Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "En estos postreros días: El mensaje de Hebreos"

Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2022

Lección 2: "El mensaje de Hebreos"

Para el 8 de enero de 2022

 

Reseña | Comentario | Aplicación a la vida

 

Ir ArribaRESEÑA

Textos Clave: Hebreos 1:5–14; Lucas 1:30–33; Salmo 132:1-5; Hebreos 2:14–16; 5:1–4; 1 Pedro 2:9; Hebreos 8:8–12.

Introducción:

Como señalamos la semana pasada, los primeros cristianos del Nuevo Testamento leían Hebreos como una carta del apóstol Pablo. Sin embargo, estrictamente hablando, el autor del libro de Hebreos parece ser anónimo. Las especulaciones han dado lugar a al menos trece posibles candidatos autorales, como Lucas, Bernabé, Judas, Esteban, Priscila y Aquila, Apolos, e incluso María, la madre de Jesús. Lo que podemos inferir con seguridad sobre la autoría de la epístola misma son cuatro hechos:

En primer lugar, el autor debió haber sido muy culto. Hebreos tiene, por lejos, el mejor griego del Nuevo Testamento.

En segundo lugar, el autor estaba familiarizado con los métodos judíos para interpretar las Escrituras, como gezerah shavah (argumento por analogía) y otras técnicas similares.
En tercer lugar, el autor está empapado de las Escrituras judías. Hebreos tiene el uso más extenso de citas del Antiguo Testamento.

En cuarto lugar, el autor conocía a Timoteo (Heb. 13:23). Todos estos hechos hablan a favor, más que en contra, de la autoría paulina. Sin duda, el autor optó por permanecer en el anonimato por motivos desconocidos. Su anonimato incluso puede sugerir que el mensaje es más importante que su identidad. Al mismo tiempo, seríamos negligentes si no reconociéramos que Elena de White da fe de la autoría paulina del libro de Hebreos. Si avanzamos por fe en esa revelación divina, en estas lecciones consideraremos con confianza que el autor es Pablo.

Temática de la lección:

La lección de la semana enfatiza dos temas. El primero es Cristo como nuestro Rey, y el segundo es Cristo como nuestro Mediador.

 

Ir Arriba COMENTARIO

Cristo nuestro rey

El primer capítulo de Hebreos se puede resumir en una breve declaración bíblica: Cristo es “superior a los ángeles” (ver Heb. 1:4). El segundo capítulo de Hebreos se puede resumir en esta declaración bíblica: Cristo se ha vuelto “menor que los ángeles” por un tiempo (ver Heb. 2:9). El interrogante que queremos abordar en nuestro estudio es: ¿Qué hace que Jesús sea superior a los ángeles y lo eleve a una posición real?

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Heb. 1:1, 2). Pablo quiere decirle a su audiencia, y a nosotros, que Dios habló y que todavía habla. Dios habló en diferentes épocas “en otro tiempo”, y habla “en estos postreros días”. Habla a diferentes destinatarios: los “padres” y “nos ha hablado” a nosotros. Habla a través de diferentes agentes: los “profetas” y el “Hijo”. Dios habla “de muchas maneras”.

¿Cuáles son algunas de sus vías de comunicación? Dios habla cara a cara con Adán y Eva (Gén. 3). Dios habla a Moisés desde una zarza ardiente, algo que llamamos teofanía, una revelación de Dios (Éxo. 3:2-6); a Balaam, a través de un asna (Núm. 22:28); al niño Samuel, llamándolo por su nombre (1 Sam. 3:10); a Elías, en voz suave y apacible (1 Rey 19:12); mediante una visión a Isaías en el Templo (Isa. 6:1-9); y a Oseas a través de las circunstancias de su familia (Ose. 1:2). Todas estas formas de comunicación tienen una cosa en común: son incompletas.

La expresión final y trascendental de Dios es “en estos postreros días”, cuando habla a través de su “Hijo”. Dios no solo habla mediante las palabras de Jesús; Dios también habla a través de las acciones y el carácter de Jesús. La revelación de Dios es progresiva. Pero la progresión no es de verdad a más verdad, de maduro a más maduro; es un movimiento hacia adelante y ascendente en su revelación de sí mismo a la humanidad. Cuando habla a través de las palabras y las acciones de Jesús, Dios mismo es el que habla.

Inmediatamente después de la mención del Hijo, Pablo hace siete afirmaciones acerca del Hijo (Heb. 1:2-4) que lo elevan muy por encima de cualquier ángel. En primer lugar, Cristo es designado “heredero de todo” (Heb. 1:2). Si es el heredero principal, sus seguidores serán coherederos con él y “serán herederos de la salvación” (Heb. 1:14). Tomando como base el tema de la herencia, los primeros cristianos afirmaban que Cristo, por su resurrección y exaltación, recibió una herencia celestial que comparten sus seguidores. “El que venciere heredará todas las cosas” (Apoc. 21:7). De la misma manera, la Biblia afirma que “los injustos no heredarán el reino de Dios” (1 Cor. 6:9, 10).

En segundo lugar, Cristo fue el Agente creador del Padre “por quien asimismo hizo el universo” (Heb. 1:2). Cristo, como Heredero, no es solo el agente (escatológico) del tiempo del fin (a través del que Dios habla en estos últimos días), sino también el agente (protológico) de la Creación. La función protológica del Hijo apunta a su victoria escatológica. Juan implícitamente corrobora esto al decir que “todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:3).

En tercer lugar, Cristo es el “reflejo resplandeciente de la gloria del Padre” (Heb. 1:3, BLP). Algunas versiones de la Biblia prefieren la traducción “el resplandor de la gloria de Dios” (NVI). Además, Cristo es “la expresión exacta de su naturaleza” (Heb. 1:3, NBLA). El término griego “expresión exacta [kharaktēr]” implica una marca impresa en un objeto, especialmente en monedas. Ambas descripciones de Jesús como el “reflejo” de Dios y como la “expresión exacta” recalcan que Jesús es la representación plena y adecuada de la divinidad. Ambas comparten la misma “expresión de naturaleza”. Lo que Pablo transmite aquí es sinónimo de lo que Jesús testifica: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9). No existe un mayor revelador de Dios que Jesucristo. Si queremos saber quién es Dios, debemos familiarizarnos con Jesús.

En cuarto lugar, Cristo “sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (Heb. 1:3). Cristo no solo creó las cosas mediante su palabra; también sostiene las cosas que existen mediante su poderosa palabra.

En quinto lugar, Cristo “llev[ó] a cabo la purificación de los pecados” (Heb. 1:3, NVI). Aquel que fue el instrumento de la actividad creadora de Dios, es también el instrumento de su actividad salvadora, al purificar a los arrepentidos de sus pecados. La abnegación de Cristo “purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, a fin de que sirvamos al Dios viviente” (Heb. 9:14, NVI).

En sexto lugar, después de realizar su obra expiatoria, Cristo “se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Heb. 1:3). Esta posición de sentado es una alusión directa al Salmo 110:1, citado al final del primer capítulo: “Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” (Heb. 1:13). Jesús dijo al Sanedrín, en su juicio, estas mismas palabras: “Veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios” (Mat. 26:64).

En séptimo lugar, Cristo se ha “hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos” (Heb. 1:4). ¿Cuán superior es Cristo a los ángeles? Esta pregunta se responde en la siguiente cadena de referencias (ver Heb. 1:5-14). Cristo merece adoración (Heb. 1:6), algo que los santos ángeles no aceptan (Apoc. 19:10; 22:8, 9). Cristo tiene un Trono y un cetro (Heb. 1:8). Ha sido ungido como Rey (Heb. 1:9). Él creó los cielos y la Tierra (Heb. 1:10) y está sentado a la diestra de Dios (Heb. 1:13). Cristo es “hecho tanto superior a los ángeles”, en este contexto, apunta a su ceremonia de entronización, como lo señala la lección en el estudio del domingo.

En resumen, ¿qué hace que Cristo sea superior a los ángeles? Dios habló de muchas formas diferentes a los padres en el pasado; pero en estos postreros días, él habla mediante el Hijo, quien llegó a ser Heredero de todas las cosas, es el Creador de todas las cosas, es el reflejo y la expresión del ser mismo de Dios, sostiene todas las cosas, consiguió la purificación de los pecados y se sentó a la diestra de Dios. Por lo tanto, Cristo es exaltado y superior a los ángeles, que son espíritus ministradores al servicio de los que heredan la salvación (Heb. 1:14). Además, Cristo acepta la adoración en su Trono a la diestra de Dios. Cristo es nuestro REY.

Cristo, nuestro mediador

Un mediador es una persona que se interpone entre dos partes para llegar a un acuerdo o establecer una relación. En el judaísmo, Moisés es el mediador principal del pacto del Sinaí (Gál. 3:19, 20). En las epístolas pastorales, Pablo nos dice que hay “un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo” (1 Tim. 2:5). Hebreos enriquece este tema, al decir que Jesús “es mediador de un mejor pacto” (Heb. 8:6), o el “mediador de un nuevo pacto” (Heb. 9:15; 12:24). Necesitamos respuesta a estas dos preguntas: (1) ¿Qué es este pacto de Hebreos? (2) ¿Por qué es mejor el nuevo pacto?

En respuesta a la primera pregunta: el pacto de Hebreos se refiere a un acuerdo vinculante, un trato entre las partes. Pablo habla del primer pacto, que quedó obsoleto (Heb. 8:13), y del segundo, o “mejor pacto” (Heb. 7:22; 8:6). Con el primer pacto, Dios estableció un sistema de sacrificios, sacerdotes levitas y ceremonias (Heb. 5:1-4). Sin embargo, la perfección moral no se podía alcanzar a través de este sacerdocio levítico, porque era débil e ineficaz (Heb. 7:11, 18). ¿Por qué no se podía alcanzar la perfección moral? Porque la sangre de los toros y los machos cabríos no podía quitar los pecados humanos (Heb. 10:4). ¿Por qué el primer pacto era débil e ineficaz? Porque los sacerdotes eran mortales y, por tanto, finitos y mortales (Heb. 7:23). Además, los sacerdotes necesitaban sacrificarse primero por sus propios pecados antes de poder sacrificarse por los pecados del pueblo a quien representaban (Heb. 5:3). Por lo tanto, el primer pacto era defectuoso, y quedó obsoleto con la llegada del sacrificio superior de Cristo y su mejor sacerdocio.

En respuesta a la segunda pregunta: con el segundo pacto, Dios no escogió a un mero sacerdote mortal, sino a Uno que permanece para siempre (Heb. 7:24). Ya no se ofrecían más toros ni machos cabríos; que de todos modos nunca podrían quitar los pecados del pueblo. Pero Cristo se ofreció a sí mismo una vez para siempre (Heb. 7:27; 9:14; 10:12). Por lo tanto, vino a quitar el pecado mediante su sacrificio (Heb. 9:26) y a limpiar la conciencia de las obras que llevan a la muerte (Heb. 9:14). Por eso el segundo pacto es cualitativamente superior, y Cristo es el Mediador de este pacto superior, nuevo y mejor. Cristo es nuestro MEDIADOR.

 

Ir Arriba APLICACIÓN A LA VIDA

  1. Si Dios habló en el pasado pero también habla hoy, ¿cómo te habla a ti? ¿Cómo distingues su voz de otras “voces” que compiten por tu atención?

  2. Si somos coherederos del Reino de Dios juntamente con Cristo, ¿cómo debemos evaluar las cosas transitorias de este mundo?

  3. Si Cristo sostiene todas las cosas con su Palabra poderosa, ¿cómo te ha sostenido a ti en circunstancias difíciles?

  4. Escucha el himno “Me dice el Salvador” (Himno Nº 284, Himnario Adventista, ed. 2009). Presta especial atención al coro mientras piensas en lo que realmente significa tener a Cristo como nuestro Mediador.

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Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. Hebreos 2:14,15.


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