Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Isaías: “Consolaos, pueblo mío”"

Primer trimestre (enero-marzo) de 2021

Lección 8: "Consolaos, pueblo mío"

Para el 20 de febrero de 2021

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 13 de febrero

Lee Para el Estudio de esta Semana: Isaías 40:1, 2; 40:3–8; 40:9–11; 40:12–31.

Para Memorizar: “Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!” (Isa. 40:9).

La Segunda Guerra Mundial terminó en 1945, mientras un soldado japonés llamado Shoichi Yokoi se escondía en la jungla de la isla de Guam. Los folletos lanzados desde los aviones estadounidenses proclamaban la paz, pero Yokoi pensó que era un truco. Al ser un soldado leal y patriótico del emperador, había prometido no rendirse nunca. Como no tenía contacto con la civilización, vivía de lo que podía encontrar en la jungla, pasando miseria y dificultades.

En 1972, 27 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, unos cazadores se encontraron con Yokoi mientras estaba pescando, y recién allí se enteró de que el mensaje de paz había sido cierto. Mientras el resto de su pueblo disfrutó de la paz durante décadas, Yokoi soportó décadas de privación y estrés (R. Gane, Altar Call, p. 304, adaptado).

Muchos siglos antes, a través del profeta Isaías, Dios anunció que el tiempo de ansiedad y sufrimiento de su pueblo realmente había terminado: “Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados” (Isa. 40:1, 2).

Veamos lo que esto significa.

 

Ir ArribaDomingo 14 de febrero: Consuelo para el futuro (Isa. 40:1, 2)

En Isaías 40:1 y 2, Dios consuela a su pueblo. El tiempo de su castigo finalmente ha terminado. ¿Qué castigo es ese?

Hay muchas respuestas para esta pregunta. Estuvo el castigo administrado por Asiria, la vara de la ira de Dios (Isa. 10), de la que Dios libró a Judá destruyendo al ejército de Senaquerib en 701 a.C. (Isa. 37). Estuvo el castigo administrado por Babilonia, que se llevó posesiones y gente de Judá porque Ezequías había mostrado su riqueza a los mensajeros de Merodac-baladán (Isa. 39). Y estuvo el castigo administrado por una de las otras naciones contra las que Isaías escribió mensajes (Isa. 14–23).

Mientras tanto, aunque las palabras “Asiria” y “asirio/s” se mencionan 43 veces de Isaías 7:17 a 38:6, esta nación aparece solo una vez en el resto de Isaías, donde Isaías 52:4 se refiere a la opresión “en tiempo pasado” por parte de Egipto y luego “el asirio”. En la última parte de Isaías, se menciona la liberación del exilio de Babilonia (Isa. 43:14; 47:1; 48:14, 20), y es Ciro, el persa, que conquistó Babilonia en 539 a.C., quien liberaría a los exiliados de Judá (Isa. 44:28; 45:1, 13).

Isaías 1 al 39 enfatiza los acontecimientos que condujeron a la liberación de los asirios en 701 a.C., pero al comienzo del capítulo 40, el libro avanza un siglo y medio hasta el fin de Babilonia, en 539 a.C., y el regreso de los judíos poco después.

El tema del regreso de Babilonia, ¿tiene relación con algo anterior en Isaías? ¿Qué es?

Isaías 39 sirve como transición para los siguientes capítulos al predecir un cautiverio babilónico, al menos para algunos de los descendientes de Ezequías (Isa. 39:6, 7). Además, los oráculos de Isaías 13, 14 y 21 predicen la caída de Babilonia y la libertad que esto traería al pueblo de Dios: “Porque Jehová tendrá piedad de Jacob, y todavía escogerá a Israel, y lo hará reposar en su tierra [...]. Y en el día que Jehová te dé reposo de tu trabajo y de tu temor, y de la dura servidumbre en que te hicieron servir, pronunciarás este proverbio contra el rey de Babilonia” (Isa. 14:1-4). Observa la estrecha conexión con Isaías 40:1 y 2, donde Dios promete a su pueblo que pondrá fin a su sufrimiento.

¿Qué significan para ti las promesas bíblicas sobre el fin del sufrimiento ahora, en medio de tu sufrimiento actual? ¿De qué serviría nuestra fe sin esas promesas? ¿Por qué, entonces, es tan importante aferrarse a ellas, pase lo que pase?

 

Ir ArribaLunes 15 de febrero: Presencia, palabra y obras viales (Isa. 40:3-8)

¿Cómo recibe consuelo el pueblo de Dios? Isaías 40:1–8.

Un heraldo anónimo anuncia que Dios vendrá a revelar su gloria (Isa. 40:3–5). Otra voz proclama que aunque los seres humanos son pasajeros como el follaje, “la palabra del Dios nuestro permanece para siempre” (Isa. 40:8).

Después del exilio, el pueblo de Dios recuperó lo que había recibido en el monte Sinaí y que luego rechazó íntegramente mediante su apostasía, por lo que fue castigado: la presencia de Dios y su Palabra. Estos son los ingredientes básicos del pacto de Dios con Israel, que fueron consagrados en su Santuario en medio de ellos (Éxo. 25:8, 16). Debido a que ellos habían infringido su Palabra, Dios había abandonado su Templo (Eze. 9-11). Pero regresará. Su presencia y su Palabra eternamente confiable traen consuelo, liberación y esperanza.

¿Qué preparación se necesita para la Venida del Señor? Isaías 40:3–5.

No es admisible que un rey se bambolee en un camino accidentado. Por lo tanto, su llegada es precedida por obras viales. ¡Especialmente si se trata del Rey de reyes! Su venida, aparentemente desde el este, donde ha estado en el exilio con su pueblo como un Santuario para ellos (Eze. 11:16), requería una reorganización importante del terreno. La construcción de una supercarretera literal y nivelada a través de las escarpadas colinas al este de Jerusalén hubiese sido titánica, incluso con dinamita y excavadoras. Dios es el único que puede hacer la obra; es él quien convierte “lo escabroso en llanura” (Isa. 42:16). Pero él no necesita un camino literal para trasladarse porque tiene una carroza aérea de querubines (Eze. 1; 9-11).

El Nuevo Testamento aplica explícitamente la profecía de Isaías a la obra vial espiritual realizada mediante la predicación de Juan el Bautista (Mat. 3:3). Su mensaje era: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (3:2) y el bautismo que practicaba era “de arrepentimiento para perdón de pecados” (1:4). Por lo tanto, la obra vial era el arrepentimiento, la disposición a alejarse del pecado, para recibir el consuelo del perdón y la presencia de Dios.

Jeremías 31:31 al 34 proclamó el mismo mensaje espiritual con suficiente tiempo como para que los exiliados de Judá entendieran la naturaleza espiritual de allanar el camino para Dios. En este pasaje, el Señor promete a quienes estén dispuestos a comenzar de nuevo, un “nuevo pacto” en el que él pone su ley en su corazón y se compromete a ser su Dios. Ellos lo conocen a él y su carácter, porque él los ha perdonado.

Lee atentamente Isaías 40:6 al 8. Tú, que eres efímero como la hierba, ¿qué esperanza puedes obtener de lo que dicen estos versículos? ¿Contra qué deberían advertirnos? ¿Dónde no debiéramos poner nuestra confianza?

 

Ir ArribaMartes 16 de febrero: El nacimiento de la evangelización (Isa. 40:9-11)

¿Qué clase de evento se describe en Isaías 40:9 al 11?

Más adelante en Isaías aparece un mensajero de buenas noticias para Jerusalén (Isa. 41:27; 52:7). Pero en Isaías 40:9 quien proclama desde un monte “¡Ved aquí al Dios vuestro!” es una anunciadora, un hecho que se evidencia en hebreo.

En el Salmo 68, David alaba a Dios porque él “hace habitar en familia a los desamparados; saca a los cautivos a prosperidad” (Sal. 68:6). Aunque estas palabras se aplican al Éxodo de la esclavitud egipcia, Isaías usa las mismas ideas con referencia a la proclamación de un segundo “Éxodo”: el regreso del cautiverio babilónico.

En tanto, el Nuevo Testamento aplica Isaías 40:3 al 5 a Juan el Bautista, quien preparó el camino para Cristo, el Verbo eterno que llegó a ser la presencia del Señor encarnada entre su pueblo (Juan 1:14).

Aun antes que Juan, otros hablaron sobre las buenas nuevas de su Venida. Entre los primeros, estuvieron los ancianos Simeón y Ana, quienes conocieron al Niño Jesús cuando fue dedicado en el Templo (Luc. 2:25–38). Al igual que los mensajeros de Isaías, eran hombre y mujer. Simeón anhelaba la consolación de Israel en la forma del Mesías (Luc. 2:25, 26).

A la luz de la profecía de Isaías, no parece una coincidencia que Ana, una profetisa, fuera la primera en anunciar públicamente al pueblo de Jerusalén en el monte del Templo que el Señor había venido: “Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén” (Luc. 2:38). Este fue el nacimiento de la evangelización cristiana tal como lo conocemos: la proclamación del evangelio, las buenas nuevas, de que Jesucristo vino a traer salvación. Posteriormente, Cristo confió a otra mujer, María Magdalena, la primicia de su triunfante resurrección (Juan 20:17, 18); lo que garantizaba que su misión evangélica en el planeta Tierra se había cumplido. ¡La carne es como la hierba, pero el Verbo divino que se hizo carne es eterno (ver Isa. 40:6-8)!

Examina Isaías 40:11. ¿Qué tipo de imágenes se presentan aquí? Escribe un párrafo sobre tu experiencia personal con Jesús como tu Pastor. ¿Por qué es bueno refrescar en tu mente la forma en que el Señor te ha guiado?

 

Ir ArribaMiércoles 17 de febrero: Creador misericordioso (Isa. 40:12-31)

¿Cómo desarrolla Isaías 40 los temas de la misericordia y el poder de Dios?

En este capítulo, la misericordia y el poder de Dios están entretejidos (ver abajo) e incluso se combinan, porque ambos son necesarios para que Dios salve a su pueblo. Él quiere salvarlo, porque es misericordioso; él puede salvarlo, porque es poderoso.

Misericordia (Isa. 40:1–5): consuelo; venida del Señor para librar.

Poder (Isa. 40:3–8): gloria; permanencia versus debilidad humana.

Misericordia (Isa. 40:9-11): buenas nuevas de liberación; Pastor de su pueblo.

Poder (Isa. 40:12–26): Creador incomparable.

Misericordia (Isa. 40:27–31): como Creador, él da poder a los débiles.

Luego de presentar el poder de Dios en términos de su gloria y permanencia (Isa. 40:3–8), Isaías se explaya sobre el poder y la sabiduría superiores de Dios, que hacen que la Tierra y sus habitantes parezcan insignificantes (Isa. 40:12–17). Este estilo de Isaías, con preguntas retóricas y analogías vívidas que aluden a la Tierra y sus partes, se asemeja a la respuesta de Dios a Job (Job 38–41).

¿Cuál es la respuesta a la pregunta retórica de Isaías: “¿A qué, pues, haréis semejante a Dios [...]?” (Isa. 40:18)?

Para Isaías, como para Job, la respuesta es evidente: a nadie. Dios es incomparable. Pero Isaías retoma la pregunta y hace referencia a la respuesta que muchos pueblos antiguos insinuaban con sus acciones, que Dios sería semejante a un ídolo (Isa. 40:19, 20).

A esta noción responde Isaías. De por sí, ya parece una tontería usar la figura de un ídolo que se asemeje Dios, pero solo para asegurarse de que el pueblo entiendiera el concepto, explica la singularidad de Dios y presenta el argumento irrebatible de que él es el Santo Creador (Isa. 40:21–26).

¿Cómo revela el versículo 27 la actitud de las personas a las que Isaías dirige el mensaje? ¿En qué medida nosotros somos culpables de tener esa misma actitud?

¡El propósito del mensaje de Dios es consolar a los que lo necesitan! Al igual que Job, su sufrimiento los había confundido y desanimado con respecto al carácter de Dios.

Repasa los versículos de hoy. Estos hablan no solo de la misericordia de Dios y de su poder, sino también del hecho de que él es el Creador. ¿Por qué es tan importante entender esta verdad? El sábado, semana tras semana, ¿cómo ayuda a reforzar esta cuestión fundamental?

 

Ir ArribaJueves 18 de febrero: El problema con la idolatría (Isa. 40:19, 20)

La idolatría destruye una relación única e íntima con Dios al reemplazarlo por otra cosa (Éxo. 20:4, 5; Isa. 42:8). Por ende, los profetas se refieren a la idolatría como “adulterio” espiritual (Jer. 3:6–9; Eze. 16:15–19).

Lee Isaías 41:29. ¿Cómo describe Isaías a los ídolos? ¿Cómo interpretas lo que dice de ellos? ¿Por qué es una descripción precisa de cualquier ídolo, sin importar cuál sea?

Los idólatras de la antigüedad creían que adoraban a los poderosos seres divinos a través de imágenes o símbolos de ellos. La adoración de un ídolo que representa a algún dios quebranta el primer Mandamiento: “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éxo. 20:3). Pero si un ídolo está destinado a representar al Dios verdadero, como lo era el becerro de oro (32:4, 5), el Señor lo rechaza como una imagen de sí mismo, ya que nadie sabe cómo representarlo (Deut. 4:15–19), y nada puede representar su incomparable gloria y grandeza. Por lo tanto, en sí mismo un ídolo funciona como otro dios, y adorarlo quebranta el primer Mandamiento y el segundo.

El pueblo de Dios no necesita ídolos, porque tiene su verdadera presencia, la Shekiná, con ellos en su Santuario. Adorar a un ídolo es reemplazar su presencia real y, por lo tanto, negarla.

¿Qué tipos de idolatría enfrentamos hoy como iglesia? La idolatría, ¿aparece en formas más sutiles en la iglesia de hoy? Si es así, ¿cómo?

“Muchos que llevan el nombre de cristianos sirven a otros dioses además del Señor. Nuestro Creador demanda nuestra dedicación suprema, nuestra primera lealtad. Cualquier cosa que tienda a disminuir nuestro amor por Dios o que interfiera con el servicio que le debemos, se convierte en un ídolo” (Comentarios de Elena G. de White, CBA 2:1005).

Sabemos por escritos antiguos que la idolatría era atractiva, porque tenía que ver con el materialismo. Al utilizar modos de adoración con los que la gente podía verse reflejada, los idólatras honraban a las fuerzas que creían que podrían proporcionarles fertilidad y prosperidad. Era una religión de autoayuda. ¿Te suena conocido?

Justo antes de que el Señor venga nuevamente, con el camino preparado por la obra vial de un último mensaje de reconciliación de Elías (Mal. 4), la decisión será la misma que en los días de Isaías: ¿adorarás al Creador o adorarás alguna otra cosa? (Apoc. 13; 14). Porque al final, siempre adoramos algo.

 

Ir ArribaViernes 19 de febrero

Para Estudiar y Meditar:

Lee Elena de White, Profetas y reyes, “He ahí a vuestro Dios”, pp. 231-237.

“En los tiempos de Isaías la comprensión espiritual de la humanidad se hallaba oscurecida por un concepto erróneo acerca de Dios. Durante mucho tiempo Satanás había procurado inducir a los hombres a considerar a su Creador como autor del pecado, el sufrimiento y la muerte. Los que habían sido así engañados se imaginaban que Dios era duro y exigente. Lo veían como al acecho para denunciar y condenar, nunca dispuesto a recibir al pecador mientras hubiese una excusa legal para no ayudarlo. La ley de amor que rige el cielo había sido calumniada por el gran engañador y presentada como una restricción de la felicidad humana, un yugo gravoso del cual debían escapar gustosos. Declaraba que era imposible obedecer sus preceptos, y que los castigos por la transgresión se imponían arbitrariamente” (PR 231).

Preguntas para Dialogar:

  1. Resume con tus palabras el mensaje de Isaías 40:12 al 31. Escríbelo usando imágenes modernas, como los descubrimientos científicos modernos que muestran aún más gráficamente el asombroso poder de nuestro Dios. Comparte tu resumen con la clase.

  2. La descripción que hace Isaías de la permanencia de la Palabra de Dios versus la frágil transitoriedad de la vida humana (Isa. 40:6–8), ¿en qué medida habla a tu miedo a la muerte? ¿Cómo se relaciona con tu esperanza de la resurrección (Job 19:25–27; Dan. 12:2; 1 Cor. 15:51–57; 1 Tes. 4:13–18)?

  3. Si nos tomamos en serio Isaías 40:12 al 31, ¿cómo podemos curarnos del orgullo y la arrogancia?

Resumen: Mediante Isaías, Dios llevó consuelo a los que habían estado sufriendo. Su tiempo de angustia había terminado y Dios estaba volviendo a ellos. En vez de desanimarse y confundirse, podían confiar en que Dios usaría su poder creador en su favor.

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Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. Hebreos 2:14,15.


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