Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "En estos postreros días: El mensaje de Hebreos"

Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2022

Lección 10: "Jesús abre el camino a través del velo"

Para el 5 de marzo de 2022

 

Reseña | Comentario | Aplicación a la vida

 

Ir ArribaRESEÑA

Textos Clave: Hebreos 9:24; Éxodo 19:3, 4; Hebreos 12:18-21; Levítico 16:1, 2; Hebreos 10:19-24; Colosenses 3:1.

Temática de la lección:

En Hebreos, la ascensión de Cristo marca el comienzo de su reinado y el comienzo de su ministerio sumosacerdotal en el cielo. Cuando Cristo ascendió al cielo, se presentó ante Dios en nuestro favor (Heb. 9:24). En tiempos del Antiguo Testamento, se requería que todo varón se presentara delante de Dios tres veces al año. Las fiestas de peregrinación eran la Pascua, la Fiesta de las Semanas y la Fiesta de los Tabernáculos (Éxo. 23:14-17). Su propósito era presentarse ante Dios (Sal. 42:2).

Cristo se presentó ante Dios en el cielo en nuestro favor. De acuerdo con las fiestas del Antiguo Testamento, Cristo murió en la Pascua. Luego, después de su resurrección, ascendió inicialmente al Padre en el momento en que los sacerdotes agitaban su gavilla de cebada (ver Juan 20:17; Efe. 4:8). Cristo ascendió de nuevo por última vez después de cuarenta días, para sentarse a la diestra de Dios. Cuando la investidura de Cristo como nuestro Sumo Sacerdote tuvo lugar en el cielo, el Espíritu Santo se derramó durante Pentecostés sobre los seguidores de Cristo en la Tierra.

Cuando Dios apareció a los israelitas en el Monte Sinaí, estos temieron la presencia de Dios. Moisés se convirtió en su intermediario. A lo largo de la historia de Israel, los sacerdotes fueron los mediadores. Pero incluso a ellos se les prohibía entrar cuando quisieran en el Lugar Santísimo del Tabernáculo. Los velos funcionaban como límites y como protección para los sacerdotes cuando ministraban en el Santuario. Hebreos invita a su audiencia, e implícitamente a nosotros, a acercarnos al Santuario a través del velo, es decir, a través de la carne de Cristo (Heb. 10:20).

 

Ir Arriba COMENTARIO

Los espíritus de los justos hechos perfectos

En Hebreos 12:22 y 23, Pablo se dirige a su audiencia con estas palabras: “Os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos”. El aspecto que profundizaremos en relación con este pasaje es: ¿Quiénes son “los espíritus de los justos hechos perfectos”? Es decir, ¿qué tipo de seres son?

Al prepararnos para responder esta pregunta, veamos el contexto de Hebreos 12:22 y 23, que es Hebreos 11. En Hebreos 11, Pablo ofrece alabanzas en honor a los héroes de la fe, seguidas de una fuerte exhortación, al comienzo de Hebreos 12, a fijar nuestra mirada en “Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Heb. 12:2). Luego, la parte que sigue en Hebreos 12 trata de la disciplina de Dios en la vida cristiana. El hecho de que los justos sufran no es una señal de desagrado divino, sino del afecto paternal de Dios. Es por eso que Pablo declara: “Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo” (Heb. 12:6).

Luego viene una doble exhortación a la paz y a la santidad: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Heb. 12:14). Para reforzar la advertencia, Pablo presenta la ilustración de Esaú, descrito como “inmoral” y “profano”, la antítesis misma del ejemplo de fe en Hebreos 11, que cambió sus derechos de herencia como primogénito por la gratificación inmediata de una comida (Heb. 12:16). Finalmente, Pablo compara a la generación del Éxodo con su audiencia. La generación del Éxodo se enfrentó a una teofanía en el Monte Sinaí. Moisés recordó la escena y declaró: “Estoy espantado y temblando” (Heb. 12:21). En contraste, la audiencia de Hebreos no se acercó a este monte aterrador, sino a la morada celestial de Dios, “Jerusalén la celestial” (Heb. 12:22). Tienen acceso a “Dios el Juez de todos”, a “la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos” y a los “espíritus de los justos hechos perfectos” (Heb. 12:23).

¿Quiénes son los “espíritus de los justos hechos perfectos”? La mayoría de los eruditos del libro de Hebreos emplean literatura apocalíptica judía (p. ej., Jub. 23:30, 31; 1 Enoc 22:9; 102:4; 103:3, 4; 2 Apoc. Bar. 30:2) para entender la frase “los espíritus de los justos hechos perfectos”. Sobre esta base, concluyen que estos espíritus deben ser almas inmateriales, desprovistas de cuerpo, que moran en el cielo. Esa conclusión debe confrontarse con los datos presentados en el mismo libro de Hebreos. Con ese fin, analizaremos el sustantivo “espíritus”, el adjetivo “justos” y el verbo adjetivado (participio) “hechos perfectos”.

El sustantivo “espíritus”, o “espíritu”, tiene tres usos diferentes en la carta a los Hebreos. En primer lugar, “espíritus” se utiliza para designar a los ángeles que son espíritus ministradores (Heb. 1:7, 14). En segundo lugar, “espíritu” designa al Espíritu Santo que da dones, habla acerca del nuevo pacto y da testimonio de este (Heb. 2:4; 3:7 6:4 9:8; 10:15). A veces, al parecer se describe al Espíritu Santo como el “Espíritu de gracia” (Heb. 10:29) o el “Espíritu eterno” (Heb. 9:14). En tercer lugar, “espíritus” se refiere a seres humanos vivos sujetos a la penetración viva de la Palabra de Dios (Heb. 4:12). Asimismo, cuando Pablo habla de que Dios disciplina a sus hijos, dice: “Tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?” (Heb. 12:9). Por lo tanto, podemos concluir que los “espíritus”, en la frase “los espíritus de los justos hechos perfectos” (Heb. 12:23), no son ángeles ni el Espíritu Santo, sino seres humanos que, por la fe, se han acercado al Monte Sion, la ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial (Heb. 12:22).

En Hebreos, el adjetivo “justo” aparece solo dos veces fuera del pasaje en cuestión. La primera vez que aparece, se utiliza en el contexto de la perseverancia: “Mas el justo vivirá por fe” (Heb. 10:38). Dios no se complace en aquellos que retroceden ante la duda o la incredulidad. La segunda vez, el adjetivo se usa en el contexto de Abel al ofrecer un mejor sacrificio que el que ofreció Caín. A causa de ese mejor sacrificio, Abel recibe el testimonio de que es “justo” (Heb. 11:4). Ambos casos se refieren a personas cuando estaban vivas, no muertas o en un estado incorpóreo. Por lo tanto, estas personas no se describen como almas inmateriales. Entonces, podemos concluir que los “justos” son aquellas personas que viven por la fe y expresan su fe mediante los sacrificios que ofrecen.

La expresión “hechos perfectos” o “perfeccionados” aparece varias veces en Hebreos, y se la utiliza de tres maneras diferentes. En primer lugar, Cristo fue perfeccionado a través de los sufrimientos y llega a ser la fuente de la salvación eterna (Heb. 2:10; 5:9; 7:28). En segundo lugar, la ley no puede perfeccionar la conciencia del adorador (Heb. 7:19; 9:9; 10:1). En tercer lugar, los seres humanos son hechos perfectos. En Hebreos 10:14, Pablo declara: “Porque con una sola ofrenda [Cristo] hizo perfectos para siempre a los santificados”; y en Hebreos 12:23 los “espíritus de los justos” se perfeccionan. Por consiguiente, los objetos de la perfección son Cristo y los seres humanos, no seres incorpóreos en una esfera metafísica.

Finalmente, la frase “congregación de los primogénitos” parece ser parte de un paralelismo, sinónimo de la frase que le sigue: “que están inscritos en los cielos” (Heb. 12:23). La imagen de personas justas inscritas en los libros celestiales es común en las Escrituras (Éxo. 32:32; Sal. 69:28; Dan. 12:1; Luc. 10:20; Apoc. 13:8; 17:8; comparar con Fil. 3:20). Moisés contendió con Dios con el propósito de que perdonara el pecado de Israel o borrara su propio nombre del libro de la vida. En consecuencia, la expresión “los espíritus de los justos hechos perfectos” debe interpretarse como seres humanos, no como almas incorpóreas de personas que murieron.

En síntesis, la evidencia textual apunta al hecho de que el sustantivo “espíritus” se utiliza para los ángeles, el Espíritu Santo y los seres humanos. El adjetivo “justo” se usa para personas fieles como Abel y la audiencia de Hebreos. La expresión “hechos perfectos” se emplea para describir a Jesús que es perfeccionado, la incapacidad de la ley para hacer que algo sea perfecto, y a los seres humanos que han sido perfeccionados por el sacrificio de Cristo. Por lo tanto, podemos concluir con seguridad que los “espíritus de los justos hechos perfectos” no son almas inmateriales, desprovistas de forma corporal, que moran en el cielo después de su estancia terrenal y posterior muerte, y que ahora disfrutan de la paz celestial. Los “espíritus de los justos hechos perfectos” son seres humanos cuyos nombres han sido registrados en el cielo. Mediante la fe, los destinatarios de Hebreos se acercan a Dios, a Jesús, el Mediador de un nuevo pacto, a la Jerusalén celestial, a los innumerables ángeles, y a estos seres humanos que han sido perfeccionados por la fe y cuyos nombres están registrados en el cielo. Este pasaje debe entenderse como una exhortación a los creyentes, similar a la exhortación del autor a su audiencia cuando dice: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4:16).

 

Ir Arriba APLICACIÓN A LA VIDA

Como adventistas del séptimo día, tenemos muchas creencias en común con otras denominaciones cristianas, como la oración, la justificación por la fe, la santificación, la Deidad, el diezmo, y otras. Además de las creencias adventistas distintivas, como las relacionadas con la doctrina del Santuario y nuestra interpretación propia como el remanente del tiempo del fin de Apocalipsis, dentro del cristianismo se pueden encontrar algunas denominaciones que comparten nuestras creencias sobre el sábado, la Segunda Venida, el don de profecía y el estado de los muertos. Durante la lección de esta semana, analizamos el estado de los muertos a través del pasaje de Hebreos 12:22 y 23. Como adventistas del séptimo día, nos distinguimos de otros grupos cristianos, aunque no exclusivamente, por creer que el alma no es inmortal. Creemos que Dios creó a Adán “del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Gén. 2:7). Otras traducciones traducen la frase “ser viviente” como “alma viviente”. Con la muerte, el ser viviente deja de existir. A través de la influencia de la filosofía griega, la mayoría de los cristianos a lo largo de la historia ha creído que los seres humanos nacen inmortales, y que cuando mueren el espíritu va al cielo o al infierno para vivir con Dios o para arder eternamente.

  1. ¿Qué peligros surgen cuando anteponemos nuestras presuposiciones al texto bíblico, en lugar de permitir que la Biblia hable por sí misma?

  2. ¿Podemos ser completamente objetivos y libres de presuposiciones? ¿Por qué?

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