Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Rebelión y redención"

Primer trimestre (enero-marzo) de 2016

Lección 6: "Victoria en el desierto"

Para el 6 de febrero de 2016

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 30 de enero

Lee Para el Estudio de esta Semana: Mateo 1:20-23; Juan 9:39; Mateo 3:7-12; 4:1-10; Deuteronomio 34:1-4; Apocalipsis 21:10.

Para Memorizar: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Luc. 19:10).

“Cuando Satanás supo que existiría enemistad entre él y la mujer, y entre su simiente y la simiente de ella, se dio cuenta de que su obra de depravación de la naturaleza humana sería interrumpida... Sin embargo, cuando el plan de redención se dio a conocer, Satanás se regocijó con sus ángeles al pensar que, por haber causado la caída del hombre, podía ahora hacer descender al Hijo de Dios de su elevada posición. Satanás declaró que hasta la fecha sus planes habían tenido éxito en la tierra y que, cuando Cristo tomase la naturaleza humana, él también podría ser vencido, y así se evitaría la redención de la raza caída” (PP 51, 52).

Esta semana, al considerar las tentaciones en el desierto, podremos ver en esa batalla, claramente revelada en la Biblia, la gran controversia entre Cristo y Satanás. Este había reclamado al mundo como suyo y Cristo vino para reconquistarlo. Y en el centro de este reclamo estaba el plan de salvación. No habiendo podido matar a Jesús después de su nacimiento, Satanás trató otra forma de sabotear la redención de la raza humana. Vemos este desarrollo en el desierto de la tentación.

 

Ir ArribaDomingo 31 de enero: Emanuel al rescate

Lee Mateo 1:20 al 23. ¿Cuál es la importancia del nombre dado a Jesús: “Emanuel”?

¿Por qué vino Jesús a esta tierra para “estar con nosotros”?

Primero, vino para restaurar el dominio que Adán había perdido (Rom. 5:12, 15). Captamos una vislumbre del aspecto real de Jesús (teniendo dominio) cuando inspiró a las multitudes (5.000 quisieron coronarlo rey) y cuando los niños le cantaron hosannas (una forma de alabanza dirigida a uno que salvaría a la gente de sus enemigos). Vemos su poder sobre su creación humana, como su capacidad de restaurar a hombres quebrantados otra vez en seres integrales (por ejemplo, el hombre que nació ciego y la mujer que tuvo hemorragias por doce años). También se manifestó su poder sobre la naturaleza cuando calmó la tormenta, y le dijo al viento y a las olas quedaran quietos.

Segundo, vino para traer juicio y destruir las obras del diablo (Juan 9:39; 1 Juan 3:8). ¿Cuán a menudo nos preguntamos por qué el mal prospera? Jesús trata con la injusticia y nos asegura que el fin está a la vista. Cristo fue reconocido por los demonios como teniendo poder sobre ellos; a menudo gritaban su verdadera identidad, algunas veces antes de que Jesús estuviera listo para revelarlo. Dio paz a personas poseídas por el demonio, y les restauró su salud mental cuando otros huían llenos de temor.

Tercero, Jesús vino al mundo para buscar y salvar a los perdidos (Luc. 19:10) y para quitarles sus pecados (Juan 1:29). Fue hecho como uno de nosotros, para poder ser un fiel Sumo Sacerdote y restaurarnos para Dios (Heb. 2:7). “Tratar con el pecado, salvar a los humanos del pecado, darles gracia, perdón, justificación y glorificación: todo esto fue el propósito del único pacto desde el principio, ahora cumplido en Cristo Jesús”.–N. T. Wright, Justification: God’s plan and Paul’s Vision (ed. Kindle), posición 1462-1463.

Finalmente, Jesús vino a mostrarnos cómo es Dios, para revelar a nosotros –y al universo que nos contempla– cuál es su verdadero carácter (Juan 14:9).

¿De qué forma estas razones pueden y deben fortalecer nuestra vida mientras esperamos la venida de Cristo y al caminar con Dios?

 

Ir ArribaLunes 1 de febrero: El bautismo de Jesús

La aparición de Juan el Bautista debe de haber despertado excitación por toda la región. Aquí había alguien que se parecía al profeta Elías (Mat. 3:4; 2 Rey. 1:8). Era la primera voz profética que el pueblo oía después de cuatrocientos años. Dios nunca antes había guardado silencio por tanto tiempo. Ahora él hablaba al pueblo otra vez. Obviamente, algo importante estaba por suceder.

Lee Mateo 3:7 al 12. En su presentación del Mesías, ¿por qué relacionaría Juan temas del juicio: la ira por venir (vers. 7), el hacha puesta a la raíz de los árboles (vers. 10), limpiar completamente la era (vers. 12) y quemar la paja en el fuego que no se apaga (vers. 12)?

La gente pensaba que vivían en los últimos días. Vieron a Juan venir del desierto y animarlos a pasar por las aguas del Jordán mediante el bautismo. Esto era como un nuevo Éxodo, y mojarse (en vez de ir por el lecho seco del río) era necesario para la purificación y la preparación para la nueva Tierra Prometida. La mayoría de la gente pensaba que el Mesías les daría una victoria sobre los romanos y los introduciría en el reino eterno de Dios mencionado por los profetas.

Pero ni Juan ni Jesús estaban dirigiendo un movimiento político; era un evento de salvación. La explicación de Lucas acerca de lo que hacía Juan es una cita de Isaías, que describe la forma en que Dios prepararía el camino para que volvieran los exiliados a la Tierra Prometida (Luc. 3:3-6). Jeremías explicó la razón de ese camino especial: hacerlo transitable para los más vulnerables de la sociedad –los ciegos, los cojos, las embarazadas, las madres con niños pequeños– y para todos los demás que desearan regresar a la Tierra Prometida pudieran hacerlo (Jer. 31:7-9). No es extraño que la gente acudiera en masa a Juan; se había encendido su esperanza de llegar a estar listos para el gran día de Dios, que pronto vendría sobre ellos.

Sin embargo, el Mesías vino de una manera en que la mayoría no esperaba; se había predicho, pero no entendieron el significado de las Escrituras (Luc. 24:25-27).

Las personas fieles tenían conceptos equivocados acerca de la naturaleza de la primera venida del Señor. ¿De qué modo los fieles en los últimos días, podrían evitar conceptos erróneos acerca de la naturaleza de su Segunda Venida?

 

Ir ArribaMartes 2 de febrero: Piedras en pan

Lee Mateo 4:1 al 3. ¿Qué sucede aquí, y por qué? ¿De qué modo se desarrolla la gran controversia?

“Cuando Jesús fue llevado al desierto para ser tentado, fue llevado por el Espíritu de Dios. Él no invitó a la tentación. Fue al desierto para estar solo, para contemplar su misión y su obra. Por el ayuno y la oración, debía fortalecerse para andar en la senda manchada de sangre que iba a recorrer. Pero, Satanás sabía que el Salvador había ido al desierto, y pensó que esa era la mejor ocasión para atacarlo” (DTG 89).

Hay paralelos dramáticos entre el informe de las tentaciones de Jesús y las experiencias de los israelitas en su peregrinación después del Éxodo. Después de pasar por el agua, Jesús fue al desierto, donde no comió nada y fue probado durante cuarenta días. En forma similar, los israelitas pasaron por el agua (el mar Rojo), entraron al desierto donde no había pan, y estuvieron allí por cuarenta años. Lee esto en Deuteronomio 8:2 y 3.

Mateo dice que, después de cuarenta días, Jesús tuvo hambre (Mat. 4:2). Entonces, alguien aparece con un consejo “servicial” (como con Job). Esta no era la primera vez que Satanás llegaba para “ayudar” a alguien en crisis. Zacarías 3 registra la historia de un sumo sacerdote en tiempos de la reconstrucción de Jerusalén después del exilio babilónico. Al estar ante Dios en visión, alguien apareció a su derecha. El amigo de más confianza solía estar parado a la derecha para protegerlo y guardarlo contra cualquier posible atacante. Pero, quien estaba a la derecha en Zacarías 3 era el “acusador”, pretendiendo ser un amigo de confianza.

Lo mismo le sucedió a Jesús en el desierto. El que vino para “ayudar” se descubrió a sí mismo cuando dijo: “Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan” (Mat. 4:3). Un ángel de Dios no habría tenido dudas acerca de la divinidad de Jesús.

Nota además cómo la respuesta de Jesús: (Mat. 4:4) es una cita vinculada al Éxodo: “[Dios] te sustentó con maná, comida que no conocías tú... para hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre” (Deut. 8:3).

Por importante que es no caer en la tentación, ¿cuánto más importante es asegurarte de que, sin darte cuenta, no estés guiando a alguien a ella?

 

Ir ArribaMiércoles 3 de febrero: Otra tentación

La primera tentación es paralela al Éxodo, pero tiene sus raíces en la Caída. Al poner la prioridad en la fidelidad a Dios en lugar de ceder al apetito, Jesús recuperó el terreno que Adán perdió en el Edén. Sin embargo, para cubrir completamente la brecha que existía entre la raza humana y Dios desde el tiempo de Adán, Jesús tenía que estar sujeto a otras dos tentaciones.

De acuerdo con Mateo, en la segunda tentación Satanás llevó a Jesús a la parte más alta del templo, tal vez la esquina sudeste que daba hacia un empinado barranco. De nuevo vino la desafiante declaración: “Si eres Hijo de Dios”, lo que demostraba que el tentador no era amigo de Jesús.

¿A qué estaba Satanás apelando aquí? ¿Qué habría demostrado Jesús si hubiese saltado? (Mat. 4:5-7).

Jesús no estaba interesado en teatro barato. Su confianza en Dios era genuina, no algo fabricado para impresionar a otros. La completa confianza de Jesús en su Padre se había manifestado al dejar el cielo y hacerse un ser humano, sufriendo la indignidad, las representaciones equivocadas, la humillación pública y la injusticia de su muerte (ver Fil. 2:5-8). Este era su destino, y él estaba plenamente preparado para cumplirlo. Su misión era recuperar el mundo que Adán y sus descendientes habían perdido. En Jesús, todas las promesas del pacto habían de cumplirse, y el mundo tendría una oportunidad de salvación.

Jesús respondió con un “Escrito está”, citando otra vez Deuteronomio, y vinculando su experiencia con el Éxodo: “No tentaréis a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah” (Deut. 6:16). Masa era el lugar donde los israelitas se quejaron amargamente acerca de la falta de agua, y Moisés golpeó la roca para proveerla. Al evaluar esta experiencia, Moisés declaró que el pueblo había “tentado a Jehová, diciendo: ¿Está, pues, Jehová entre nosotros, o no?” (Éxo. 17:7). Por supuesto, Jesús sabía de qué se trataba esto, y no cayó en la trampa aun cuando esta vez el diablo le devolvió la frase “Escrito está” (Mat. 4:4, 6).

No siempre es fácil ver el límite entre la confianza que tenemos en Dios al pedir un milagro, y el ser presuntuosos con respecto a lo que esperamos de Dios cuando oramos. ¿Has aprendido a diferenciar lo uno de lo otro? ¿De qué modo? Trae tu respuesta a la clase el sábado.

 

Ir ArribaJueves 4 de febrero: La adoración del diablo

En la versión de Mateo, mientras la primera tentación se concentró en el apetito y la segunda en manipular a Dios, la tercera era un desafío directo a Cristo mismo, a su señorío y su misión última en la tierra.

Lee Mateo 4: 8 al 10, Deuteronomio 34:1 al 4, y Apocalipsis 21:10. ¿Cuál es el significado del “monte muy alto” al que Satanás llevó a Jesús?

Juzgando por la forma en que la Biblia usa el tema de subir a la cumbre de un monte muy alto para mirar a las naciones, podemos ver que el viaje de Jesús no era para ver el panorama. Este escenario se vinculaba con una visión profética. Desde una cumbre, Moisés ve la Tierra Prometida como sería más tarde; y Juan ve la futura Nueva Jerusalén. En forma similar, Jesús ve más que solo los países del antiguo mundo romano. Nota que Satanás muestra todo de la mejor manera. Muestra sus riquezas y brillo glamoroso, no el crimen, el sufrimiento y la injusticia.

Satanás entonces le dice: “Todo esto te daré, si postrado me adorares” (Mat. 4:9). Del mismo modo en que Satanás engañó a Adán y a Eva, haciéndoles desear ser como Dios (cuando ya habían sido hechos a su imagen), Satanás pretendió que él era Dios, que la propiedad de las naciones del mundo era exclusivamente suya y que, a cambio de un pequeño homenaje, él podía dárselo todo a Jesús (ver Luc. 4:6; comparar con Sal. 2:7. 8).

Lo central en esta prueba era la lealtad. ¿A quién le debe la humanidad su lealtad máxima? En el Edén, cuando Adán y Eva cedieron frente a la serpiente, lo que realmente hicieron fue darle su primera lealtad a Satanás, y esa infección se propagó con rapidez a través de cada generación sucesiva. Sin la directa intervención divina, la gran controversia se habría decidido en favor de Satanás. La raza humana, y tal vez aun la vida sobre la tierra, no podría haber continuado. Había mucho en juego.

Nota que Jesús, como José con la esposa de Potifar, no permitió que el mal estuviera cerca de él, de modo que salió de la escena del mal potencial (Gén. 39:11, 12). Es también una lección sencilla para nosotros.

Frente a las tres tentaciones, Jesús usó las Escrituras como su defensa. ¿Qué significa esto para nosotros en términos prácticos? Es decir, ¿de qué forma podemos nosotros, cuando nos embiste la tentación, usar las Escrituras para tener la misma clase de victoria?

 

Ir ArribaViernes 5 de febrero

Para Estudiar y Meditar:

Aunque podemos encontrar escritores a través de los siglos que tocan el tema de la gran controversia, y aunque algunos evangélicos hoy están considerando más de cerca la idea, ninguno ha desarrollado profundamente una cosmovisión de la gran controversia como la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Un conflicto literal, físico, moral y espiritual entre Cristo y Satanás es una característica del pensamiento adventista. Y no es de extrañar: En toda la Biblia aparece lo que un escritor evangélico ha llamado “el tema de la guerra cósmica” y, a veces –como en esta lección sobre las tentaciones en el desierto–, ese tema aparece de una manera muy cruda y abierta. La idea de una batalla entre el bien y el mal puede verse aun fuera del contexto claramente religioso.

El poeta estadounidense T. S. Eliot escribió: “El mundo gira y el mundo cambia/ pero una cosa no cambia./ En todos mis años, una cosa no cambia.../ La lucha perpetua entre el Bien y el Mal”.–The Complete Poems and Plays, 1909-1950 (N. York: Harcourt Brace & Co., 1952), p. 98. El ateo alemán Friedrich Nietzsche escribió: “Concluyamos. Los dos valores opuestos ‘bueno y malo’, ‘bien y mal’ han estado ocupados en una temible lucha sobre la tierra durante miles de años”.–On the Genealogy of Morals and Ecce Homo (Vantage Books Edition: Random House, Inc., 1967), p. 52. La Escritura, ayudada por el Espíritu de Profecía, revela claramente, la verdadera naturaleza de este conflicto y los temas eternos que están en juego en ella.

Preguntas para Dialogar:

  1. Repasen, en la clase, las respuestas a la pregunta del miércoles sobre cuál es el límite entre confiar en milagros y ser presuntuoso. ¿De qué modo distinguimos la diferencia?

  2. La tentación viene de muchas formas, modos, tamaños y colores, todos cuidadosamente diseñados para alcanzarnos donde estamos. Y, por supuesto, algunas cosas que tientan a una persona no tientan a otra. Además de los pecados obvios, ¿cuáles son algunas maneras sutiles en las que podemos ser tentados?

  3. Lee de nuevo las tentaciones de Jesús en el desierto y la humillación a que fue sujeto. Al hacerlo, piensa acerca del hecho de que este mismo Jesús fue realmente “Dios con nosotros” y que “todas las cosas por él fueron hechas” (Juan 1:3). ¿De qué forma podemos captar el increíble concepto aquí, de que Dios –¡Dios!– ha soportado toda esta temible lucha en nuestro favor? Considerando esta verdad, ¿qué otra cosa importa?

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