Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Jesús lloró: La Biblia y las emociones humanas"

Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2011

Lección 2: "La provisión divina para la ansiedad"

Para el 8 de enero de 2011

 

Enseña a tu clase | Bosquejo de la Lección | Resumen
Ciclo de Aprendizaje:
Motiva | Explora | Aplica | Crea

 

El sábado enseñaré...

Texto Clave: 1 Pedro 5:7.

 

Ir ArribaEnseña a tu clase a:

Saber bosquejar las provisiones divinas para cualquier cosa que cause ansiedad en nuestra vida.

Sentir la inutilidad de preocuparte por lo que Dios está atendiendo.

Hacer: Aprender a confiar en que Dios maneja esas preocupaciones que están fuera de nuestro control, y a ayudarnos a manejar las preocupaciones que están bajo nuestro control.

 

Ir Arriba Bosquejo de la Lección

  1. Saber: Las provisiones de Dios para nuestro cuidado

    1. ¿Qué cosas provocan ansiedad en nuestra vida?

    2. ¿Qué ha provisto Dios para cuidar de nuestras necesidades físicas, mentales y sociales?

    3. ¿Qué ha provisto Dios para tratar con nuestros pecados? ¿Y para nuestro futuro?

  2. Sentir: Ansiedad sin sentido

    1. ¿Por qué, en nuestra vida, tendemos a preocuparnos por tantas cosas que están fuera de nuestro control? ¿Por qué esto le da a Satanás causas para triunfar?

    2. ¿Cómo podemos aprender a estar satisfechos con lo que nos suceda?

  3. Hacer: Aprender a confiar

    1. ¿Por qué confiar es más difícil para los adultos que para los niños? ¿Qué clase de experiencias necesitamos tener para aprender a confiar otra vez?

    2. ¿Cuáles son las promesas bíblicas que estimulan nuestra dependencia de Dios por nuestro cuidado y felicidad? ¿Qué deberíamos hacer para apreciar más estas promesas, aumentando así nuestra paz y felicidad?

 

Ir Arriba Resumen

Muchas cosas fuera de nuestro control pueden provocar ansiedad, pero Dios ha hecho provisiones para cada necesidad nuestra, y él nos pide que confiemos en él y elijamos no tener miedo.

 

Ir Arriba CICLO DE APRENDIZAJE

Concepto clave para el crecimiento espiritual: Una de las armas mayores y más usadas de Satanás, en contra de nosotros, es lograr que los hijos de Dios vacilen con temor y ansiedad. Satanás quisiera apartarnos de Dios, alejarnos, que estemos solos y asustados; pero Dios llama a sus hijos a acurrucarse en sus brazos.

 

Ir ArribaPASO 1: ¡Motiva!

Solo para los maestros: La lección de esta semana se concentra en el temor, y en qué instrucciones se nos dan para evitar muchas de las consecuencias del temor paralizante y degenerativo: ansiedad, insomnio, tensión, fatiga y muchos más. La Palabra de Dios está llena de promesas de que Dios cuidará de nosotros si confiamos en él. Esta lección explorará las promesas de Dios, y el poder de la verdad y la fe en él.

Actividad inicial: Pregunta cuántos en tu clase son padres. Pídeles que recuerden cuando sus hijos eran pequeños, tal vez de tres o cuatro años. ¿Recuerdan algún caso específico cuando sus hijos tenían temor, y los buscaron a ustedes para ser consolados y protegidos? Pide que algunos compartan sus recuerdos.

Considera: Cristo nos instó, en Mateo 18:3, a ser confiados como niños pequeños. Habiendo compartido algunos incidentes de pequeños, procurando consuelo en los brazos de un padre, ¿qué te parece que Jesús quiso decir con “confiar”?

¿De qué manera puedes esforzarte para confiar y ser más semejante a un niño en tu confianza?

 

Ir ArribaPASO 2: ¡Explora!

 

Comentario de la Biblia

I. Permitir que el miedo y la ansiedad se interpongan entre Dios y nosotros puede tener un costo elevado.

(Repasa, con tu clase, Núm. 13:1, 2; 13:26-29; 14:1-4; 14:11; 14:26-29).

Nos imaginamos a los hijos de Israel después de que experimentaron toda una serie de milagros, y cuando apenas habían sobrevivido a una letanía de experiencias penosas.
Dios les había prometido una tierra que fluía leche y miel. Les prometió que sería su tierra, porque él la entregaría en sus manos. Cuando los israelitas se acercaron al borde de Canaán, Dios les mostró su plan para ellos. El Señor le dijo a Moisés que enviara un grupo de exploración a Canaán, un hombre de cada tribu. Moisés escogió los mejores de cada una de las doce tribus.

Los espías entraron en la Tierra Prometida. Fueron, vieron, volvieron con frutas más grandes que las que cualquier israelita había visto alguna vez. El informe comenzó en forma positiva, pero rápidamente se volvió en una historia de graves miserias. Aparentemente, los frutos gigantes eran cultivados por personas gigantes: grandes, atemorizadores, fuertes, enormes. Los hijos de Israel se asustaron, se preocuparon, y se olvidaron de la confianza. Todos ellos, menos dos: Caleb y Josué. Estos dos levantaron sus voces contra la tormenta de ayes, temores y anuncios de derrotas inminentes.

Los israelitas no querían nada de eso. En realidad, tenían tanto temor, que se desilusionaron. “Volvamos a Egipto. Hubiera sido mejor haber quedado allí, que venir hasta aquí solo para ser pisoteados por gigantes. ¿Por qué Dios nos hizo esto?”

¿Cuántas veces escuchamos esta reacción? Algo me ocurrió, ¿por qué Dios me hizo esto a mí? Es el momento de oro para los objetivos de Satanás, para clavar una cuña entre Dios y sus hijos, y el temor es uno de los medios más fáciles para lograr esto. Es una de sus armas más usadas. ¿Por qué? Porque funciona.

Los israelitas estaban tan abrumados por la ansiedad, que estaban echando la culpa a Dios por cosas que ni siquiera habían sucedido. Ninguno de ellos había visto a un gigante cananeo; no obstante, le estaban echando la culpa a Dios por causarles la muerte (que no había sucedido todavía) en manos de esos gigantes.

Se olvidaron de confiar, otra vez. En Números 14:11, Dios le pregunta a Moisés qué era necesario para que los israelitas confiaran en él. Dios había realizado milagro tras milagro y ellos todavía no creían que él los cuidaría.

Como resultado del obstinado rechazo de seguir las instrucciones de Dios y entrar en la Tierra Prometida como él había planificado, ellos tuvieron que peregrinar por cuarenta años adicionales.

Nosotros, los humanos, a menudo arruinamos los planes de Dios para nuestra vida al no confiar en él en tiempos de dificultades, o aun en supuestas dificultades. Permitir que el temor gobierne nuestra vida en vez de la fe puede tener consecuencias desastrosas.

Considera: Reflexiona en una ocasión en que afrontabas obstáculos, al parecer insuperables, y te acobardaste como lo hicieron los hijos de Israel. Mirando hacia atrás, ¿cuánto te costó? ¿Cómo podrían haber sido diferentes las cosas si hubieras ejercido más fe y confianza en Dios?

II. La fe y la confianza en Dios frente al temor tiene su recompensa

(Repasa, con tu clase, Núm. 14:5-9, 30, 36-38).

Caleb y Josué confiaron en Dios. Fueron directamente en contra de la multitud y se mantuvieron firmes. Creyeron en Dios. No comprendían cómo Dios entregaría la tierra en sus manos, pero sabían que él había prometido hacerlo. Sabían que, hasta entonces, Dios había cumplido cada una de las promesas hechas a ellos hasta entonces. ¿Por qué no confiar en él ahora?

Probablemente, ellos no eran muy populares entre sus pares por expresar sus opiniones optimistas. ¿Puedes imaginarte la presión que deben haber sentido, siendo los únicos dos no conformistas en un mar de fatalismo quejoso, lloroso y rezongón?
Dios vio la fidelidad de ellos en tiempos de incertidumbre, adversidad y temor. Los otros diez espías que fabricaron la historia alarmista de gigantes malos llegaron a un fin prematuro. Todos fueron muertos por una plaga. Caleb y Josué fueron librados porque se mantuvieron firmes.

Dios les anunció las consecuencias por el pánico que sentía Israel. Ningún adulto que había dudado de Dios viviría para ver la Tierra Prometida, ninguno de ellos excepto Josué y Caleb.
Tanto Josué como Caleb, por causa de su fe, heredaron la tierra que se les prometió. Josué llegó a ser el líder de los hijos de Israel. Dios obró por medio de él para conquistar la tierra y las ciudades, y expulsar a los enemigos fuera de ellas. Dios bendijo a Josué en formas que él nunca imaginó que serían posibles. Dios todavía hace eso por nosotros, si ponemos nuestra confianza en él.

Considera: Reflexiona, nuevamente, sobre tu vida, esta vez, en un período en que te mantuviste firme en tu fe y pusiste tu confianza en Dios. ¿Cómo te bendijo Dios en formas que no esperabas? ¿Cómo te fue revelado su plan para ti?

 

Ir ArribaPASO 3: ¡Aplica!

Solo para los maestros: Desde la infancia hasta la ancianidad, todos experimentamos temor, ansiedad, preocupación y las diferentes ramificaciones negativas de ellos.

La confianza no es una conducta natural. Tiene que ser aprendida. Así como un bebé aprende a confiar en sus padres, debemos adiestrarnos para confiar en Dios. Debemos hacer un esfuerzo consciente cada día para confiar en Dios, no solo en las cosas pequeñas (“Por favor, Dios, ayúdame a ir a mi trabajo con seguridad”), sino también en las cosas grandes (“Querido Dios, perdí mi trabajo, estoy a punto de tener que entregar mi casa al banco, los niños necesitan ropa nueva, y hay solo un poco de leche en el refrigerador”).

Preguntas de reflexión/aplicación/inductivas:

  1. ¿Qué parece más fácil: confiar en Dios en cosas pequeñas o en cosas grandes? ¿Por qué?

  2. ¿En qué áreas de mi vida me cuesta confiar plenamente en Dios?

  3. ¿Qué puedo hacer para abandonar mi deseo de controlar los resultados, a fin de permitir que Dios me guíe, especialmente en momentos de ansiedad?

 

Ir ArribaPASO 4: ¡Crea!

Solo para los maestros: Actuar y vivir por fe: es mucho más fácil decirlo que hacerlo. ¿Recuerdas el dicho: “Veo mejor el pasado que el futuro”? ¿No sería lindo tener un registro personal de todas las veces que Dios nos ayudó cuando tuvimos miedo, estuvimos inseguros o ansiosos? ¿Qué mejor testimonio del amor de Dios, de su carácter cumplidor, y de su cuidado invariable por sus hijos que un registro personal de la conducción, la protección y la provisión divinas? Esta actividad tiene la intención de ser un ejercicio de edificación de la fe de largo alcance.

Actividad: Desafía a los miembros de tu clase a mantener un “Diario de Fe versus Temor”. La idea es que, cada vez que se sientan abrumados por la ansiedad o el temor, lo anoten. Inmediatamente después de documentar el temor, que estimulen la meditación con oración y luego escriban una promesa o un texto que directamente aplaque la preocupación. Será necesario dejar un espacio para volver y escribir cómo actuó Dios en su vida al pasar por ese problema específico. Al hacer las anotaciones, estas llegarán a ser referencias. Cada persona podría, con el tiempo, repasar sus preocupaciones, y ver en blanco y negro cómo su fe en Dios ha sido fortalecida y recompensada.

Otra alternativa es pedir a la clase que comparta momentos en que ejercieron fe frente al temor. ¿Cómo edificó esta experiencia su confianza en Dios? ¿Cómo fortaleció su fe de manera que les ayudó para afrontar desafíos y pruebas futuros?

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