Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Daniel"

Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2020

Lección 7: "Del foso de los leones al foso del ángel"

Para el 15 de febrero de 2020

 

Reseña | Comentario | Aplicación a la vida

 

Ir ArribaRESEÑA

Texto Clave: Daniel 6.

Enfoque del estudio: Daniel 6; 1 Samuel 18:6-8; Mateo 6:6; Hechos 5:27-32; Marcos 6:14-26; Hebreos 11:35-38.

Introducción: Daniel 6 resalta la fidelidad de Daniel. Él estuvo dispuesto a ser devorado por los leones antes de poner en peligro su relación con Dios. Finalmente, su fidelidad a Dios y su lealtad al rey fueron reivindicadas.

Temática de la lección:

1. La fidelidad. A pesar del decreto que prohibía presentar una petición a cualquier dios u hombre que no fuese el rey, Daniel continuó orando en dirección a Jerusalén. Él podría haber cerrado las ventanas y podría haber orado en secreto, pero decidió no comprometer su testimonio. Su compromiso con la verdad ocupaba una posición mucho más elevada que la preservación de su propia vida.

2. La vindicación. Como resultado de la lealtad de Daniel a Dios, el ángel del Señor cerró la boca de los leones hambrientos. Daniel fue protegido y vindicado ante el rey y quienes procuraban quitarle la vida. La experiencia de ese exiliado hebreo tan notable es un símbolo de la vindicación final del pueblo de Dios a través de las edades, al enfrentar oposición y persecución por parte de los poderes del mal.

Aplicación a la vida: Los aspirantes a políticos cristianos a menudo señalan la experiencia de Daniel como justificación para entrar en la contienda del servicio público. ¡Qué bendición para la iglesia y la sociedad si todos los políticos cristianos y todos los funcionarios públicos emularan la fidelidad de Daniel!

 

Ir Arriba COMENTARIO

1. La fidelidad. Daniel era uno de los tres gobernadores encargados de la supervisión de los sátrapas. Controlaban las tareas de estos y auditaban sus cuentas, para evitar pérdidas en las rentas públicas del rey y asegurar el funcionamiento adecuado del gobierno (Dan. 6:2). El fraude y la administración fraudulenta han sido un problema desde tiempos antiguos. Algunos textos antiguos del Cercano Oriente también reflejan el clima competitivo, de rivalidad y de intriga entre los eruditos y los consejeros de la corte; todos, a menudo, se dirigían al rey con acusaciones contra un competidor real o aparente. Por lo tanto, en este sentido, la situación en la corte del rey Darío, reflejada en el hecho de que los gobernadores y los sátrapas quisieran deshacerse de Daniel, no era excepcional. Los celos quizás hayan desempeñado un rol importante, puesto que Daniel fue nombrado por el rey como una especie de primer ministro. En relación con esta posibilidad, también debiéramos tener presente que la integridad de Daniel puede haber sido una piedra de tropiezo para los que procuraban hacerse de ventajas personales y ganancias ilícitas en los cargos públicos. A su vez, estos funcionarios corruptos, probablemente, deben de haberse vuelto en contra de Daniel porque era judío (Dan. 6:13; comparar con 3:12) y, como tal, era fiel a su Dios, no a los dioses de ellos.

A pesar del decreto real, Daniel no cambió sus hábitos de oración. Siguió orando tres veces al día (comparar con Sal. 55:17). La casa de Daniel seguramente tenía una habitación privada en planta alta, sobre el techo horizontal. Desde una ventana que daba al oeste, Daniel oraba hacia Jerusalén, donde estaba el Templo en ruinas. En la inauguración del Templo, Salomón instruyó al pueblo a orar hacia el Templo (ver 1 Rey. 8:35, 38, 44, 48). Al parecer, David practicaba el mismo principio (ver Sal. 5:7; 28:2). Jerusalén se convirtió en el lugar de la presencia de Dios porque el Templo estaba allí. Por ende, ese gesto simbolizaba su compromiso con Yahvéh, el Dios que eligió a Jerusalén como el lugar donde pondría su nombre. Además, Daniel esperaba la restauración de Jerusalén como el cumplimiento de las promesas del pacto (Jer. 31; Eze. 36). Daniel era un extranjero residente en Babilonia: su verdadera ciudadanía estaba en Jerusalén.

Así que lo primero que aprendemos de Daniel en este relato es su integridad profesional como funcionario del imperio. Lo más probable es que Darío haya invitado a Daniel a trabajar debido a su reputación intachable como servidor público. Además, sus enemigos también percibían claramente la integridad de Daniel. En este sentido, caben dos observaciones. En primer lugar, los enemigos de Daniel reconocieron que no podían encontrar nada contra él en su servicio al rey: “Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él” (Dan. 6:4). En segundo lugar, el aspecto más impresionante del complot de los enemigos es el hecho de que ellos percibieron que la lealtad suprema de Daniel era hacia su Dios. Esta evidencia indica que Daniel vivía su fe y expresaba sus convicciones abiertamente. Todos sabían qué era lo que más le importaba a Daniel. Por lo tanto, sus enemigos decidieron atacar su convicción medular. Al hacer esto, no esperaban que Daniel transigiera, sino que permaneciera fiel; de esta forma, ellos podrían darle muerte.

Sin embargo, Daniel no percibía ningún conflicto entre sus responsabilidades como funcionario gubernamental y como siervo del Dios verdadero. De hecho, Daniel consideraba que su servicio público era una oportunidad para honrar al Dios que es el soberano máximo de todo.

2. La vindicación. Probablemente, la característica más sobresaliente del relato de Daniel en el foso de los leones sea el hecho de que Daniel fue librado de los leones. Este final feliz guarda relación con otros relatos bíblicos, como la liberación de los amigos de Daniel del horno ardiente, al igual que la restauración de Job. Sobre todo, es coherente con la macronarrativa bíblica en sí, que concluye con la destrucción del mal y el establecimiento del Reino eterno de Dios. La reivindicación de Daniel sobre sus enemigos apunta a la reivindicación final del pueblo de Dios, según se describe en la parte profética de Daniel (Dan. 7-12). No obstante, esto no significa que todos los siervos fieles de Dios que son perseguidos serán liberados, como Daniel. La galería de mártires a lo largo de la historia muestra que, a veces, Dios permite que sus siervos paguen el precio máximo por su lealtad sin ninguna reivindicación aparente de este lado del cielo. Sin embargo, en este caso, la liberación de Daniel se yergue como un símbolo de la vindicación escatológica del pueblo Dios y muestra que Dios retiene el poder supremo sobre las fuerzas del mal. El Dios que evitó que los leones devoraran a Daniel, al final, silenciará para siempre a Satanás, el león y acusador supremo de los hermanos (1 Ped. 5:8).

La fidelidad de Daniel hacia Dios halla expresión en su lealtad a la Ley de Dios. Por eso, cuando la ley humana entró en conflicto con la Ley de Dios, Daniel no mostró ninguna duda en cuanto a cuál obedecer. El decreto se emitió según la ley de los medos y los persas, “la cual no puede ser abrogada” (Dan. 6:8). Aquí surge un conflicto entre dos leyes que reclaman inmutabilidad, y alcanzará proporciones escatológicas en el intento del cuerno pequeño de cambiar los tiempos y la Ley (cap. 7). Por consiguiente, si la ley de los medos y persas no puede revocarse, ¿qué decir de la Ley que refleja el carácter de Dios? El conflicto entre la Ley eterna de Dios y las falsificaciones humanas es un aspecto crucial del gran conflicto encapsulado en la experiencia de Daniel. Aunque Daniel era leal al Estado, cuando las leyes del Estado entraron en conflicto con la Ley de Dios, él no mostró ninguna duda en cuanto a cuál ley obedecer.

Dios reivindicó la fidelidad de Daniel. Darío no tenía dudas de la integridad de Daniel, tanto que hizo esfuerzos tenaces para encontrar una escapatoria de la ley imperial. Finalmente, el rey se vio obligado a ceder, aunque con la esperanza de que el Dios de Daniel lo librara. Según el relato bíblico, la piedra que fue puesta a la entrada del foso se selló con el anillo del rey “y con el anillo de sus príncipes” (Dan. 6:17). Este sellamiento doble tenía la intención de que la suerte de Daniel fuese inalterable. Como convincentemente lo sugirió un comentarista: “Los acusadores, que probablemente estuvieron presentes y querían que se usara el sello de los príncipes, habrán deseado de este modo asegurarse de que no hubiera posibilidades de que el propio rey enviara hombres para rescatar a Daniel; y el rey habrá querido asegurarse de que estos acusadores no intentasen matar a Daniel de otra manera, si los leones no lo hacían” (Wood, A Commentary on Daniel, p. 169).

Finalmente, la vindicación de Daniel implicó la condenación de quienes conspiraron contra él. Este resultado es el lado oscuro pero necesario de la reivindicación. El rey ordenó que los enemigos de Daniel fueran arrojados al mismo pozo al que Daniel había sido confinado y, como resultado, fueron destruidos por los leones. Para la mente moderna/posmoderna, es difícil aceptar el hecho de que el rey incluyera a las familias en el castigo de los conspiradores. Sin embargo, ten en cuenta que el rey simplemente estaba siguiendo una práctica de esa época, aunque horrible. Dios no ordenó que se hiciera. Lo que Dios hizo fue salvar a Daniel de los leones y, con esto, dejó en claro la inocencia del profeta en todos los asuntos relacionados con el rey. Pero, sobre todo, debemos tener en cuenta que no solo fue Daniel el reivindicado; Dios mismo también fue reivindicado ante Darío. El rey finalmente confesó que el Dios que había librado a Daniel era el Dios verdadero y viviente: “Su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin” (Dan 6:26). Estas palabras concluyen acertadamente la parte narrativa y condensan la esencia del mensaje teológico que transmite la parte profética.

 

Ir Arriba APLICACIÓN A LA VIDA

“Queridos jóvenes, ¿cuáles son la meta y el propósito de su vida? ¿Ambicionan una educación para tener renombre y posición en el mundo? ¿Tienen el pensamiento que no se atreven a expresar, de estar algún día en la cima de la grandeza intelectual; de sentarse en asambleas legislativas y deliberantes, y de ayudar a dictar leyes para la nación? No hay nada de malo en estas aspiraciones. Cada uno de ustedes puede llegar a distinguirse. No deberían contentarse con adquisiciones mezquinas. Escojan una norma elevada y no escatimen esfuerzos para alcanzarla” (MJ 26).

  1. ¿Qué tipo de cargos públicos son compatibles con la vida cristiana, si existen?

  2. ¿Dónde y cómo trazas la línea entre la lealtad al Estado y la lealtad a Dios?

  3. Si Daniel es un modelo, ¿cuáles son las cuatro cosas que hizo que los aspirantes a políticos y a funcionarios públicos harían bien en emular? (Dan. 6:10, 11).

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