Nuestro hogar... ¿Un reflejo del primer hogar del hombre?

El autor(a) Pastor Marcelo Solis, Graduado en la Universidad de Costa Rica.

Categoría: Sermones y Bosquejos

El hogar edénico de nuestros primeros padres fue preparado por Dios mismo. Cuando lo hubo provisto de todo lo que el hombre pudiera desear dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”.

El Señor estaba complacido con este ser, el último y el más noble de cuantos había creado, y se propuso que fuese el habitante perfecto de un mundo perfecto. (Compartiendo el amor página 15).

Todo estaba listo para él, lo mejor que Dios podía haber provisto de las infinitas riquezas de su sabiduría y amor. Nada quedó sin hacer para preparar el hogar más hermoso que un ser viviente pudiera alguna vez habitar.

El hombre era lo más importante que Dios había creado hasta ahora. Más grande que hacer los continentes y los océanos. Más importante que llenar la tierra con árboles y flores y animales y aves y peces. Él estaba por crear a alguien como Él.

De manera que leemos: “entonces el Señor formó al hombre de la tierra misma, y sopló en su nariz y le dio vida. Así el hombre comenzó a vivir”.

¡Si tan sólo hubiéramos podido estar allí para observar! Si tú y yo hubiéramos podido ver el amante y tierno cuidado con el que tomó Dios el polvo en sus manos y le dio forma - y lo hizo con increíble habilidad - para que tuviera un cerebro, un corazón, un par de pulmones, brazos, piernas, en fin, un cuerpo perfecto; y cubrió todo esto con músculos, carne y piel para que pudiera sentir y gozar de todo lo que Dios había creado previamente para su deleite.

Rápidamente el trabajo quedó terminado. La hermosa figura, como una sublime estatua, yacía en tierra. Dios tiene que haberla mirado con gran satisfacción. Entonces se acercó otra vez y "sopló en su nariz y le dio vida".

Fue así como Adán, alto, grácil y elegante, con ojo inteligente y estampa real, se levantó sobre sus pies. Y puedo imaginarme a los ángeles apretujándose para dar el primer vistazo a este magnífico ser, recién salido de las manos del Creador. Sí, cuando Dios hizo el cuerpo del primer hombre, realizó su obra maestra. Le dio lo mejor que tenía. Y esa es la razón por la que me parece una ofensa al Señor cuando algunos dicen que Dios no hizo al hombre; sino que el hombre "evolucionó" misteriosamente.

Pero ahora, demos otro vistazo a Adán, el primer hombre. Ya lo vemos corriendo por la hermosa tierra, mientras sus ávidos ojos absorben toda la belleza de la tierra, el mar y el cielo, mientras su ser se estremece con la gloria de estar vivo. Los animales vienen a saludarlo, y los pájaros cantan de la manera más armoniosa ante su presencia. Los bosques vibran con felices cantos de bienvenida.

¡Cuán cuidadosamente Dios planeó cada detalle de éste, su maravilloso mundo! Y su obra no estaba terminada aún. Tenía que hacer todavía una cosa más: el más adorable, tierno y dulce acto de toda la creación.

Mientras Adán estaba allí, en un claro del bosque, con todos los animales a su alrededor, y ellos lo miraban con sus grandes y amistosos ojos, notó algo que no había percibido antes. A cada uno Dios le había dado una compañera. Al león, una leona. Al tigre, una tigresa, y así. Pero él estaba solo. No había en ningún lugar una criatura que se le pareciera. Entonces comenzó a pensar que aunque los animales podían ser sus buenos amigos, nunca podrían llegar a ser sus compañeros más cercanos, no podían pensar sus pensamientos, compartir sus alegrías, hablar con él de sus esperanzas y planes.

De pronto, mientras pensaba en esas cosas, se sintió muy, muy cansado y soñoliento. Como nunca antes había dormido, sin duda se tiene que haber preguntado qué significaba esa sensación de sueño. Pero aunque lo pensara, no podía evitarlo. Se sintió cada vez con más sueño, hasta que al fin, en un escondido rincón del bosque, bajo la sombra de un árbol grande y hermoso, se acostó y en un rato estaba dormido.

“Entonces Dios hizo caer al hombre en un sueño profundo”.

Tan pronto estuvo dormido, con infinita habilidad el Señor le hizo a Adán una operación, la primera operación en la historia humana. La Biblia dice: “Le sacó una de sus costillas y le cerró otra vez la carne. De esa costilla Dios hizo una mujer, y se la presentó al hombre”.

Dios mismo dio a Adán una compañera. Le proveyó de una “ayuda idónea para él”, alguien que realmente le correspondía, una persona digna y apropiada para ser su compañera y que podría ser una sola cosa con él en amor y simpatía.

Eva fue creada de una costilla tomada del costado de Adán; este hecho significa que ella no debía dominarle como cabeza, ni tampoco debía ser humillada y hollada bajo sus plantas como un ser inferior, sino que más bien debía estar a su lado como su igual, para ser amada y protegida por él. Siendo parte del hombre, hueso de sus huesos y carne de su carne, ella era su segundo yo; y quedaba en evidencia la unión íntima y afectuosa que debía existir en esta relación.

Ahora bien, Dios los creó, los unió en matrimonio y les dijo que se mantuvieran unidos, cerca, dependiendo el uno del otro. Sin embargo, sabemos que el relato del Génesis nos dice que, en un momento, Eva se alejó de Adán. Mi pregunta es ¿por qué Eva se alejó de Adán?, ¿por qué, si no había pecado, no había maldad, no había discusiones, no había rencor, no había maldad... por qué Eva toma la decisión repentina de irse a pasear sin su esposo? ¿Por qué si se amaban y necesitaban más que las parejas de hoy en día, ella decidió alejarse?

¿Alguna vez se han hecho esta pregunta?

Hagamos una reflexión seria pero hipotética respecto del caso. Tal vez Eva quería buscar algo o recorrer sola el jardín para llevarle una sorpresa a Adán, o tal vez simplemente se descuidó por un momento y se alejó siguiendo a un ave o a algún animal amistoso e interesante... no lo sé, pero lo que sí sabemos es que el Señor les había dicho que no se separaran, porque juntos eran más fuertes. En la unión y la confianza se hallaba la fuerza. Ellos se complementaban, juntos seguían por los caminos de Dios; y al depender y fomentar esa dependencia del uno para el otro, Dios actuaba en sus mentes mediante el Espíritu Santo y sus conciencias completamente ingenuas.

Tal dependencia les llevaba a una relación íntima con Dios ya que, al admirarse el uno al otro, no podían más que recordar Quién los había creado, y entonces alababan al Señor por su amor infinito.

Otra cosa que podemos rescatar de la vida de nuestros primeros padres es que ellos eran el uno para el otro. Estaban tan compenetrados en las opiniones y la forma de pensar de su pareja que la rutina o el trabajo no les era una carga, porque compartían absolutamente todo y se deleitaban juntos en las pequeñas y grandes creaciones de su Padre para ellos.

Pero entonces sucedió algo inesperado. Eva, que conocía la voluntad del Señor y cómo pensaba su esposo y las opiniones que él tenía y elecciones que hacía a diario, se apartó por un momento de Adán y, tal vez creyendo que estaría eligiendo lo mismo que Adán hubiera escogido, comió del fruto prohibido.

Aquí se denotan 2 puntos. El primero y obvio es que el que juega con fuego se quema. Cuando Dios dice no, es no, no importa la forma, la interpretación, o el envoltorio del regalo; lo que Dios dice es siempre para nuestro bien. Debemos aprender a obedecer sin buscar excusas tontas y humanas. A pesar de que tenemos el ejemplo en la primera pareja creada, aún hoy seguimos cayendo en el mismo error. Y segundo punto: Eva creyó elegir lo mejor, creyó conocer lo que Adán opinaría y haría en su lugar, creyó que le bastaba con suponer. Grave Error. La pareja no se basa en suposiciones. El diálogo es lo que consolida a dos seres humanos y los lleva hacia un mismo objetivo.

Preguntémonos ahora ¿qué hubiera pasado si Eva le decía a la serpiente:

  1. “Dios dijo que no comiéramos de este fruto”

  2. ¿“Espera un momento que le consulto a mi marido a ver cuál es su opinión al respecto”?

Sí, suena gracioso, pero la historia de este mundo hubiera sido bien distinta si no hubiera faltado el diálogo en la primera pareja. Tal vez Dios hubiera aprovechado el corazón de Adán, dispuesto a oír su voz, y entonces Adán hubiera persuadido a Eva a fin de no pecar.

Así como Adán y Eva se necesitaban, y precisaban de una intensa relación de diálogo, amistad e intimidad y de un estrecho conocimiento el uno del otro para sobrevivir a las tentaciones y pruebas del enemigo y para ser cada día más felices y más fuertes en el Señor y como pareja; así hoy en día el mundo está necesitado de familias en donde el amor, el respeto, la confianza y el diálogo abierto sean cosa de todos los días. La censura, las suposiciones, la falta de confianza, la violencia tanto verbal como física y los prejuicios son las mejores armas que tiene el enemigo para destruir una de las más nobles y sagradas instituciones de Jehová.

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