Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Vislumbres de nuestro Dios"

Primer trimestre (enero-marzo) de 2012

Lección 3: "Dios como Redentor"

Para el 21 de enero de 2012

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 14 de enero

Lee Para el Estudio de esta Semana: Romanos 1:18; Génesis 3:15; Romanos 16:20; 1 Pedro 1:19; Marcos 10:32-45; Mateo 27:46.

Para Memorizar: “El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza” (Apoc. 5:12).

Pensamiento clave: El Dios triuno no solo es el Creador, sino también nuestro Redentor.

LIGADA CON DIOS como Creador, está su función como nuestro Redentor. El pecado es hostil a lo creado, y solo el Creador podía resolver el problema. Y lo hizo Jesucristo.

“Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efe. 2:13). Los pecadores somos redimidos por el Señor no por nuestras obras, sino por su gracia manifestada en la Cruz; Cristo cargó con la ira de Dios para que no tuviéramos que soportarla. Eso, en esencia, es el plan de salvación.

Pablo les dice a los Corintios que “la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” (1 Cor. 1:18). El escándalo de la Cruz es absurdo al pensamiento humano: Dios, el infinito, el santo Creador, se sacrifica en favor de sus enemigos declarados, ¡tomando sobre sí mismo la penalidad por sus pecados! La expiación es tan profunda que solo podemos captar algo de ella. Más allá, el pensamiento se detiene y solo podemos adorar.

 

Ir ArribaDomingo 15 de enero: En la cruz

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom. 5:8). ¿Qué nos dice este texto?

En la cruz, en forma humillante e inconcebible, Dios triunfa sobre el enemigo y lo avergüenza. El amor, la justicia y la compasión se funden en un acto singular. Dios perdona a los pecadores al pagar él mismo el precio del pecado y al recibir la penalidad de ese pecado. En el Calvario, Dios revela cuán costoso es el perdón.

Cristo no murió para que Dios nos amara. El amor del Padre es la fuente de la expiación, y no la consecuencia (Juan 3:16, 17). Dios no nos ama porque Cristo murió por nosotros; Cristo murió por nosotros porque Dios nos ama. Cristo no murió para que el Padre amara a los pecadores. Ese amor estuvo eternamente en el corazón de Dios. Nota cómo él insiste en esta verdad en Juan 3:16 y 17, y en Juan 16:26 y 27.

Es una tragedia que hayamos perdido mucho del conocimiento de Dios, contra quien hemos pecado. No sentimos necesidad de arrepentirnos porque no pensamos haber ofendido a Dios con nuestros pecados. Podemos llegar a ser insensibles a la realidad de cuán malo es el pecado. El sentimentalismo religioso moderno minimiza la repugnancia hacia el pecado; y, como este ya no nos molesta, es difícil darnos cuenta de que el pecado despierta la ira de un Dios santo.

Pablo no tiene miedo de hablar de la ira de Dios. ¿Cómo la expresa en Romanos 1:18?

Esta declaración establece el tono para un largo tratamiento de la inclinación al pecado, que Pablo sigue analizando en los dos capítulos siguientes (hasta Romanos 3:20).

Un aspecto del evangelio es que Dios es tanto el triunfador sobre el pecado como la víctima de él. Y, como resultado de este doble rol, nuestro Dios puede guardar su pacto con quienes lo quebrantan. El amor de Dios no conduce a una tolerancia del pecado, sino a una victoria sobre él. Como Dios es amor, él se opone al pecado y al mal, porque estos corrompen y destruyen a sus amados hijos. La muerte de Dios en la cruz es el precio que su amor pagó por tomar el pecado con seriedad y seguir amando a los pecadores.

¿Cuán seriamente tomas el pecado en tu vida? ¿Qué criterios usas para justificar tu respuesta?

 

Ir ArribaLunes 16 de enero: El evangelio en el Antiguo Testamento

¿Cuándo se dio la primera promesa de salvación, y qué significa ella? Gén. 3:15.

El lenguaje es notable. Adán y Eva pecaron. Ahora, el gran conflicto les es anunciado mediante el fuerte lenguaje de la “enemistad” entre dos bandos. Esta es una promesa para los corazones humanos atraídos ahora por el pecado. También se nos asegura que este gran conflicto no será eterno, porque la cabeza del enemigo un día será aplastada. En estos versículos, no solo se revela por primera vez la gran controversia, sino también se nos dice cómo terminará.

Pablo tomó ánimo de Génesis 3:15. ¿Cómo lo expresa en Romanos 16:20? ¿Qué punto está presentando?

En Génesis 22:1 al 19, Moisés presenta un cuadro muy gráfico de la expiación. ¿Qué podemos aprender, en esta narración, acerca de la futura expiación de Cristo?

Nota las muchas menciones del “padre y del hijo” y de cómo van juntos a la montaña sacrificar. El hijo lleva la leña y el padre, los instrumentos del sacrificio (fuego y cuchillo). Isaac, mucho más joven que su padre, podría haber vencido a su padre en el sacrificio en la montaña. Pero vemos dos milagros: el padre que entrega a su hijo, y el hijo que entrega su vida.

Esta es una representación de la muerte sacrificial de Cristo en nuestro favor. La escena, aunque emocionante, fue solo un pálido anticipo del tiempo cuando, siglos más tarde y sobre otro monte cercano, otro Padre ofrecería a su Hijo. Pero esta vez, no habría un animal para morir en lugar del Hijo. El Hijo mismo moriría sobre el altar. El Padre lo entregaría y el Hijo daría su vida.

Allí, en el monte Moria, el mundo recibió una poderosa imagen (pero todavía es solo una imagen) del plan de salvación y de lo que cuesta la redención de la humanidad caída.

 

Ir ArribaMartes 17 de enero: La salvación en Isaías

En el camino a Emaús, Jesús expuso a los dos discípulos la expiación, “desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas” (Luc. 24:27). ¿Qué materiales proféticos pudo haber incluido Jesús en su estudio de la Expiación?

Es muy probable que, entre los profetas, Jesús se haya referido a Isaías.

Lee Isaías 53, que habla del “siervo sufriente”. Describe los detalles incluidos allí que nos ayudan a captar mejor la expiación de Cristo.

En este capítulo, sobresale la sustitución que realizó el Siervo Sufriente. Nota todas las veces que paga el precio por los pecados de otros. Una y otra vez aparece este tema, y nos enseña que el centro de la salvación, de la expiación, es la muerte de Jesús en nuestro favor. Hemos violado la Ley de Dios, y no podemos hacer nada para resolver el problema. Todas nuestras obras buenas no pueden cruzar el abismo entre nosotros y Dios. El único camino para salvarnos era que Jesús pagara el precio en nuestro lugar, y luego nos ofreciera su perfecta justicia, que reclamamos por fe.

Si nuestras obras hubiesen podido ponernos en armonía con Dios, Jesús no habría tenido que morir. Pero él murió, y con su muerte logró hacer la expiación. Necesitábamos esa prueba para ver que no podemos ganar nuestra salvación; la salvación, en cambio, es un don de la gracia.

Lee 1 Pedro 1:19, y 2:21 al 25. ¿Cómo aplica Pedro partes de Isaías 53 en su explicación de la muerte expiatoria de Cristo en nuestro favor?

Isaías 53 presenta la explicación teológica más clara de la Cruz, mostrando en forma inequívoca lo que la Cruz representa. Muestra a Cristo muriendo por nosotros, cargando sobre sí el castigo que nosotros merecemos.

Lee Isaías 53 y piensa en las escenas finales de la vida de Cristo. Al hacerlo, recuerda que allí se describe a nuestro Dios, el Creador. ¿Cómo podemos lograr que nuestra mente capte esta sorprendente verdad?

 

Ir ArribaMiércoles 18 de enero: Los evangelios y la cruz

A pesar de la encarnación de Cristo, su enseñanza profunda y los milagros que realizó, estos no son el centro de la vida de Cristo. En cambio, el pensamiento dominante de Jesús es el de dar su vida. Por más milagrosos que hayan sido su nacimiento y su ministerio, la gran misión de la vida de Cristo fue su muerte.

En los cuatro Evangelios, Jesús procura preparar a sus discípulos para su muerte. Pero, su devoción por Jesús y la esperanza de un Mesías político les impidieron comprender lo que Jesús les decía.

Lee Marcos 10:32 al 45. ¿Cómo describió Jesús su ejecución tan próxima? (vers. 33, 34). ¿Qué había de malo en el pedido de Santiago y de Juan? (vers. 35-37). ¿Cuál fue la aguda respuesta de Jesús? (vers. 42-45).

La noche antes de morir, Jesús celebró la Pascua con sus discípulos. Luego, los instruyó para que ese evento fuera conmemorado hasta su regreso. La ordenanza de la Comunión, instituida por el Señor mismo –y el único acto conmemorativo que él autorizó–, no es un recordativo de su encarnación, de sus milagros o de su predicación; es un recordativo de su muerte. Cristo quiso ser recordado por su muerte.

En los informes de los cuatro evangelios acerca de la vida de Jesús, los eventos que rodearon su crucifixión reciben el mayor énfasis. El asombroso milagro de la Encarnación y el nacimiento de Jesús son mencionados solo por Mateo y Lucas en dos capítulos cada uno. Marcos y Juan omiten comentarios sobre el nacimiento de Cristo, y comienzan sus evangelios con Jesús como adulto.

Los cuatro escritores de los evangelios, sin embargo, enfatizan la última semana de la vida de Cristo y su muerte. Repasa las narraciones y notarás que la concentración está en la última semana de la vida de Jesús, que lo lleva a su muerte. Esto abarca desde un tercio a casi la mitad de los textos en los evangelios. Cada lector está “forzado” a prestar atención indivisa al gran acto redentor de Dios.

Considera tu vida, tu pasado, tus errores, tus pecados. . . ¿Crees honestamente que has hecho algo, o podrías hacer algo, para expiar ese pasado? ¿Por qué, entonces, la muerte de Jesús en tu favor debería ser el centro de toda tu vida? ¿Qué esperanza tendrías sin ella?

 

Ir ArribaJueves 19 de enero: El clamor en la cruz

El sentimentalismo que a veces pasa por cristianismo en nuestros días (en un intento de que el evangelio se conforme al pensamiento moderno) impide captar la expiación de Cristo. Pero debemos reconocer que aquello que digamos de Dios no puede hacer justicia a Dios, especialmente en el tema de la expiación. Debemos evitar la tentación de reducir la muerte de Jesús a solo “un ejemplo de amor abnegado”. Claro que lo fue pero, como pecadores, se necesitaba más que eso para redimirnos. Dios tenía que cargar sobre sí mismo el peso total de su ira contra el pecado.

En la cruz, Jesús clamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mat. 27:46). ¿Cómo debemos entender esto? ¿Qué decía Jesús, por qué, y cómo este grito nos ayuda a comprender lo que costó salvarnos del pecado?

“El Señor de gloria estaba muriendo en rescate por la familia humana. [...] Sobre Cristo, como substituto y garante nuestro, fue puesta la iniquidad de todos nosotros. Fue contado por transgresor, a fin de que pudiese redimirnos de la condenación de la ley. [...] El Salvador no podía ver a través de los portales de la tumba. [...] Temía que el pecado fuese tan ofensivo para Dios que su separación resultase eterna. [...] El sentido del pecado, que atraía la ira del Padre sobre él como substituto del hombre, fue lo que hizo tan amarga la copa que bebía el Hijo de Dios y quebró su corazón” (DTG 700, 701).

Jesús dirigió esta oración a “Dios” en lugar de al “Padre”. Los clamores de Cristo desde la cruz no eran para hacer ver por lo que atravesaba y demostrar que él nos amaba. Este es Dios mismo muriendo la muerte que el pecado traería sobre nosotros de no ser así.

Tres de los evangelios registran que Jesús clamó en alta voz desde la cruz mientras moría. Estos fuertes gritos se mencionan en Hebreos: “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte” (Heb. 5:7). No hay afirmación, en todos los evangelios, que rivalice con este grito de desamparo de Jesús en la cruz y, en ese clamor, obtenemos una vislumbre de lo que Dios mismo estuvo dispuesto a pasar a fin de darnos la salvación.

 

Ir ArribaViernes 20 de enero

Para Estudiar y Meditar:

“¡Oh, cuán deficiente, cuán incapaz soy de expresar las cosas que arden en mi alma con referencia a la misión de Cristo! [...] No sé cómo hablar ni cómo describir con la pluma el gran tema del sacrificio expiatorio. No sé cómo presentar los temas con el poder vivo con el cual los recibí. Tiemblo por temor a empequeñecer el gran plan de salvación al usar palabras ordinarias” (3 MS 130).

“La infinita misericordia y el amor de Jesús, el sacrificio hecho en favor de nosotros, nos demanda, la más seria y solemne reflexión. Deberíamos espaciarnos en el carácter de nuestro querido Redentor e Intercesor. [...] Cuando así contemplamos los asuntos celestiales, nuestra fe y amor serán más fuertes y, nuestras oraciones cada vez más aceptables a Dios, porque se mezclarán más y más con fe y amor. Serán inteligentes y fervientes. Habrá una confianza más constante en Jesús, y una experiencia viva y diaria en su poder para salvar completamente a todos los que van a Dios por medio de él” (CC 88).

Preguntas para Dialogar:

  1. En la Biblia, Dios se describe como amante de los pecadores y también como extremadamente airado contra el pecado. Algunos cristianos tratan de tomar una expresión o la otra como una representación de la naturaleza de Dios. ¿Por qué esto no es necesario? ¿Por qué el amor de Dios por los pecadores es una de las razones por las que él está airado contra el pecado?

  2. El amor de Dios no es como el afecto que nos tenemos unos a otros. ¿Qué nos enseña acerca del amor divino el acto de Cristo como Salvador?

  3. ¿Cómo tu comprensión de la santidad de Dios, en contraste con nuestra pecaminosidad, te ayuda a comprender por qué costó tanto nuestra salvación?

  4. Medita en la historia de Abraham e Isaac en Génesis 22. ¿De qué otras maneras nos ayuda a comprender la naturaleza del sacrificio de Cristo? ¿De qué maneras apenas hace justicia a lo que debía simbolizar?

Resumen:

Desde las primeras páginas del Génesis, la Biblia nos señala hacia la muerte de Cristo en la cruz, donde él moriría la muerte del pecador a fin de redimirnos de la destrucción eterna que producirá el pecado. Aunque la Biblia usa diferentes símbolos y metáforas para explicar la muerte de Cristo, en el centro de todo ello está su sustitución, gráficamente expresada en Isaías 53. Para probar que las obras no pueden salvarnos, tenemos la muerte de Dios mismo en la cruz. Después de todo, ¿qué más podríamos los seres caídos agregar a esto?

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