Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "El Espíritu Santo y la espiritualidad"

Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2017

Lección 6: "El Espíritu Santo y una vida santa"

Para el 11 de febrero de 2017

 

Enseña a tu clase | Bosquejo de la Lección | Resumen
Ciclo de Aprendizaje:
Motiva | Explora | Aplica | Crea

 

El sábado enseñaré...

Texto Clave: 1 Pedro 1:14-16.

 

Ir ArribaEnseña a tu clase a:

Saber: Reconocer nuevamente y apreciar más profundamente la apelación del Espíritu Santo en las Escrituras a la santidad.

Sentir: Desarrollar un deseo creciente de santidad y una vida piadosa.

Hacer: Resolver, por el poder del Espíritu Santo, vivir una vida de santidad.

 

Ir Arriba Bosquejo de la Lección

  1. Saber: La santidad es la esencia de quién es Dios y el corazón de lo que significa ser un cristiano.

    1. ¿Por qué es tan popular hoy enfatizar el amor de Dios, aunque por momentos ignorar su santidad?

    2. ¿Qué diferencia haría si Dios fuera todopoderoso y omnisapiente pero no santo?

    3. ¿De qué manera la santidad de Dios se relaciona con su amor? ¿Qué diferencia hace esta relación en su relacionamiento con nosotros?

  2. Sentir: El gozo de buscar la santidad por el poder del Espíritu Santo.

    1. ¿Es la santidad un destino al cual llegar o un viaje continuo que transitamos como cristianos? Explica.

    2. ¿Por qué la búsqueda de la santidad a fin de tener amor y pureza como Jesús debería ser el propósito de todo cristiano?

  3. Hacer: Determinar por la gracia de Dios buscar la santidad por medio de la oración, el estudio de la Palabra y la meditación cristiana.

    1. Compara las expresiones bíblicas “andar en el Espíritu” y “pelear la buena batalla de la fe”. ¿De qué manera estas dos declaraciones son similares y cómo puedes implementarlas en tu vida?

    2. ¿Cómo podemos desarrollar nuevos hábitos cuando los antiguos hábitos parecen tan profundamente arraigados?

 

Ir Arriba Resumen

La búsqueda de la santidad es el llamado de todo cristiano. Cuando buscamos la santidad, estamos buscando a Dios mismo, que es santo. Es el Espíritu Santo, el Consolador y Ayudante divino, el que viene en nuestro auxilio para fortalecernos en nuestra búsqueda de la santidad que es la misma esencia del carácter de Dios.

 

Ir Arriba CICLO DE APRENDIZAJE

Texto destacado: Efesios 1:3-6.

Concepto clave para el crecimiento espiritual: Dios nos eligió antes de la fundación del mundo. En Cristo, nos bendijo con toda bendición espiritual para que podamos reflejar la gracia de su carácter y buscar su santidad. La santidad no es un estado de perfección que luchamos por obtener. Es estar continuamente pareciéndonos más a Jesús, un estado que se logra diariamente por medio del poder del Espíritu Santo, al relacionarnos con Dios en oración y por medio de su Palabra. La santidad es el resultado de contemplar la belleza del carácter de Cristo.

 

Ir ArribaPASO 1: ¡Motiva!

Solo para los maestros: La santidad de Dios consiste mayoritariamente en dos elementos importantes. Primero, incluye su justicia, un carácter puro que es una parte intrínseca de su naturaleza. Dios no puede actuar contrariamente a su propia naturaleza, así que sus acciones son siempre justas, puras y rectas. Segundo, la santidad de Dios lo coloca aparte de todo ser creado. Su amor, su gracia, su bondad, su justicia y su compasión son infinitos. No hay nadie más como él en el universo entero (Lev. 19:2; Sal. 47:8; 1 Ped. 1:15, 16).

Meditar en la santidad de Dios nos lleva a reflexionar sobre su santidad en nuestras propias vidas (2 Cor. 3:18). Elena de White afirma claramente: “Una ley del intelecto humano hace que se adapte gradualmente a las materias en las cuales se le enseña a espaciarse” (PP 585). El propósito de la lección de esta semana es doble: ayudar a los miembros de la clase a entender la importancia de buscar tener una vida de santidad y animarlos a desarrollar esa santidad en sus propias vidas al contemplar la santidad de Dios en su Palabra.

Diálogo inicial: Cuando piensas en la santidad de Dios, ¿qué viene a tu mente? Si tuvieras que dibujar un cuadro de un Dios santo, ¿cómo lo dibujarías? ¿Son positivas o negativas las imágenes de un Dios santo en tu mente? ¿Por qué? ¿Qué emociones evoca en ti el pensamiento de la santidad de Dios?

Para algunas personas, el pensamiento de un Dios santo suscita reverencia y sobrecogimiento. Para otros, genera temor y condenación. Hay quienes comparan la santidad de Dios con su odio por el pecado y, como saben que han pecado, se sienten abrumados por su propia culpabilidad a la luz de la santidad de Dios. En la lección de esta semana, descubriremos que el moar está en el mismo fundamento de la santidad de Dios y que su gracia fluye desde su santidad. Un Dios santo es un Dios justo. Su justicia es la base misma de un universo libre de los destrozos del pecado.

Preguntas para dialogar:

  1. ¿Por qué crees que es popular enfatizar el amor de Dios e ignorar su santidad?

  2. ¿Es la santidad de Dios un don o un mandato, o ambos? ¿Por qué?

  3. ¿Cuál es la diferencia entre santidad y perfección?

 

Ir ArribaPASO 2: ¡Explora!

Solo para los maestros: Existe una tensión en la vida de todo cristiano. Esta tensión se da entre lo que somos y lo que anhelamos ser. Es la tensión entre lo real y lo ideal. Como cristianos consagrados, anhelamos reflejar la imagen de Jesús en todos nuestros actos pero, a veces, no logramos alcanzar nuestros deseos. Las buenas nuevas son que somos aceptos en Cristo, redimidos por Cristo y justificados por Cristo. Recibimos salvación por medio de su sacrificio, no por lograr algún estado de súper santidad (Efe. 1:6, 7; 2:8; Rom. 5:8-10). En el contexto de su amor y gracia, buscamos ser como él. Su amor nos motiva a buscar su santidad (2 Cor. 5:14, 15). Deseamos ser como él porque hemos sido redimidos por su gracia (1 Juan 3:1, 2).

Concéntrate en este pensamiento a lo largo de la lección de esta semana: Buscamos la santidad porque hemos sido redimidos por su gracia y anhelamos imitar su carácter. Tal como lo dice la Biblia: “Nosotros le amamos a él porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19).

Comentario de la Biblia

I. Vivir una vida santa

(Repasa, con tu clase, Heb. 12:2.)

En Hebreos 11, Dios esboza su galería de héroes fieles. El capítulo 12 comienza con estas palabras: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (Heb. 12:1). La metáfora de la “nube de testigos” transmite la idea de un atleta compitiendo en un antiguo estadio con miles de testigos vitoreándolo y alentándolo. El apóstol Pablo aquí resalta que los héroes de la fe del pasado también nos alientan en nuestra carrera hacia el reino. Nos animan a buscar una vida de santidad. El “pecado que nos asedia” es simplemente una falta de fe que quita nuestra vista de la justicia de Cristo y nos lleva a depender de la nuestra. Es el error fatal que enfoca el esfuerzo humano en vez de la gracia divina. Es depender de nuestras propias debilidades en vez de la fuerza de Cristo.

El apóstol insta a cada creyente a tener “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Heb. 12:2). El Comentario bíblico adventista señala: “Mantener ‘puestos los ojos en Jesús’ es sostener una relación continua con Aquel que es la fuente de todo poder, con Aquel que puede fortalecernos para que resistamos y triunfemos” (CBA 7:497). La palabra para “consumador” en Hebreos 12:2 es la palabra griega teleiōtēs, que significa el que completa, perfecciona o termina.

Jesús es nuestro Salvador y Señor. Es el que murió por nosotros y el que vive por nosotros. Es el que nos justifica y santifica. Es el que comenzó una buena obra en nosotros y la terminará. Por medio del ministerio del Espíritu Santo, la tercera persona de la Deidad, crecemos “en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Ped. 3:18). Por medio de Cristo, nosotros que no somos santos somos aceptados como santos y, por medio de su gracia, somos santificados.

Considera: En Romanos 7:12, el apóstol Pablo describe la ley de Dios como “santa, justa y buena”. A lo largo de la Biblia, se describe también a Dios como santo (Isa. 6:3), justo (1 Juan 1:9) y bueno (Sal. 25:8). Si estas son las características tanto de Dios como de su ley, ¿qué te dice esta equivalencia acerca de la naturaleza misma de la ley? ¿Qué relación hay entre la ley de Dios y una vida llena del Espíritu? Comenta esta declaración con tu clase: “Puedes intentar guardar la ley sin amor, pero no puedes amar verdaderamente sin guardar la ley”.

 

Ir ArribaPASO 3: ¡Aplica!

Solo para los maestros: En nuestra sociedad centrada en el yo y en sentirse bien, los conceptos de negación propia, obediencia y santidad pueden parecer inentendibles para la mayoría de las personas. Ayuda a tu clase a entender que la esencia misma de la vida cristiana es que los creyentes, salvos por gracia y transformados por el amor de Dios, busquen naturalmente la santidad. Cuando admiras a alguien, te esfuerzas por ser semejante a esa persona que admiras. El amor de Cristo conquista nuestros corazones y anhelamos ser como él en carácter.

Preguntas de aplicación:

  1. ¿De qué manera podemos desarrollar nuevos hábitos y prácticas que nos guíen en nuestra senda rumbo a la santidad?

  2. ¿Cuáles son las cosas en nuestras vidas que nos distraen de vivir vidas santas?

  3. ¿Por qué vivir una vida de santidad a veces parece tan difícil?

 

Ir ArribaPASO 4: ¡Crea!

Solo para los maestros: Buscar la santidad en realidad es buscar a Dios y desear ser como él en carácter. Ayuda a tu clase a entender que el Espíritu Santo producirá la santidad en las vidas de todos los que dediquen tiempo para buscar a Dios por medio de la oración y su Palabra.

Actividades:

  1. Pide a los miembros de tu clase que compartan qué nuevos conceptos de santidad han descubierto en la lección de esta semana.

  2. Reparte tarjetas u hojas de papel a cada miembro de la clase. Pídele a cada alumno que escriba una oración por santidad en solamente tres o cuatro frases. (Si no hay elementos disponibles, pide a los miembros que piensen en esa oración en su corazón.) Aquí hay un ejemlo de una oración por santidad:

    “Querido Padre, hoy anhelo ser más como tú. Por momentos me siento demasiado apresurado para dedicar tiempo en tu presencia. Por favor perdóname por estar muy ocupado. Ayúdame a aminorar la marcha lo suficiente como para escuchar tu voz. Cámbiame por medio de tu Santo Espíritu, y que pueda vivir la vida de santidad a la que tú me has llamado. En el nombre de Jesús, amén”.

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