemos hacer lo posible porque otros se sientan atraídos por Él y lo acepten, incluso a través de la forma en que nos vistamos.60  Nuestro Manual de Iglesia destaca: “… la vestimenta es un factor importante en el carácter cristiano”.

La sencillez está sólidamente unida al carácter. En la historia, cuando vemos un aumento en la pompa de la iglesia hay declinación espiritual. Como fue de sencilla la vida de Cristo, en comparación con el esplendor de los líderes de la época, así ha de ser la de su remanente en el tiempo final, en contraste con la ola de mundanalidad.61  El vestuario modesto glorifica a Cristo; las modas exageradas sólo enfatizan a la persona y hacen que el cristiano parezca mundano. Es posible que el cristiano sea moderno y sin embargo modesto y sencillo62; para que no sea llamativo, debiera seguir los estilos más conservadores y razonables de la época. “El pueblo de Dios debe situarse siempre entre los conservadores en materia de vestimenta”.63

Conclusiones

La educación de nuestras congregaciones se torna cada día más necesaria. Es un proceso que requiere tiempo y esfuerzo, pero que redundará en la preservación de nuestra identidad y en la aplicación práctica de los principios divinos. No se trata de un asunto de legalismo desenfocado, sino del mensaje que, como embajadores del Reino, estamos emitiendo a quienes nos rodean; se trata de cuán efectivamente estamos siendo la fibra óptica del cielo para transmitir la luz de la gloria de Dios a quienes viven poco antes de la segunda venida de Cristo (Apocalipsis 18:1).

Al seguirle la pista a la moda a través del cauce de la historia se puede comprender cómo el vestir humano ha estado afectado por factores económicos, sociales, políticos y religiosos. Un análisis desde la perspectiva de la psicológica nos puede llevar a la idea de que el hombre separado de Dios viste, consciente o inconscientemente,  para causar la impresión de superioridad y fortaleza física o económica. También el móvil femenino es identificable, un anhelo de sentirse hermosa, atractiva y deseable para el sexo opuesto, algo que es muy acentuado en ciertas edades. En medio de tantas y tan cambiantes tendencias, lo más saludable y seguro para el cristiano es prestar atención a las indicaciones de Pablo y Pedro, en ellas está contenida la voluntad del Señor.

Al hacer un retrato hablado de nuestra grey encontramos ciertas inconsistencias y contradicciones. Hay tensión entre lo que profesamos y lo que practicamos en materia de vestimenta y sencillez. Esta situación demanda principios y pautas orientadoras que nos armonicen con lo que Dios desea. No podemos dejarnos atrapar por el torbellino de lo material, necesitamos volvernos a una perspectiva del mundo centrada en Dios.

La ropa, el peinado y la combinación adorno-joya son los tres incisos de los dos apóstoles al referirse al atavío externo. El carácter, con su fragancia y pureza, es el todo del adorno interior. Como pueblo que ha de proclamar el Mensaje de los Tres Ángeles (Apoc. 14:6-12), nuestro énfasis debe estar en cómo Jesús puede clonarse mejor en nuestro ser, en cómo el Espíritu puede reproducir mejor su imagen en nosotros. No hay un uniforme para que el cristiano vista, pero sí un estilo, porque “somos lo que usamos”.

 

Referencias Bibliográficas

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  5. Adam Clarke, 1 Timothy 2:9, Adam Clarke´s Commentary on the New Testament en CD-ROM (U.S.A.: Parson Technology, Inc) 1999.

  6. Funk and Wagnalls Encyclopedia en CD-ROM, 1994, ver “Custume”.

  7. Compton´s Intereactive Enciclopedia en CD-ROM, 1997, ver “Dress”.

  8. Encarta 2006,ver "Vestimenta".

  9. Alexandra de Marly, “Dress”, Encyclopaedia Britannica 2005 en CD-ROM.

  10. Funk and Wagnalls Encyclopedia en CD-ROM, 1994, ver “Custume”.

  11. Alexandra de Marly, “Dress”, Encyclopaedia Britannica 2005 en CD-ROM.

  12. Funk and Wagnalls Encyclopedia en CD-ROM, 1994, ver “Custume”.

  13. Alexandra de Marly, “Dress”, Encyclopaedia Britannica 2005 en CD-ROM.

  14. Encarta 2006, ver “Vestimenta”.

  15. Bacchiocchi, 17.

  16. Encarta 2006, ver “Vestimenta”.

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  18. White, Mensajes para los jóvenes (U.S.A.: APIA, 1993), 347.

  19. Bacchiocchi, 17, 18.

  20. Los textos utilizados son de la RV 1960.

  21. H. Sasse, “kosmios”, Compendio del diccionario teológico del nuevo testamento (U.S.A.: Libros Desafío, 2002), 456.

  22. Louw-Nida Greek-English Lexicon of the New Testament Based on Semantic Domains en CD-ROM (LNLEX), 1998, ver “kosmios”.

  23. A Concise Greek-English Dictionary of the New Testament en CD-ROM (UBS), 1993, ver “kosmios”.

  24. The Abridged Liddell-Scott Greek-English Lexicon en CD-ROM (LSDICT), 1998, ver “kosmios”.

  25. Albert Barnes, 1 Timoteo 2:9, Barnes´Notes on the New Testament en CD-ROM (U.S.A.: Parsons Technology, Inc.) 1999.

  26. John F. Walvoord, y Roy B. Zuck, The Bible Knowledge Commentary (Wheaton, Illinois, U.S.A.: Scripture Press Publications, Inc.) 1983, 1985.

  27. Bacchiocchi, 127, 128.

  28. R. Bultmann, “aidos”, Compendio del diccionario teológico del nuevo testamento (U.S.A.: Libros Desafío, 2002), 33, 34.

  29. UBS, ver “aidos”.

  30. LSDICT, ver “aidos”.

  31. LNLEX, ver  “aidos”.

  32. Bultmann, 34.

  33. LNLEX, ver  “sophrosune”.

  34. U. Luck, “sophrosune”, Compendio del diccionario teológico del nuevo testamento (U.S.A.: Libros Desafío, 2002), 1130, 1131.

  35. Analytical Lexicon to the Greek New Testament (ANLEX ), 2000, ver “sophrosune”; LNLEX, ver  “sophrosune”.

  36. LSDICT, ver  “sophrosune”.

  37. Bacchiocchi, 128.

  38. UBS, ver “plégma”; ANLEX, ver “plégma”; LNLEX, ver “plégma”.

  39. H. L. E. Luering, “Hair”, International Standard Bible Encyclopedia (ISBE) (U.S.A.: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1939), 4: 36.

  40. Barnes,  CD-ROM.

  41. Craig S. Keener, 1 Tim 2:9, IVP Bible Background Commentary New Testament en CD-ROM (U.S.A.: Parsons Technology, Inc.) 1997. 

  42. “Peinado ostentoso” [1 Tim 2:9], Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día (CBA), ed. Francis D. Nichol, trad. Víctor E. Ampuero Matta (Mountain View, California, U.S.A.: Pacific Press Publishing Association, 1990), 7: 304.

  43. Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, Handbook of Seventh Day Adventist Theology, Vol. 12 (U.S.A.: Review and Herald Publishing Association, 2000), 707, 708.

  44. Bacchiocchi, 125, 126. 

  45. White, Mensajes selectos, vol. 3, 284.

  46. ________,Conducción del niño, 397.

  47. ________, El evangelismo, 200.

  48. ________, Consejos para los maestros, padres y alumnos acercas de la educación cristiana, 287.

  49. ________, El ministerio de bondad, 281.

  50. ________, Felicidad y armonía en el hogar, 39.

  51. ________, Joyas de los testimonios, vol. 3, 305.

  52. “Ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos”, [1 Tim 2:9], CBA, 7: 304.

  53. ANLEX, ver “theosebeia”.

  54. UBS, ver “theosebeia”.

  55. LNLEX, ver  “theosebeia”.

  56. Warren W.  Wiersbe, Bosquejos Expositivos de la Biblia, AT y NT en CD-ROM  (Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, c1995.

  57. UBS, ver “prauses”.

  58. ANLEX, ver “hesuchios”.

  59. Clarke, CD-ROM.

  60. Bacchiocchi, 17, 124. 

  61. Asociación General de la Iglesia Adventista del séptimo Día, Manual de iglesia (México: APIA, 2001), 178, 180.

  62. Wiersbe, CD-ROM.

  63. Manual de iglesia, 179.

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