Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Daniel"

Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2020

Lección 13: "Del polvo a las estrellas"

Para el 28 de marzo de 2020

 

Reseña | Comentario | Aplicación a la vida

 

Ir ArribaRESEÑA

Texto Clave: Daniel 12:3.

Enfoque del estudio: Daniel 12; Romanos 8:34; Lucas 10:20; Romanos 8:18; Hebreos 2:14, 15; Juan 14:29; Apocalipsis 11:3.

Introducción: Tres temas de la lección de esta semana merecen especial atención porque, en estos aspectos, los adventistas del séptimo día tienen un enfoque distintivo: el papel y la naturaleza de Miguel, la naturaleza específica de la resurrección y las profecías de tiempo en Daniel 12.

Temática de la lección:

1. La identidad de Miguel. Los comentaristas cristianos, en general, entienden que Miguel no es más que un ángel prominente. Sin embargo, existe una evidencia bíblica significativa que señala a Miguel como el Hijo de Dios preencarnado.

2. El alcance de la resurrección. La resurrección que se describe en Daniel no es la resurrección general sino una resurrección especial que tendrá lugar inmediatamente antes de la segunda venida de Jesús.

3. Las profecías de tiempo. Se ha intentado interpretar las profecías de tiempo mencionadas en Daniel 12 como períodos literales que se cumplirán en el futuro. Sin embargo, la mejor evidencia indica que estas profecías de tiempo coinciden y se superponen con las profecías de tiempo a largo plazo de Daniel 7, 8 y 9.

Aplicación a la vida: Dado que el Dios de Daniel es nuestro Dios y nosotros somos el pueblo de Dios, las promesas dadas a Daniel también son para nosotros. Miguel, es decir, Jesucristo, es nuestro representante en el Santuario celestial. Él es el Dios viviente que dirige la historia y nos cuida. Por lo tanto, podemos vivir el presente y considerar el futuro con alegría y confianza.

 

Ir Arriba COMENTARIO

Exploremos con más detenimiento los tres temas descriptos anteriormente:

1. La identidad de Miguel. Entre todos los personajes descriptos en el libro de Daniel, hay uno que merece atención especial. Esa figura aparece en primer lugar para proteger a los tres hebreos en el horno de fuego ardiente. No se lo menciona por nombre, pero Nabucodonosor, aunque desde una perspectiva pagana, reconoció de inmediato que ese ser debía ser “hijo de los dioses” (Dan. 3:25). Luego, en la visión del juicio celestial, vemos lo que parece ser la misma figura, que aparece como “un hijo de hombre” (7:13). Desempeña sus funciones como representante de los santos. A él “le fue dado dominio, gloria y reino” (vers. 14). Luego, se manifiesta como “el príncipe de los ejércitos” (8:11), cuyo ministerio sacerdotal fue usurpado por el cuerno pequeño. Finalmente, esta figura aparece como “Miguel” (10:13). Se lo llama “vuestro príncipe” (vers. 21) y “el gran príncipe” (12:1). Es tanto una figura sacerdotal como militar/regia.

En su papel militar, este guerrero regio lucha contra las fuerzas del mal simbolizadas por el cuerno pequeño, el rey del norte y el príncipe de Persia. Por ejemplo, el cuerno pequeño por usurpación pretendió engrandecerse (gdl) contra el “príncipe de los ejércitos” (Dan. 8:11) y atacar al pueblo de Dios; Miguel el gran (gdl) príncipe, grande por derecho propio, se levanta para defender al pueblo. La enemistad extrema entre Miguel y los poderes opuestos a Dios sitúa a Miguel como representante de Dios y su misma expresión.

Fíjate que la designación de Miguel como “uno de los principales príncipes” (Dan. 10:13) no contradice las consideraciones anteriores. Lo más probable es que esta expresión tenga relación con el denominado “plural de plenitud” como cuando Dios se dirige a sí mismo en el plural de la segunda persona: “hagamos”, “descendamos”, “confundamos” (Gén. 1:26; 11:7), “uno de nosotros” (3:22), “por nosotros” (Isa. 6:8), que indica una pluralidad de “personas” en la Deidad. De hecho, Miguel es uno de los principales príncipes, porque, como el Hijo eterno, es una Persona distinta dentro de la Deidad y uno con el Padre.

Esta caracterización se enfatiza aún más en el Nuevo Testamento. Miguel dirigía al ejército celestial, que expulsó al dragón y sus ángeles del cielo (Apoc. 12:7-9). Miguel, también llamado “arcángel”, disputó con el diablo por el cuerpo de Moisés (Jud. 9). Curiosamente, la voz del “arcángel” provocará la resurrección de los santos en la venida de Jesús (1 Tes. 4:16). No es de extrañar que Cristo asociara la resurrección con la voz del Hijo del Hombre (Juan 5:28, 29). Por ende, la conclusión ineludible es que Miguel es Jesús.

2. El alcance de la resurrección. La primera referencia a la resurrección en Daniel 12:2 anuncia que tanto los justos como los malvados resucitarán al mismo tiempo. Esta resurrección tendrá lugar dentro del contexto del tiempo del fin cuando Miguel se levante para salvar a su pueblo (Dan. 12:1). Por lo tanto, este despertar debe ser una resurrección especial, porque, como enseña la Biblia en otras partes, la resurrección general de los justos tendrá lugar en la segunda venida de Jesús y la de los impíos ocurrirá al final del milenio. Sin embargo, la Biblia da indicios de una resurrección especial de quienes crucificaron a Jesús (Dan. 12:2; Mat. 26:63, 64; Apoc. 1:7) y de quienes murieron en la fe del mensaje de los tres ángeles (Apoc. 14:13). Como lo resume el Comentario bíblico adventista: “Una resurrección especial precede al segundo advenimiento de Cristo. ‘Todos los que hayan muerto en la fe del mensaje del tercer ángel’ se levantarán en esa ocasión. Además, los que contemplaron burlonamente la crucifixión de Cristo y los que se opusieron más violentamente al pueblo de Dios serán sacados de sus tumbas para ver el cumplimiento de la promesa divina y el triunfo de la verdad (ver CS 637; Apoc. 1:7)” (CBA 4:904).

Una segunda referencia a la resurrección se encuentra en Daniel 12:13 que, en contraste con la anterior, tiene lugar “al fin de los días”. Este acontecimiento es la resurrección general de los justos, que se menciona en otras partes de las Escrituras. Daniel recibió la promesa de que al fin de los días se levantará para recibir su herencia. El término “heredad” (goral) recuerda la herencia asignada (goral) dada a cada tribu después de que el pueblo de Dios entró en la Tierra Prometida. Este término recuerda el Éxodo y la promesa del pacto de que Dios le daría tierras al pueblo. Daniel recibió la misma promesa. Al final, recibirá su “porción” en la nueva creación, el nuevo cielo y la nueva tierra. La resurrección no es la transición de un estado material a un estado inmaterial. En realidad, es una transición de una condición pecaminosa y degradada a un estado de perfección. Disfrutaremos la vida en plenitud en la realidad concreta de los nuevos cielos y la nueva tierra que Dios traerá a la existencia (Isa. 65:17; Apoc. 21:1-5).

3. Las profecías de tiempo. Al observar los tiempos proféticos mencionados en Daniel 12, debemos tener en cuenta que este capítulo es una conclusión y un epílogo para todo el libro. En Daniel 12 se presentan tres profecías de tiempo específicas. La primera predecía que debía pasar “tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo” hasta que “se acabe la dispersión del poder [yad, mano] del pueblo santo” (Dan. 12:7). Esta profecía se refiere al tiempo durante el cual los santos estaban en la “mano” (yad) de la entidad simbolizada por el cuerno pequeño (7:25), según Daniel 7. Este período de tres tiempos y medio abarca desde 538 a.C., con el establecimiento del papado, hasta 1798, cuando el emperador francés Napoleón puso fin al gobierno secular del papado y así “acabó” con el “poder” (yad) que oprimía al pueblo de Dios.
El segundo tiempo profético que se menciona aquí es el de “1.290 días”. Esta profecía de tiempo debía comenzar con la eliminación del “continuo sacrificio” (tamid) y el establecimiento de la “abominación desoladora” (Dan. 12:11). Estos acontecimientos están relacionados con la obra del cuerno pequeño, que eliminó el continuo sacrificio y creó la abominación desoladora (8:9-12). Por lo tanto, este período profético debe coincidir con los “tres tiempos y medio” mencionados anteriormente. Lo más probable es que se extienda hasta 1798, en cuyo caso se remonta a 508 d.C. El evento más importante que ocurrió alrededor de esta fecha es la conversión del rey francés Clodoveo a la fe católica. Este gran acontecimiento, similar a la conversión de Constantino al cristianismo, allanó el camino para la consolidación del poder papal. Es interesante que tanto el comienzo como el final de este período profético estén marcados por la acción de un líder francés.

Finalmente, el período profético de “1.335 días” (Dan. 12:12) viene acompañado de una bendición para quienes les toque vivir al final de este intervalo de tiempo (ver además Apoc. 14:13). No se menciona ningún momento de inicio ni de culminación. Pero parece que este período es una continuación del período anterior de “1.290 días”. Por lo tanto, desde la conversión de Clodoveo alrededor de 508, los 1.335 días llegan a 1843/1844, cuando se predicaba el mensaje del primer ángel y las 2.300 tardes y las mañanas estaban llegando a su fin.

 

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APLICACIÓN A LA VIDA

“Un grupo de estudiantes universitarios se sentía frustrado en su esfuerzo por entender el libro de Daniel. Así que fueron al gimnasio a jugar al baloncesto. Al terminar el partido, se dieron cuenta de que el anciano cuidador estaba sentado en un rincón leyendo.

–¿Qué estás leyendo, José? –le preguntaron.

–El libro de Daniel –respondió.

–Ah, tú no puedes entender eso.

–Sí, puedo –respondió José–. Es bastante sencillo. Dios gana”. (Adaptado de B. Fyall, Daniel: A Tale of Two Cities, p. 151.)

  1. ¿Cómo asumes el hecho de que quizá no entiendas todo lo que lees en el libro de Daniel? ¿Qué partes del libro de Daniel aún te resultan confusas y misteriosas? ¿Cuál es el mensaje principal de Daniel que entiendes claramente?

  2. ¿Qué diferencia supone en tu vida el hecho de saber que Miguel es el Hijo de Dios? ¿Qué cambiaría si Miguel fuera solo un ser creado?

  3. ¿Cómo relacionas las profecías de tiempo de Daniel con la intervención de Dios en la historia humana y en tu vida? ¿Qué revela la información de los períodos proféticos sobre la participación de Dios en la historia humana y en tu vida personal?

  4. ¿Qué pasaría si nunca te tocara vivir los acontecimientos finales que pronto sobrevendrán en la Tierra antes de la venida de Jesús? ¿Qué pasaría si no experimentas el zarandeo? Tu experiencia, ¿es de segunda clase? Si el Señor te dijera: “Y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días” (Dan. 12:13), ¿no es eso todo lo que realmente necesitas? Da razones para tus respuestas.

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