Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Esdras y Nehemías"

Cuarto trimestre (octubre-diciembre) de 2019

Lección 6: "La lectura de la Palabra"

Para el 9 de noviembre de 2019

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 2 de noviembre

Lee Para el Estudio de esta Semana: Nehemías 8:1–8; Deuteronomio 31:9–13; Mateo 17:5;Hechos 8:26–38; Nehemías 8:9–12; Levítico 23:39–43.

Para Memorizar: “Y leían en el libro de la Ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura” (Neh. 8:8).

El muro de Jerusalén estaba terminado. Con la colocación de las puertas, los israelitas, bajo el liderazgo de Nehemías, habían completado así la tarea principal. Cuando se terminó el muro, las naciones circundantes estaban asombradas y reconocieron “que por nuestro Dios había sido hecha esta obra” (Neh. 6:16). Los enemigos se dieron cuenta de que el Dios de Israel era real porque a pesar de la increíble oposición y el odio que sufrieron los israelitas, aun así habían completado la obra que se habían propuesto.

Después de completar el muro, Nehemías nombró a un gobernador de Jerusalén (su hermano Hanani) y a un líder de la fortaleza (Hananías). Ambos hombres fueron elegidos sobre la base de su integridad, confiabilidad y reverencia por Dios (Neh. 7:2), no por su genealogía. El muro se completó durante el mes de Elul (6º mes; Neh. 6:15).

¿Cuál sería la siguiente prioridad? Los siguientes capítulos de Nehemías (Neh. 8-10) describen una serie importante de acontecimientos en el mes de Tishri, el séptimo mes (Neh. 8:2). En estos versículos podemos ver ejemplos de cuán decididos estaban los hijos de Israel a obedecer la Palabra de Dios y cómo se regocijaban en ella.

 

Ir ArribaDomingo 3 de noviembre: El pueblo se congrega

Lee Nehemías 8:1 y 2. ¿Qué nos dice esto acerca de cuán importante era la Palabra de Dios para el pueblo?

Cuando los judíos finalmente terminaron la construcción del muro y se mudaron a Jerusalén, todos se reunieron en la plaza abierta de Jerusalén en el séptimo mes. El séptimo mes, el mes de Tishri, quizáera el mes más importante para los israelitas, ya que estaba dedicado a la Fiesta de las Trompetas (preparación para el juicio de Dios, el primer día del mes), el Día de la Expiación (día del juicio, el décimo día del mes), y la Fiesta de los Tabernáculos (para recordar que Dios los liberó de Egipto y su provisión durante el viaje en el desierto, el 15º día del mes). La reunión tuvo lugar el primer día del mes, en el que se celebró la Fiesta de las Trompetas. Los líderes convocaron a los hombres y las mujeres de la nación a esta asamblea especial para, mediante la lectura de la Ley, brindarles la oportunidad de aprender de su Dios y su historia.

El pueblo invitó a Esdras a llevar consigo el libro de la Ley de Moisés y leerlo. Incluso construyeron una plataforma, un púlpito, para la ocasión. No fue algo que los líderes le impusieron a la congregación. Al contrario, “ellos”, el pueblo, le pidieron a Esdras que llevara el Libro. Lo más probable es que Esdras les haya leído los libros de Moisés, que incluía la ley dada a Moisés en el Monte Sinaí.

Lee Deuteronomio 31:9 al 13. ¿Qué les dijo el Señor allí y qué lecciones podemos sacar de eso para nosotros hoy?

En Deuteronomio 31:9 al 13, Moisés dijo a los israelitas que, durante la Fiesta de los Tabernáculos, debían reunirse a leer la Ley de Dios, y menciona los diversos grupos que deberían reunirse: hombres, mujeres, niños y extranjeros que vivían dentro de sus puertas.

Una lectura literal de Nehemías 8:1 dice que se reunieron “como un solo hombre”. ¿Qué nos dice eso acerca de la importancia de la unidad entre el cuerpo de creyentes?

 

Ir ArribaLunes 4 de noviembre: Leer y escuchar la ley

Edras“trajo el libro de la ley” ante la asamblea para leer. ¿Qué les leyó? ¿Solo los Diez Mandamientos vez tras vez durante medio día? La referencia al libro de la Ley debe entenderse como los cinco libros de Moisés, de Génesis a Deuteronomio, conocido como la Torá hebrea. El término “ley”, por lo tanto, cubre solo una parte de lo que se incluyó en la lectura; sería mejor traducirlo como “instrucciones”. Son mandatos divinos que nos permiten conocer el camino por el que debemos andar para no perder el objetivo. Cuando Esdras leía, el pueblo escuchaba su historia como pueblo de Dios, comenzando con la Creación hasta la época de Josué. A través de historias, canciones, poemas, bendiciones y leyes, se les recordó sus dificultades para seguir a Dios y la fidelidad de Dios hacia ellos. La Torá incluye la “Ley”, pero es más que eso; incorpora la historia del pueblo de Dios y, especialmente, revela la dirección de Dios. En consecuencia, le daba a la comunidad sus raíces e identidad.

Lee Nehemías 8:3; Deuteronomio 4:1; 6:3 y 4; Josué 1:9; Salmo 1:2; Proverbios 19:20; Ezequiel 37:4; y Mateo 17:. ¿Qué nos enseñan estos versículos acerca de cómo debemos interactuar con la Palabra de Dios?

El hecho de que el pueblo deseara escuchar la Palabra de Dios probablemente fue el resultado de que Esdras les estuvo leyendo y enseñando la Palabra desde su llegada a Jerusalén, unos trece años antes. Él estaba dedicado a la obra de Dios y se propuso marcar la diferencia. La Palabra de Dios se hacía real para el pueblo a medida que la escuchaban a través de Esdras. Como resultado, tomaron una decisión consciente de escuchar y oír porque estaban interesados ​​en aprender de Dios. Por ende, en esta ocasión, se acercaron a la Torá con reverencia y el deseo de aprender.

Saturarnos de la Palabra crea un anhelo más profundo de Dios en nuestra vida.

¿Cómo te identificas con la Palabra de Dios? Es decir, aunque digas que crees en ella, ¿cómo se manifiesta esa creencia en tu vida, en el sentido de cómo intentas obedecer lo que ella enseña? ¿Cuán diferente vivirías si no obedecieras la Biblia?

 

Ir ArribaMartes 5 de noviembre: Lectura e interpretación de la palabra

Lee Nehemías 8:4 al 8. ¿Cómo se hacía la lectura de la ley?

Había dos grupos de trece hombres que estaban con Esdras durante la lectura. El primer grupo de trece (Neh. 8:4) ayudaba a leer la Palabra de Dios, y el segundo grupo de trece (Neh. 8:7) ayudaba a entender los pasajes. No tenemos ninguna información sobre cómo funcionaba esta modalidad en la plaza abierta; sin embargo, los hombres que ayudaban con la lectura posiblemente sostenían la Torá (los pergaminos hebreos eran pesados ​​y otros debían desenrollarlos), y leían sucesivamente, alternando entre los lectores. Como estuvieron leyendo desde la mañana hasta el mediodía, habían encontrado una manera de llegar a todos en la plaza.

Las frases “explicaban su sentido” y “de modo que entendieran la lectura” (Neh. 8:8, RVR95) pueden referirse tanto a la interpretación como a la traducción de los pasajes. Ambos son factibles en este caso. El pueblo había regresado de Babilonia, donde habían vivido durante muchos años, y el idioma principal era el arameo. Por lo tanto, escuchar la lectura en hebreo puede no haber sido fácil de entender para muchos, especialmente para las generaciones más jóvenes. Al mismo tiempo, los lectores de la Biblia pueden beneficiarse de una explicación o comentario. La predicación y la explicación hacen que el texto cobre vida e impulse a los oyentes a aplicar la información a nivel personal.

Lee Hechos 8:26 al 38. ¿Qué sucedió aquí que sea semejante a lo que sucedió en Jerusalén en los versículos anteriores? ¿Qué lecciones encontramos aquí?

Como protestantes, entendemos que los creyentes individuales deben conocer la Palabra de Dios por sí mismos, y que no debemos aceptar ciegamente la palabra de ningún otro en relación con la verdad bíblica, independientemente de su autoridad. Al mismo tiempo, ¿quién no se ha sentido bendecido cuando alguien lo ayudó a explicar el significado de los textos? Cada uno necesita saber lo que cree por sí mismo, pero esto no significa que, a veces, no podamos ser iluminados por las enseñanzas de otros.

 

Ir ArribaMiércoles 6 de noviembre: La respuesta del pueblo

Cuando Esdras abre la Palabra de Dios, la Torá hebrea, el pueblo se pone de pie. Antes de que Esdras lea, bendice a Dios. Después de leer, el pueblo responde con “¡Amén! ¡Amén!” (Neh. 8:5, 6) al unísono mientras levantan las manos al cielo. Luego inclinan la cabeza y adoran con el rostro hacia el suelo.

Lee Nehemías 8:9 al 12. ¿Por qué los dirigentes le dijeron al pueblo: “No os entristezcáis, ni lloréis”?

“Así también, en tiempos posteriores, cuando en Jerusalén se leyó la Ley de Dios a los cautivos vueltos de Babilonia, y cuando el pueblo lloraba sus transgresiones, se pronunciaron las siguientes palabras bondadosas:
“ ‘No os entristezcáis [...]. Id, comed alimentos grasos, bebed vino dulce y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque este es día consagrado a nuestro Señor. No os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza’ (Neh. 8:9, 10)” (MC 214, 215).
Mientras el pueblo escuchaba las palabras de Dios, se sintió impactado por su propio pecado y se puso a llorar. Cuando Dios se nos revela y comenzamos a comprender que Dios está lleno de amor, bondad, misericordia y fidelidad, nuestras deficiencias y la incapacidad de ser lo que debemos ser pasan a un primer plano. Ver la santidad de Dios a través de su Palabra nos hace ver nuestra fatalidad desde una nueva perspectiva. Esta toma de conciencia hizo que el pueblo de Israel llorara y se entristeciera, pero no debía angustiarse, “porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza” (Neh. 8:10). En otras palabras, a pesar de sus fracasos, podían confiar en el poder de Dios.
Este era también un día especial, un día santo, la Fiesta de las Trompetas (Rosh Hashaná), en la que los breves sonidos de las trompetas señalaban la importancia de la preparación del “corazón” para el juicio del Señor (Día de la Expiación, celebrado el 10º día del mes de Tishri). El sonido de las trompetas marcaba un llamado a presentarse arrepentidos ante Dios. Debido a que el día fue pensado para recordarle al pueblo que se vuelva a Dios, el llanto y la tristeza son comprensibles. Pero los dirigentes les recordaron que, una vez que se arrepintieron, Dios los había escuchado y, por lo tanto, era hora de regocijarse en el perdón de Dios.

¿Qué debería decirnos esto acerca de cuán malo es el pecado que crucificó a Jesús como la única manera de resolver el problema del pecado y darnos esperanza?

 

Ir ArribaJueves 7 de noviembre: El gozo del Señor

“El gozo de Jehová es vuestra fuerza” (Neh. 8:10) sirve como recordatorio de que la voluntad de Dios es que nos regocijemos y disfrutemos de la vida. Ante todo, no es cualquier tipo de gozo, sino la alegría que brota porque conocemos a Dios y la realidad de su amor. Deleitarnos en Dios, en su bondad, y regocijarnos por todo lo que Dios ha provisto para nosotros es algo por lo que debemos esforzarnos todos los días. Además, deleitarnos en Dios nos da la fuerza para enfrentar el día y afrontar lo que se nos presente.

Lee Nehemías 8:13 al 18. ¿Qué sucedió aquí y qué nos dice acerca del pueblo y sus líderes en este momento?

Al día siguiente, los dirigentes del pueblo se acercaron a Esdras para aprender más del libro de Dios. Esta iniciativa demostrada por los dirigentes mostraba su deseo de conducir a la comunidad hacia Dios. Entendían que no podrían guiar al pueblo correctamente si ellos mismos no buscaban a Dios y se esforzaban por conocerlo.

Lee Levítico 23:39 al 43. ¿Qué se les ordenó a los israelitas que hicieran y por qué?

Observa que en Nehemías 8:15 los textos aluden al hecho de que lo que estaban haciendo era según lo que está “escrito”. Aquí vemos otro ejemplo de su enorme deseo de obedecer la Palabra de Dios, quizá porque después de décadas de cautiverio habían aprendido la lección sobre la desobediencia. Además, en los textos de Levítico debían celebrar la fiesta y “durante siete días se regocijarán en presencia del Señor su Dios” (Lev. 23:40). En otras palabras, al recordar los actos de misericordia, gracia y salvación de Dios, el pueblo debía regocijarse por lo que el Señor había hecho por él.

Reflexiona en lo que hemos recibido en Jesús, que estaba simbolizado en todas las fiestas del antiguo Israel. ¿Cómo podemos aprender a regocijarnos en el Señor incluso durante las pruebas difíciles y penosas? ¿Por qué, especialmente en estos tiempos, es importante que aprendamos a regocijarnos?

 

Ir ArribaViernes 8 de noviembre

Para Estudiar y Meditar:

Lee Elena de White, Profetas y reyes, “Instruidos en la Ley de Dios”, pp. 489-493.

“Ahora debía manifestar fe en sus promesas. Dios había aceptado su arrepentimiento; ahora les tocaba a ellos regocijarse en la seguridad de que sus pecados estaban perdonados y de que habían recuperado el favor divino. [...]

Cada verdadero retorno al Señor imparte gozo permanente a la vida. Cuando el pecador cede a la influencia del Espíritu Santo, ve su propia culpabilidad y contaminación en contraste con la santidad del gran Escudriñador de los corazones. Se ve condenado como transgresor. Pero no por esto debe ceder a la desesperación, pues ya ha sido asegurado su perdón. Puede regocijarse en la sensación de sus pecados perdonados y en el amor de un Padre celestial perdonador. Es una gloria para Dios rodear a los seres humanos pecaminosos y arrepentidos con los brazos de su amor, vendar sus heridas, limpiarlos de pecado y cubrirlos con las vestiduras de salvación” (PR 492, 493).

Preguntas para Dialogar:

  1. ¿En qué condiciones puedes experimentar “el gozo de Jehová” (Neh. 8:10) como tu fuerza? Es decir, ¿hay algo que debemos hacer para experimentar el poder de Dios y su perdón en nuestra vida? ¿Qué es?

  2. ¿Cómo encontramos el equilibrio correcto al apenarnos por nuestros pecados y, al mismo tiempo, regocijarnos en el Señor? ¿No son actitudes contradictorias? La ley y el evangelio juntos, ¿de qué manera ofrecen la respuesta? (Ver Rom. 3:19–24.)

  3. Lee Nehemías 8:10 (RVA-2015), donde Nehemías le dice al pueblo: “Vayan, coman ricos manjares, beban bebidas dulces y envíen porciones a los que no tienen nada preparado, porque este es un día santo para nuestro Señor. No se entristezcan porque el gozo del Señor es su fortaleza”. ¿Comer ricos manjares, beber bebidas dulces y enviar porciones a los que no tienen nada preparado, y hacerlo porque “este es un día santo para nuestro Señor”? ¿Qué nos enseña esto acerca de cómo podemos regocijarnos en el Señor? El hecho de que sea “santo”, ¿qué significa en este contexto?

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