Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Hacer amigos para Dios: El gozo de participar en la misión"

Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2020

Lección 1: "¿Por qué testificar?"

Para el 4 de julio de 2020

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 27 de junio

Lee Para el Estudio de esta Semana: Santiago 5:19, 20; Lucas 15:6; Sofonías 3:17; Juan 7:37, 38; 1 Timoteo 2:3, 4; 2 Corintios 5:14, 15.

Para Memorizar: “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:3, 4).

El gran anhelo de Dios es que todas las personas en todas partes respondan a su amor, acepten su gracia, sean transformadas por su Espíritu y sean salvas en su Reino. No tiene mayor deseo que nuestra salvación. Su amor no tiene límites. Su misericordia no tiene medida. Su compasión es eterna. Su perdón es inagotable. Su poder es infinito. A diferencia de los dioses paganos, que exigían sacrificios, nuestro Dios ha hecho el sacrificio supremo. No importa cuánto deseemos ser salvos, Dios anhela salvarnos más. “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:3, 4). El anhelo de su corazón es por tu salvación y la mía.

Testificar se trata de Jesús. Se trata de lo que ha hecho para salvarnos, de cómo ha cambiado nuestras vidas y de las maravillosas verdades de su Palabra, que nos dicen quién es él y la belleza de su carácter. ¿Por qué testificar? Cuando entendemos quién es él y hemos experimentado las maravillas de su gracia y el poder de su amor, no podemos estar en silencio. ¿Por qué testificar? Mientras participamos con él, entramos en su gozo de ver personas redimidas por su gracia y transformadas por su amor.

 

Ir ArribaDomingo 28 de junio: Proveer oportunidades para la salvación

Dios brinda oportunidades diariamente para que las personas en todas partes lo conozcan. Él obra en los corazones a través de su Espíritu Santo. Se revela en la belleza y la complejidad del mundo natural. La inmensidad, el orden y la simetría del universo hablan de un Dios eterno con sabiduría ilimitada y poder infinito. Él dispone circunstancias o providencias en nuestras vidas para atraernos hacia él.

Aunque Dios se revela a través de las impresiones de su Espíritu, las glorias de la naturaleza y los actos de providencia, la revelación más clara de su amor se encuentra en la vida y el ministerio de Jesucristo. Cuando compartimos a Jesús con otros, les brindamos la mejor oportunidad para ser salvos.

Lee Lucas 19:10 y compáralo con Santiago 5:19 y 20. ¿Qué enseña el Evangelio de Lucas sobre el propósito de Cristo al venir a la Tierra? ¿Cómo cooperamos con Cristo en su obra de salvar a los perdidos?

Según Santiago, “el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados” (Sant. 5:20). El libro de Romanos amplía este pensamiento. En Romanos 1 y 2, tanto los gentiles que han visto la revelación de Dios en la naturaleza como los judíos que han recibido la revelación profética de Dios en las Escrituras están perdidos sin Cristo. En Romanos 3 al 5, el apóstol revela que la salvación viene por gracia solo a través de la fe. En Romanos 6 al 8, describe cómo la gracia que justifica a cada creyente también es la gracia santificadora. En Romanos 10, declara que “todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Rom. 10:13), y luego señala que nadie puede invocar si no ha creído, y nadie puede creer si no ha oído, y nadie puede oír a menos que alguien les hable. Somos los eslabones de Dios en el plan de salvación para alcanzar a las personas perdidas con la gloria del evangelio.

No testificamos para dar a las personas la única oportunidad de ser salvados; testificamos para darles la mejor oportunidad. ¿Cuál es nuestro papel en el plan de Dios de redimir a la raza humana? Piense también en esto: ¿cuántas personas han escuchado el evangelio de tus propios labios?

 

Ir ArribaLunes 29 de junio: Hacer feliz a Jesús

¿Alguien te ha preguntado alguna vez cómo va tu día?; “¿Está todo bien hoy?” ¿Qué sucedería si le hicieras esas preguntas a Dios? “Dios, ¿cómo va tu día?” ¿Qué tipo de respuesta crees que recibirías? Posiblemente, sería algo así como esto: “Mi día ha sido extremadamente difícil. Las lágrimas llenaron mis ojos por mil campos de refugiados llenos de niños con frío, hambrientos y llorando. Caminé por las calles de las ciudades atestadas de gente del mundo y lloré con los indigentes y sin hogar. Mi corazón se quebranta al ver a las mujeres y los niños asustados, maltratados y vendidos como esclavos sexuales. Fui testigo de los estragos de la guerra, los efectos devastadores de los desastres naturales y la dolorosa agonía de enfermedades debilitantes y mortales”. “Pero, Dios, ¿hay algo que te haga alegrarte? ¿Hay algo que alegra tu corazón? ¿Hay algo que te haga cantar?”

Lee Lucas 15:6, 7, 9, 10, 22 al 24 y 32. ¿Cómo terminan estas historias y qué te dicen estos finales acerca de Dios?

Todo el cielo se regocija cuando se encuentra a los perdidos. En un mundo lleno de enfermedades, desastres y muerte, podemos llevar alegría al corazón de Dios al compartir las “buenas nuevas” de salvación con los demás. Una de las mayores motivaciones para compartir el amor de Cristo es el conocimiento de que el testimonio trae alegría al corazón de Dios. Cada vez que revelamos su amor, todo el cielo canta.

Lee Sofonías 3:17. ¿Cuál es la respuesta de nuestro Señor cuando aceptamos su gracia salvadora?

Imagina esta escena. Como resultado de tu testimonio, algún hombre, mujer o niño y niña acepta a Jesús como su Salvador personal. Jesús se regocija. Todo el cielo estalla en una canción entusiasta, y nuestro poderoso Salvador se regocija cantando por esa persona. ¿Qué puede ser más gratificante, más reconfortante, que saber que tu testimonio trae alegría al corazón de Dios en un mundo de tristeza?

 

Ir ArribaMartes 30 de junio: Creciendo por medio de la generosidad

El Mar Muerto marca el nivel más bajo de la Tierra. A 430 metros bajo el nivel del mar, se ubica como el mar más bajo del mundo. El río Jordán desemboca en el mar de Galilea y serpentea a través del valle del Jordán hasta que termina en el Mar Muerto.

El clima cálido y seco, con la intensa luz solar y las condiciones del desierto, hace que el agua se evapore con bastante rapidez. Dado que el contenido de sales y minerales del Mar Muerto es del 33,7 por ciento, poco sobrevive en sus aguas. No hay peces ni plantas; solo algunos microbios y bacterias en el fondo.

En nuestras vidas cristianas, si la gracia de Dios que fluye en nuestras vidas no fluye hacia los demás, nos quedaremos estancados y casi sin vida, como el Mar Muerto. Como cristianos, no es así como debemos vivir.

Lee Juan 7:37 y 38 y Lucas 6:38. En contraste con la experiencia del Mar Muerto, cuando los creyentes reciben las refrescantes corrientes de agua viva de Cristo, ¿cuál es el resultado natural?

“Dios podría haber alcanzado su objetivo de salvar a los pecadores sin nuestra ayuda; pero para que podamos desarrollar un carácter como el de Cristo, debemos participar en su obra. Con el fin de entrar en su gozo –el gozo de ver almas redimidas por su sacrificio– debemos participar de sus labores en favor de su redención” (DTG 116).

“Los que quieren ser más que vencedores deben salir de su encierro en sí mismos, y lo único que realizará esta gran obra es interesarse intensamente por la salvación de otros” (FEC 230).

Crecemos a medida que compartimos con otros lo que Cristo ha hecho en nuestras propias vidas. Teniendo en cuenta todo lo que se nos ha dado en Cristo, ¿qué, sino solo el egoísmo más abyecto, podría evitar que compartamos con los demás lo que nos han dado? Mientras tanto, si no compartimos nuestra fe, nuestra vida espiritual se volverá tan estancada como el Mar Muerto.

¿Cuáles han sido tus propias experiencias al testificar a otros, orar con otros y ministrar a las necesidades de los demás? ¿Cómo han impactado estas experiencias en tu propia fe y en tu caminar con el Señor?

 

Ir ArribaMiércoles 1 de julio: Fidelidad al mandato de Cristo

La lealtad a Cristo requiere un compromiso de hacer su voluntad. Requiere obediencia a sus Mandamientos. Resulta en un corazón que late con el corazón de Cristo para salvar a los perdidos. Da prioridad a las cosas que él prioriza.

Lee 1 Timoteo 2:3 y 4 y 2 Pedro 3:9. ¿Qué nos dicen estos pasajes sobre el corazón de Dios? ¿Cuál es su prioridad?

Dios es un apasionado de salvar personas. No hay nada más importante para él. Es su ferviente deseo que “todos” se salven y “vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:4); “no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Ped. 3:9). La palabra griega usada para “queriendo” es boulomai, que expresa la inclinación de la mente, como “querer” o “desear”. El Comentario bíblico adventista hace esta observación perspicaz sobre la pequeña palabra “sino”. La palabra griega para “sino” es alla. Se usa aquí para destacar “el contraste entre la tergiversación de la naturaleza de Dios, a saber, que podría querer que algunos perecieran, y la verdad de que él desea que todos sean salvos” (CBA 7:634). El mandato de Cristo de que cada uno de nosotros participe en su misión como testigos de su amor, gracia y verdad es una consecuencia de su deseo de que toda la humanidad sea salva.

Lee Hechos 13:47 y compáralo con Isaías 49:6. ¿A quién se aplicó inicialmente este pasaje? ¿Cómo lo usa el apóstol Pablo?

Hay momentos en que una profecía del Antiguo Testamento tiene más de una aplicación. Aquí, el apóstol Pablo toma una profecía que se refería primero a Israel y proféticamente al Mesías (ver Isa. 41:8; 49:6; Luc. 2:32) y la aplica a la iglesia del Nuevo Testamento. Para la iglesia, descuidar o minimizar el mandato de Cristo es fallar en el propósito de su existencia y perder su llamado profético al mundo.

¿Cuáles son los peligros para la iglesia, incluso al nivel de iglesia local, si se enfoca demasiado en sí misma al punto que olvida su propósito original?

 

Ir ArribaJueves 2 de julio: Motivados por el amor

Esta semana nos hemos centrado en responder la pregunta, “¿Por qué testificar?” Hemos descubierto que, al compartir nuestra fe, tenemos la alegría de cooperar con Dios en su misión al mundo. Nuestro testimonio de su amor brinda mayores oportunidades de salvación a las personas, ya que pueden ver más claramente su gracia y verdad.

Al mismo tiempo, testificar es también uno de los medios de Dios para hacernos crecer espiritualmente. El hecho de no compartir lo que Cristo ha hecho por nosotros y de ministrar a otros estrangula la vida espiritual genuina.

Testificar nos pone en contacto con el corazón de Aquel que anhela que toda la humanidad sea salvada. Es una respuesta de obediencia a su mandato. En la lección de hoy estudiaremos la mayor motivación para testificar.

Lee 2 Corintios 5:14 y 15, y 18 al 20. ¿Qué motivó a Pablo a experimentar pruebas, tribulaciones, peligros y dificultades por el bien del evangelio? ¿Cómo puede esta misma motivación impulsar nuestro servicio por Cristo?

El apóstol Pablo fue motivado por el amor. Hay cosas que harás por amor que no harías por ninguna otra razón. Cuando el apóstol declara “El amor de Cristo nos constriñe”, estaba diciendo una verdad eterna. La palabra constriñe significa “instar, impulsar, controlar o motivar mucho”. El amor de Cristo controlaba las acciones de Pablo y motivaba su testimonio. Con un propósito inquebrantable y un espíritu único, compartió el plan de salvación en todo el mundo mediterráneo.

“El amor debe residir en el corazón. Un cristiano cabal funda sus motivos de acción en el amor profundo que tiene por el Maestro. De las raíces de su amor a Cristo brota un interés abnegado por sus hermanos” (HC 368).

Cuando realmente reconocemos el inmenso sacrificio que Cristo ha hecho por nosotros, su amor nos asombra y nos impulsa a compartir con los demás lo que ha hecho por nosotros.

El que creó toda la creación (las galaxias, las estrellas, la hueste angelical, todo el cosmos, otros mundos) fue el que murió en la cruz por nosotros. ¿Cómo puede esta asombrosa verdad no crear en nosotros un amor por Dios y un deseo de compartir ese amor?

 

Ir ArribaViernes 3 de julio

Para Estudiar y Meditar:

Lee Elena de White, Los hechos de los apóstoles, “El propósito de Dios para su iglesia”, pp. 9-14; y El Deseado de todas las gentes, pp. 761-768.

La iglesia del Nuevo Testamento enfrentaba el peligro de no entender el propósito de su existencia. Elena de White describe este peligro: “La persecución que sobrevino a la iglesia de Jerusalén dio gran impulso a la obra del evangelio. El éxito había acompañado la ministración de la Palabra en ese lugar, y había peligro de que los discípulos permanecieran demasiado tiempo allí, desatendiendo la comisión del Salvador de ir a todo el mundo. Olvidando que la fuerza para resistir al mal se obtiene mejor mediante el servicio agresivo, comenzaron a pensar que no tenían ninguna obra más importante que la de proteger a la iglesia de Jerusalén de los ataques del enemigo. En vez de enseñar a los nuevos conversos a llevar el evangelio a quienes no lo habían oído, corrían el peligro de adoptar una actitud que indujera a todos a sentirse satisfechos con lo que habían realizado” (HAp 87, 88).

Preguntas para Dialogar:

  1. Lee cuidadosamente la cita de Elena de White que aparece arriba, especialmente la última línea. ¿Por qué incluso hoy debemos tener cuidado con el mismo peligro potencial? Ante los desafíos misioneros que tenemos por delante, ¿por qué esa actitud sería tan terrible, incluso trágicamente, equivocada?

  2. ¿Por qué crees que cada uno de los Evangelios termina con un mandato similar? Lee Mateo 28:18 al 20, Marcos 16:15, 16, Lucas 24: 46 al 49 y Juan 20:21. ¿Qué significó esto para los creyentes del primer siglo y qué debería significar para nosotros hoy?

  3. ¿Puede el testimonio y el servicio convertirse en un sustituto de la espiritualidad genuina? Si es así, ¿de qué manera, y cómo podemos cuidarnos de esa trampa?

  4. En clase, habla acerca de la respuesta a la pregunta al final de la lección del martes, sobre cómo ser testigo y ministrar impacta tu propio crecimiento espiritual. ¿Cuáles son algunas cosas que has aprendido que pueden ayudar a otros? ¿Qué errores has cometido que podrías ayudar a otros a evitar?

  5. Reflexiona sobre el hecho sorprendente de que Dios nos ama a cada uno de nosotros individualmente. ¿Cómo entiendes lo que esto significa? ¿Cómo debería esto, quizás la verdad más importante en todo el universo, impactar tu forma de vida?

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Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. Hebreos 2:14,15.


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- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Bajo el yugo de Cristo basada en Mateo 11:29-30.

- Cada día con Dios. Hoy con la lectura Siempre adelante basada en Juan 16:7-8.


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